Fabian Schmidt: Tragedia por inundaciones en Alemania

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No es la hora de buscar culpables

Es humano buscar a alguien a quien culpar después de esta devastadora catástrofe natural, pero esto no ayuda a nadie, y menos a las víctimas, a los supervivientes y a aquellos cuyo sustento de vida fue arrasado por las masas de agua en cuestión de minutos.

La hidróloga británica Hannah Cloke reprochó en el Sunday Times y en cadena pública alemana ZDF que la población alemana no recibió a tiempo los avisos del Sistema Europeo de Alerta de Inundaciones (EFAS). El vicepresidente del grupo parlamentario del partido liberal FDP, Michael Theurer, denunció también que hubo “un fallo monumental del sistema de alertas”, y dijo que el ministro federal del Interior, Horst Seehofer, tenía una “responsabilidad personal directa” en este asunto. Una acusación que carece de veracidad.

Por ejemplo, el canal público de Renania del Norte-Westfalia, WDR 5, ya había emitido el siguiente informe a las 8 de la mañana del martes, más de 24 horas antes de que comenzara la catástrofe: “El servicio meteorológico alemán advierte de fuertes tormentas con lluvias intensas, en algunas zonas extremadamente intensas. Localmente, hay que esperar granizo, crecidas e inundaciones”.

Así que cualquiera que hubiera seguido la previsión meteorológica podría haber adivinado lo que se avecinaba. Los que también habían seguido el radar de precipitaciones, o simplemente habían mirado por la ventana, lo sabían aún más.

Sistemas de alerta global no pueden prevenir catástrofes locales

Lo que nadie podía saber, y para lo que nadie podía prepararse, eran las inundaciones repentinas que se avecinaban en poblaciones como Schuld junto al Ahr. Sencillamente, hay fuerzas de la naturaleza que son tan imprevisibles que no podemos anticipar su poder devastador, ni siquiera con toda la ingeniería y la tecnología de que disponemos. Tampoco lo puede el sistema EFAS.

Los sistemas de alerta temprana pueden advertirnos de las crecidas relativamente lentas, pero no de los torrentes rápidos. Nuestra experiencia centenaria con las inundaciones es la vara de medir para la protección contra ellas. En Schuld, en cambio, las casas centenarias de entramado de madera que habían sobrevivido a muchas inundaciones anteriores fueron arrasadas. Se destruyeron puentes que se habían construido y renovado en las últimas décadas teniendo en cuenta las posibles inundaciones.

Y el argumento de que la canalización y el sellado del suelo son los culpables de la catástrofe no se aplica en el caso del Ahr. El Ahr es un río poco urbanizado que sigue en gran medida su curso natural.

La catástrofe de Erftstadt tampoco era fácil de prever, ni por los responsables de la gestión de catástrofes ni por los ciudadanos. Allí, un río sobrecargado había inundado primero una gravera y luego la había reblandecido tanto que partes de un pueblo adyacente fueron literalmente engullidas por él. En una región tan excavada por la mano del hombre a lo largo de miles de años como la zona minera de Renania, donde se encuentra Erftstadt, podemos esperar muchas más sorpresas de este tipo.

No confíes sólo en los aparatos electrónicos

Ahora también hay muchas críticas a los avisos, a veces tardíos y contradictorios, de las aplicaciones de alerta pública como KATWARN o NINA. Esto habría llevado a la gente a quedarse en casa en lugar de huir de las inundaciones, y la zona de evacuación recomendada habría sido demasiado estrecha. Además, las aplicaciones fallaron cuando se fue la luz.

Pero una aplicación no puede saber dónde exactamente será destruida una casa por las inundaciones en los próximos minutos. Quizá los responsables puedan incluso aprender algo de esto y mejorar aún más las aplicaciones. Pero la lección más importante que todos deberíamos aprender de esto es que no debemos confiar principalmente en los nuevos y bonitos juguetes digitales en situaciones de tormenta, sino utilizar todos nuestros sentidos.

Y a veces no sería mala idea no tirar directamente por la borda la tecnología analógica de probado uso, como la antigua red telefónica, que hubiera seguido funcionando en caso de apagón.

¿A quién afectará la próxima catástrofe?

Tras la reconstrucción en las próximas décadas, los habitantes del Ahr dispondrán sin duda de un sistema de alerta temprana mucho mejor. Pero la próxima tormenta puede afectar a un río completamente diferente y a un pueblo distinto, que no está tan bien preparado, en algún lugar del bosque de Turingia, las montañas del Harz o los Alpes. Eso está en la naturaleza de las cosas.

Hay una amarga e inamovible verdad: existen fuerzas de la naturaleza que son más fuertes que nosotros, los humanos, y que golpean tan rápida e inesperadamente que no hay sistemas que puedan realmente avisarnos con antelación. Esto incluye rayos, tornados, terremotos e incendios.

¿Qué queda? En arquitectura y urbanismo, tenemos que aprender de las experiencias pasadas, construir mejor y más seguro y esperar que la próxima vez no sea peor. Y simplemente tenemos que aceptar que no necesitamos a un culpable para cada problema.

 

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