Cesáreo Espinal Vásquez: El  abogado un servidor  público

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A mis condiscípulos en la UCV, USM y UCAB

Eduardo Juan Couture (1.904-1.956), destacado jurista uruguayo, profesor de rectas disciplinas académicas y de reconocidos valores éticos, nos dejó sus consejos en  “El Manifiesto del Abogado”, conocido como el Decálogo de Couture, en diez lecciones: “estudia, piensa, trabaja, procura la justicia, se leal, tolera, ten paciencia, ten fe, olvida y ama tu profesión; y si tu hijo te pregunta sobre su destino, que sea un honor proponerle ser abogado”.

El abogado es un auxiliar de la administración justicia, inmerso en el artículo 253 de nuestra Carta Magna, del sistema de justicia. En mi escritorio jurídico   mantuve la frase “Solo defiendo la recta aplicación de la ley”.

El abogado no debe ser “pica pleitos”, porque el ejercicio profesional no es para dedicarse únicamente a “litigar”, sino cuando se han agotados las  soluciones pacíficas de la controversia, en vías de conciliación, y en este sentido, el abogado es potencialmente un juez de paz.

En 1851, Abraham Lincoln, dejó una idea sumamente importante: “Desaconseje el pleito e intente el compromiso con sus vecinos. Adviértales que el vencedor es a menudo el perdedor, por gastos y el tiempo perdido”.

José Martí, el 7 de enero de 1876, dijo: “…la conciliación es la ventura de los pueblos”.

No hay dudas, como en toda profesión o actividad la existencia de ambiciones desmedidas y comportamientos ilegales que han puesto en entredicho las virtudes de la abogacía, pero es indudable que ilustres abogados han sido ejemplos de probidad e inteligencia, personificados como en el Dr. Miguel José Sanz, jurista, político, periodista, mentor de nuestra independencia y curador del niño Simón Bolívar de dos años de edad, decano del Colegio de Abogados y persona defensora del derecho justo; y el Dr. Cristóbal Mendoza,  primer presidente constitucional de Venezuela, a quien en honor a su ejemplar vocación jurídica para conmemorar la fecha de su nacimiento fue decretado el 23 de junio como el día nacional del abogado venezolano, por lo que la patria ha tenido y tiene  abogados-juristas dignos del mayor respeto en ser imitados.

El Libertador Simón Bolívar, obtuvo el doctorado en derecho en la Universidad  Mayor de San Marcos de Lima, el día 3 de junio de 1826, quien al no aceptar el doctorado por causa de honor, pidió ser examinado, lo cual se realizó con un jurado integrado por los Magistrados de la Corte Suprema, por lo miembros de los Colegios de Abogados, el Consejo de Gobierno y por el Cabildo Eclesiástico, confiriéndosele el título académico de Doctor en Derecho.

El 21 de julio de 1961, hace 60 años, recuerdo al recibir mi título de Abogado de la República y en el mes de octubre el de Doctor en Derecho con mi tesis de grado “Las cuestiones prejudiciales en el proceso penal Venezolano”. Es toda una vida, varios se han ido a la eternidad y los que estamos aún aquí, mantenemos en nuestros corazones, el gran deseo, de “vivir por vivir, no es vivir, vivir en paz, es vivir”. Es esa la gran misión del abogado, la búsqueda del derecho justo, sin hacer “trampas a la recta administración de justicia”, ser juez probo y en el ejerció profesional ser leal no solo con su poderdante sino leal en la rectitud de la ley para la contra parte, vigilante de la probidad del juez y del fraude procesal y en definitiva, ser orgulloso de su profesión en cualquiera de las actividades públicas y privadas que ejerza, porque el abogado, es un servidor público.

cjev34@gmail.com

 

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