Nelson Morán: Vivir en venecita

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Venecita es un país de Suramérica, dónde sus pobladores, habitantes de ayer, hoy y siempre, han vivido diferentes y variadas situaciones sociales a lo largo y ancho de su historia, que no es tan vieja.

Es un país de todos los años de los demás, pero al parecer eso no cuenta, pues, en principio no sé llamaba así; no estaba unificado; lo conformaban una diversidad de grupos y regiones; en sus orígenes tenía su tipo de administración propia, dada por ellos mismos, con sus peculiaridades;   carecía de gobernantes, no tenía gobierno o autoridad única ni central; no elegía a nadie por elecciones “universales, directas y secretas”; no contaba con cuerpos policiales, Fuerza Armada, ni institución alguna; era un verdadero país, donde sus habitantes se daban sus propias normas, las respetaban y acataban, aunque siempre habían sus peros.

Así era y se vivía en Venecita.

Primero sin ese nombre y luego con él, después que unos “ilustres líderes”, “padres protectores” de la futura patria, decidieran unificarla para conformar un país; y eso lo hicieron por diversas vías y diferentes métodos.

Así, en ése proceso, aparecieron, primero la aceptación y el rechazo al mismo tiempo, la confusión ante lo novedoso, que da paso al enfrentamiento entre propios y extraños; luego viene la guerra, la lucha independentista y las internas por el poder; después vinieron el uso de la fuerza, el diálogo, la consulta, constituyentes y las elecciones, al lado del referéndum… Pero bueno, nació la patria y tenemos un país; con su historia, costumbres y tradiciones, con elecciones y abstención, con y sin trampas electorales y de todo tipo; se fue construyendo país con errores y equivocaciones, con tiranías, dictaduras, democracia e imágenes de socialismo.

Ese país, tu país, mi país, nuestro país, y de todos lo que quisieron hacerlo suyo.

Venecita tiene una larga vida por conocer, y reciente ya unificada, como de 200 años, es joven, pero con una vieja y pesada historia antes de su nacimiento. Su historia global es la historia del mundo, su historia local es la que ha venido construyendo, incluso, se puede decir antes de nacer. Luchar ha sido su pan de vida, así ha construido lo que es, sus pobladores o habitantes, como los quieran llamar no descansan en la construcción de un futuro mejor. Hoy andan en esa tarea…trabajando por y para el futuro.

En ése camino son muchos los obstáculos a vencer y en eso están, superándose día a día; cuando en algún estado de su dinámica social, en el país, que con todo y todo comenzaba a gozar y disfrutar de cierto progreso…por algunas de esas cosas impredecibles de la vida y que nadie puede explicar, después de haber alcanzado un pequeño avance en su forma de vivir, logrando ciertos grados de bienestar colectivo y de considerarse casi bien organizada, retrocedió más de 20 años, dos décadas, que no es cualquier cosa, lo que se dice fácil pero que Venecita sufre.

Y así de repente, en esos tiempos,  como 20 años atrás, de repente y como salido de la nada, por arte de un acto de magia, se apareció un supuesto mesías, quien sin saber nada embobo a casi todos, y tal cual, como un Hamelin (Hame) que se transmuta, les tocó la flauta y con su música los llevo a un destino no esperado, ni jamás pensado, al despeñadero. Salvo algunos, que estaban ocupados en otras cosas o que no oyeron y/o que por experiencia se taparon los oídos, se quedaron fuera del grupo y no formaron parte de los seguidores de Hame; y ahí reside la esperanza, la oportunidad que tiene Venecita, en sus raíces, de lograr el despertar colectivo; la cosa, lo importante, es no dejarla morir.

Y, entonces, para colmo de males, en el mundo un virus de origen impreciso desata una enfermedad que se convierte en epidemia y luego en pandemia.

Esto lo aprovecha el Hame, de forma cruel e inhumana, quien no se cansa de tocar su flauta, y, cuando parece que la población se inmuniza contra todo, la pandemia y la forma de administración, gobierno impuesto, y reacciona buscando mejor vida; él toca su flauta con más fuerza, pero al parecer la población viene aprendiendo y no le hace mucho caso; ante esto el Hame inventa e inventa, compra y compra de todo, conciencia, votos, hasta personas.

Hame reúne a su séquito y decide sin tomar en cuenta a sus habitantes; para ellos, tienen el poder y basta, creen, vanamente, en la inmortalidad y en un mandato divino para la eternidad; y pretenden hacer que el pueblo Venecito lo crea así.

Como se vive en la globalidad, el resto de países del mundo, le pide soluciones concretas y Hame en su creencia de intocable los irrespeta de todas formas y maneras, busca vacilarlos, se inventa diálogos y los patea de forma constante, descarada y hasta vulgar, inventa malos chistes; asume, abusivamente, para ellos los medios de comunicación, quiere y pretende hacer lo que le da la gana, basta que lo dejen hacer, y hasta ahora no ha podido.

La población está asustada, temerosa, tiene mucho miedo, pero eso tiene sus límites.

Hame y su grupo por los momentos andan con un nuevo invento, la “flexibilización vigilada”, con respecto a la pandemia. En este trajinar de la vida, armonizan con sectores que hoy son su dolor de cabeza, y no encuentran salida. Los C, Q y K, planes, colectivos, delincuentes, que se apoderaron de cárceles, sectores populares y otros, ploriferan; lo extraordinario se convierte en cotidiano, las tomas de sectores poblados, encuentros violentos, enfrentamientos armados entre ellos y/o con las Fuerzas Armadas al servicio de Hame, muerte de personas no involucradas (producto del destino final de ” balas perdidas” que no tienen nada que ver con eso) son el pan de cada día.

A todas estas el pueblo  espera un nuevo amanecer que construirá junto, lleno de esperanza, que no morirá jamás en su seno, y lo hará con fe, con mucha fuerza y alegría. Los Venecitos son un pueblo digno, trabajador, futurista, emprendedor y valiente, entre otras cualidades que les son propias, por ello el futuro les pertenece y sabrán conquistarlo y materializarlo para el bien general. Dios bendiga a Venecita y a su pueblo.

@neamog

 

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