La Eurocopa de fútbol ha terminado, después de tener a millones de aficionados de todo el planeta frente al televisor, la Tablet o el smartphone. Tanto esfuerzo físico, con tanta prorroga y penaltis, contrasta con el hecho de que los niveles de actividad física no han mejorado desde el año 2001 y 1.400 millones de personas adultas en el mundo, es decir, una cuarta parte de la población adulta mundial no practica la actividad física mínima para mantenerse sanos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esto significa que alrededor de una de cada tres mujeres y uno de cada cuatro hombres no realizan suficiente actividad física para mantenerse sanos. Es decir, no hacen actividades físicas moderadas durante al menos 150 minutos a la semana, o actividades físicas intensas durante 75 minutos a la semana. Aunque para obtener mayores beneficios para la salud, habría que llegar a 300 minutos semanales de actividad física moderada, o su equivalente.
Lo grave no acaba aquí, porque, por una parte, más del 81 por ciento de los adolescentes de 11 a 17 años tampoco tiene un nivel suficiente de actividad física. Es decir, no realizan al menos 60 minutos diarios de actividad física moderada o intensa. Un 85 por ciento de las chicas. Y un 78 por ciento de los chicos.
Y, por otra, la inactividad es el doble en los países de ingresos altos que en los de ingresos bajos. Habiendo aumentado la insuficiente actividad física en un 5 por ciento en los países más ricos en el período comprendido entre 2001 y 2016. Pasando del 31,6 por ciento al 36,8 por ciento.
¿Y en España qué ocurre? Según la Encuesta Nacional de Salud del año 2017, el 25,9 por ciento de las personas de 15 y más años realizan actividad física regular en su tiempo libre. 3,5 puntos porcentuales más que en la Encuesta Nacional de Salud de los años 2011-2012.
Respecto al sedentarismo, un 37,8 por ciento de personas de 15 y más años se declaró sedentaria en su tiempo libre. Un porcentaje inferior, al 44,4 por ciento del año 2011-2012.
En España, se pueden destacar tres cuestiones:
La primera, es que los hombres realizan más ejercicio físico regular en su tiempo libre que las mujeres, ya que un 33,5 por ciento así lo afirma frente a un 20,4 por ciento de mujeres.
La segunda, es que el porcentaje de personas que realizan ejercicio físico regular en su tiempo libre disminuye con la edad.
Y la tercera, es que los porcentajes más altos de personas que realizan ejercicio físico regular en su tiempo libre corresponden a los quintiles más altos de renta (cuarto, quinto). Mientras que los porcentajes más altos de personas sedentarias corresponden a los quintiles más bajos de renta (primer, segundo).
Con estos datos, y a las puertas de los Juegos Olímpicos, otro momento estelar de televisión, la conclusión es evidente: existe un serio problema de salud que hay que combatir.
Hay que ponerlo de manifiesto una y otra vez: la falta de actividad física es uno de los principales factores de riesgo de mortalidad a nivel mundial. Un riesgo en aumento ante unos modos de vida que tienden a potenciar el sedentarismo en el trabajo, en el hogar, en el ocio y en el uso de medios de transporte «pasivos».
Hay que ser consciente de que si no haces suficiente ejercicio físico presentas un riesgo de mortalidad entre un 20 por ciento y un 30 por ciento superior al de aquellas que son lo suficientemente activas.
Y si todavía, se plantea alguna excusa del tipo soy mayor, no puedo, tengo alguna discapacidad, etc, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elaborado unas recomendaciones detalladas en cuanto a los diferentes grupos de edad y los grupos de población específicos sobre el nivel de actividad física necesario para gozar de buena salud, que no dejan lugar ni a las escusas ni a la pereza porque hay recomendaciones para todos: lactantes, niños de 1 a 2 años, niños de 3 a 4 años, niños y adolescentes de 5 a 17 años, adultos de 18 a 64 años, adultos de 65 o más años, mujeres durante el embarazo, personas con enfermedades crónicas (hipertensión, diabetes de tipo 2, VIH y quienes han sobrevivido al cáncer), niños y adolescentes con discapacidad, adultos con discapacidad…
Mantenerse activo es crucial para la salud y para la sociedad. Y hoy en día se ha convertido en una política de Estado que debe estar presente en todas las decisiones, con el objetivo de incluir la actividad física en las rutinas cotidianas de la ciudadanía, disminuir el sedentarismo y mejorar la salud.
No se trata de convertir a todos los ciudadanos en deportistas profesionales, sino establecer objetivos de actividad física, y rutinas como subir escaleras, bajarse un par de paradas antes del autobús o metro para caminar un rato, fomentar un ocio no sedentario, que poco a poco cambiarán nuestros hábitos y aumentará nuestro bienestar.
En este sentido, en 2018, la Asamblea Mundial de la Salud acordó una meta mundial para reducir la inactividad física en un 10 por ciento para el año 2030 y alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). A través de recomendar un conjunto de 20 medidas que tienen por objeto crear sociedades más activas.
La actividad física tiene importantes beneficios para la salud; contribuye a la prevención y gestión de enfermedades no transmisibles; reduce los síntomas de la depresión y la ansiedad; mejora las habilidades de razonamiento, aprendizaje y juicio; asegura el crecimiento y el desarrollo saludable de los jóvenes, mejora el bienestar general; y se podrían evitar hasta 5 millones de fallecimientos al año con un mayor nivel de actividad física a nivel mundial, como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Conseguir que los ciudadanos realicen más actividad física, no se puede dejar a la decisión de cada uno. Requiere un esfuerzo colectivo, de la sociedad en su conjunto para promover, posibilitar y fomentar la actividad física.
Y entre las muchas acciones que se pueden realizar, visto que hay un componente de renta a la hora de realizar actividades físicas; y visto que la obesidad está aumentando, especialmente la infantil, sería oportuno que los médicos en los centros de atención primaria no solo aconsejen a sus pacientes la realización de actividades físicas, sino que también la pudieran recetar como si fuera un medicamento, poniéndola al alcance de todos.