Nada fácil la tienen los pacientes y familiares que ingresan a la unidad de hospitalización de traumatología del Hospital Central de San Cristóbal, ya que desde el primer momento la cantidad de insumos que se requieren corren por cuenta propia.
Sólo los rayos X son gratis en el centro asistencial. Del resto, absolutamente todo debe ser comprado por los familiares. Lo más duro en medio de esta situación es la larga lista de insumos que deben adquirir para correr con la suerte de ser operado de inmediato.
Hay quienes la fortuna les sonríe, porque los insumos que necesitan son menos y pueden ser operados de inmediato; sin embargo, otros como la señora Mary Jaimes que entre vendimias y rifas necesita recabar aproximadamente 200 dólares o 705 mil pesos colombianos, corren el riesgo de ser devueltos a sus hogares hasta que consigan los insumos para poder operarse.
La lista de Jaimes incluye gasas, agua oxigenada, compresas, mono quirúrgico y hasta implementos de limpieza para el área de quirófano como cloro, vinagre, y Mistolín, debido a la falta de implementos en el centro de salud.
Los gastos ascienden cuando la complejidad de la fractura es mayor. Tal es el caso del joven Anderson López, quien tuvo un accidente en una motocicleta y se fracturó la cadera. Ahora necesita una prótesis que tiene un costo aproximado de 600 dólares.
“Desde que estoy aquí hemos pagado todo. Placas, exámenes y hasta una ambulancia porque ni eso tiene el hospital”.
Sumado a todo lo que ya tienen en lista, los montos se multiplican cuando tienen que hacerse la prueba del covid-19 antes de ingresar a hospitalización, durante la estadía y al momento de ser operado.
“Es demasiado lo que uno tiene que pagar para poder hacerse la prueba. Alrededor de 180 mil pesos (180.000.000 bolívares) es el monto aproximado”, así lo expresó la señora Carolina Flores, quien tiene a su papá hospitalizado desde hace un mes.
Afirma la dama que a su padre le han pedido la prueba en varias oportunidades, ya que debido a que tiene tantos días acostado sus pulmones están llenos de líquido. La estadía de ese mes en el hospital le ha costado unos 300 dólares, sin contar con lo que tienen que adquirir para su pronta operación.
“Nosotros hemos vendido de todo. No tengo familiares en el exterior. A mi hija y a mí nos ha tocado vender pasteles, hacer vendimias para poder adquirir una prótesis de la rodilla que necesito”.
Comentó que en una oportunidad le solicitaron la prueba covid-19 y buscó dinero de donde no lo tenía y se la hicieron, “pero al siguiente día vinieron en una jornada y aplicaron los test en toda el área. Es triste tener que gastar tanto dinero para que después se la vinieran a hacer gratis”.
Dificultades
Jhon Durán, quien tiene a su hijo hospitalizado por una fractura en una pierna desde hace un mes, destacó que “aquí hay que agradecer todo lo que hacen los médicos y enfermeras, pero lamentablemente hay un pequeño grupo de enfermeros que la vocación no se les ve por ningún lado”.
“No es nada fácil estar en un hospital. En medio de todo también está el miedo que nosotros sentimos porque si nos quejamos entonces la pueden agarrar con el paciente. Pero no podemos callar ante tantas penurias. Hay muestra de indisposición por parte de un personal muy reducido”.
Afirma que algunos familiares les ha tocado aprender a pasar tratamiento “porque en las noches, muchas veces nos quedamos desamparados sin la posibilidad de que alguien ayude.
Aparte de todo, muchas veces los ascensores no sirven y uno tiene que estar de arriba para abajo cuando le piden algo”.
Los testimonios en la las historias de la sala de hospitalización de trauma son de dolor y angustia. Muchos se desprenden de sus pertenencias para poder sobrevivir en medio de las dificultades.
El señor Luis Ramírez es trabajador de una posada en el Táchira, lamentablemente haciendo unos trabajos se cayó.
