Efraín Valenzuela: ¡Qué viva la artesanía, jardín de nuestra alegría!

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Quizás, el hecho más cultural del ser humano podría ser la artesanía, en tanto creación, técnica y arte de procesos de trabajo, básica y fundamentalmente manual, llevado a cabo por creadores y creadoras, utilizando materia bruta o prima. Tales creaciones pueden ser utilitarias o artísticas y se caracterizan por ser propias de espacios habitables, geo-culturales, a los cuales dichas producciones pueden darle a esa geografía, comunidad étnica o familia un sentido de pertenencia y, desde la diversidad, también brindarle identidad cultural. Es indudable que los artesanos y artesanas pertenecen a esos creadores y creadoras que han sido llamados cultores y cultoras populares, incluso aquellos y aquellas que realizan producciones, tanto experimentales como contemporáneas, así como desde la herencia de la tradición o, también, desde lo ancestral originario. Quizás, el primer contexto histórico-social de las artesanas y artesanos sea el entorno familiar, ese micro-mundo que brinda una cosmovisión étnica cultural. Un contexto de aprendizajes y enseñanzas que ofrecen un legado de trabajo permanente, una trinchera ecológica y desarrollo sostenible, también endógeno.

No es posible dudar de que la artesanía es también una expresión artística, incluso cuando se producen bienes artesanales utilitarios. Las historias de vida, la historia local y regional. En una palabra, la historia patria, tiene en esas artesanías sus primerísimas fuentes primarias de herencia y conocimiento; búsqueda e invención. El primer taller de estos creadores y creadoras viene a ser la familia, la herencia de quienes, con el tiempo se convierten en alarifes: maestros o maestras artesanales. Desde esa realidad histórica se teje el patrimonio cultural artesanal. Su relación con la natura resulta inminente. Un proceso continuo de vida, desde ser aprendiz hasta convertirse en un cultor o cultora, creador o creadora, de bienes culturales artesanales, y trascender a alarife. Las artesanías transitan y son inseparables de los predios de las culturas populares, sin dejar de ser erudita, investigativa, llena de variados, múltiples y disímiles saberes. La sapiencia es inherente a la artesanía. Las manifestaciones de las artesanías son múltiples, diversas, tradicionales, originarias, binacionales-biculturales, emblemáticas, étnicas y son parte de la existencia de los seres humanos, de las comunidades y pueblos. Cada rincón del mundo tiene un artesano, una artesana. Todo el planeta es materia prima para la creación artesanal. Un extraordinario compromiso apremia la existencia y el ir y devenir de estos creadores y creadoras. La artesanía, en la inexorable medida que es un hecho cultural, es una manera de asistir a la vida. La artesanía forma parte de la personalidad cultural de los pueblos y de la humanidad creadora.

Podría plantearse una hipótesis perentoria: si Dios es el creador de Adán y a Eva, entonces el demiurgo de las artesanías es el ser humano, en toda su dimensión. Los creadores y creadoras de la artesanía en tanto seres pensantes e inteligentes muestran su poder de creación. Moldear sentimientos, instrumentar saberes, imitar y recrear la naturaleza, crear bienes culturales, participar en la construcción de identidades culturales, desde la absoluta y siempre comprometida diversidad étnica. Un compromiso patrimonial se torna histórico y emblemático. Un Pueblo de creadores y creadoras sabe, a ciencia cierta, de su papel en la construcción de la Patria Buena. La artesanía es la Patria en movimiento, dialéctica, de visión holística, de aprendizaje permanente, de enseñanza amorosa. Ni el capitalismo salvaje ha podido destruir a las artesanías. Las manos creadoras deambulan por una herencia ontológica, por el maravilloso mundo de la oniria y la extraordinaria existencia de los pueblos. Una herencia originaria acompañada de contemporaneidad se torna en resistencia cultural, memoria histórica, sueños desatados. Un reconocimiento auténtico y verdadero han alcanzado las artesanías: son parte inexorable de las culturas populares y gozan constitucionalmente de una protección especial. Las artesanías alcanzaron en Venezuela rango superior, fundamental y fundacional. Una Revolución Cultural dignificó a las industrias populares típicas. Las artesanías forman parte de las culturas populares constitutivas de la venezolanidad. El saber popular tomó la palabra. Un sueño incuestionable se hizo presente. Las manos creadoras, de artesanas y artesanos, usurparon el silencio. Por ello, resulta impostergable seguir el camino andado, transitar la interculturalidad. También, enarbolar, resueltamente, el principio de igualdad de las culturas. Trabajadores y trabajadoras de la artesanía, es esta la batalla por la soberanía cultural y la dignificación de la humanidad doliente. Es este el encuentro con la oniria revolucionaria. Es esta la percusión con la creación artesanal. Las artesanas y artesanos son parte vital y trascendente de los Poderes Creadores del Pueblo. La poiesis artesanal es también una Batalla de Carabobo. Artesanía o nada.

 

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