“Todos los gastos han corrido por cuenta de mi jefe; sin embargo, es duro estar en una sala como esta”. Su situación es muy similar a la del resto de 26 pacientes que ingresan a hospitalización.
“Aparentemente tengo todo, pero hacerse los exámenes preoperatorios es muy costoso. Para los insumos de la operación me están ayudando”.
Personal
Con más de 30 años de servicio a la administración pública, el camillero José Gregorio Sánchez manifiesta que no se ha ido del hospital debido a que siente tristeza el dejar a tanta gente que necesita ayuda.
“He visto pasar por aquí muchas cosas. Es preocupante. Con lo que uno gana aquí no le alcanza para nada. Pero los años en mí no han pasado en vano, porque se ha podido ayudar a mucha gente”.
Destaca la falta de personal tanto de enfermería como de camilleros. “Se hace lo que se puede con tantas cosas que faltan”.
Nuevos protocolos
Aproximadamente, desde hace tres semanas, desde la jefatura del servicio de trauma del Hospital Central se están ejecutando nuevos protocolos para el ingreso y estadía de pacientes.
12 años con un método arcaico
Este método no es nuevo en el Hospital Central. Desde hace aproximadamente 12 años, las pesas de tracción para fracturas están hechas con botellas y garrafas de refresco.
La señora Virginia Méndez, quien tiene a su amiga hospitalizada por la fractura de una pierna ocasionada por un accidente en moto, comentó que en varias oportunidades ha tenido que ver a su amiga sufrir porque esos métodos fallan.
“Esa mujer sí la han puesto a sufrir. En una oportunidad las pesas, esas hechas con los potes de refresco se corrieron y el hueso se le volvió a salir.
Ante esta situación, afirman que de la nada a la paciente le salió una nueva fractura que no se había visto anteriormente en alguna de las placas que ya se había realizado.
“Es lamentable que en pleno siglo XXI existan este tipo de situaciones. No hay modernización de los equipos, todo se tiene que improvisar y es ahí donde sufren los pacientes. Muchas veces hasta pierden el tiempo de recuperación, que es muy valioso”. Esperan que llegue dotación a la sala.
2020 cerró con 2852 pacientes atendidos. Este año la tendencia es en alza.
Gustavo Uribe, jefe del servicio de Traumatología del Central, reconoció que el mayor problema que existe en el centro hospitalario son los insumos; sin embargo, resalta que el pasado mes de abril fue reconocida la labor del personal que trabaja en el área por parte del Comité de Osteosíntesis. “No es mentira que los implantes los compran los pacientes. En la calle los precios son exorbitantes”.
Afirma que están esperando una nueva dotación y reposiciones de implantes.
Con respecto a las estadísticas, Uribe afirma que los números cada día van en ascenso. Desde enero a junio de 2020 se atendieron 2 mil 418 personas en la emergencia del Servicio de Traumatología y Ortopedia, mientras que en el mismo período de este 2021 las atenciones van en 2.448.
“Con la flexibilización más acentuada empezó el libertinaje. Se han presentado accidentes de tránsito graves, con lesionados de alta energía”. La tendencia, según las estadísticas que registra el Hospital Central es a redoblar en 2021 las atenciones, por lo que tanto motorizados como los accidentes en ancianos y niños son los más frecuentes.
Nuevas medidas
El galeno destacó que en vista del exponencial aumento de casos covid que ingresan al Hospital Central, decidieron aplicar un nuevo protocolo en la sala de hospitalización que está referida a evaluar el paciente y pautar posteriormente la operación hasta que se tengan los insumos.
“Ingresan por emergencia, se solicitan exámenes paraclínicos, se egresa y a los 15 días deben volver para su evaluación o posterior operación”.
En cuanto al aumento de accidentes y de atenciones que se hacen en el primer centro asistencial del estado, resaltó que existe demasiada imprudencia.
Eliana Millán Montiel – La Prensa Táchira