Earle Herrera: Cumplehumor de Chávez

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Cantaba, joropeaba, declamaba, reía. Si lo viera venir por ahí, le recordaría: “en un trienio cumples 70 años, ay Hugo”. Pero bueno, ni siquiera llegó a sexagenario, nuestro Comandante Presidente. Los humoristas le regalamos varios libros. Apelamos al humor en los momentos más difíciles: cuando el golpe de abril de 2002 y en el año último de su enfermedad. Y él los celebraba porque sabía reír en los momentos de las dificultades. También, por aquellos días duros, Asalia Venegas convocó a 12 escritoras y pintoras para colmarlo de amor, trazos y letras. Tituló el libro: Chávez en tinta de mujer.

Cuando presentamos el volumen Contragolpe del humor, en la Asamblea Nacional presidida por el compatriota Willian Lara, el Comandante se acercó sonreído a los Roberto y mi persona, hizo una rápida clasificación de los que andan por ahí brindando risas y sonrisas y precisó: “hay humoristas, hay cómicos y hay jodedores. Yo soy de estos últimos”. Para no entrar a debatir con el entonces presidente de la República Bolivariana de Venezuela, nos limitamos a decir: su palabra vaya “alante”.

Una noche subimos a la plaza de El Calvario a realizar un “Aló, Presidente”. La derecha, por esos días, cargaba de arriba a abajo a Mario Vargas Llosa. Después que obtuvo el premio Nobel no lo trajeron más porque se puso muy caro. El escritor estaba empeñado en un debate con Chávez y este le dijo que primero llegara a Presidente porque cuando lo intentó, Fujimori lo barrió. A manos de Chávez llegó esa noche un papelito que antes de leerlo al público le provocó una contagiosa carcajada. Era un mensaje del gran comediante Joselo, quien le escribió: “A mí me dejan al hijo de Vargas Llosa”. ¡Este Joselo es terrible!, siguió riendo el Comandante.

Al cumplir 40 años de su ingreso a la Academia Militar lo entrevisté desde el Kiosco Veraz. Me mostró el “Libro de la Promoción Simón Bolívar”. La mitad de las caricaturas de sus compañeros eran de su autoría. O sea, no solo cantaba, joropeaba, declamaba y reía. También dibujaba para reírse de sí mismo y de sus camaradas. Antier, cuando escribía esta crónica de cumpleaños, llovió toda la tarde, como el día del mitin póstumo que lo condujo a su épica victoria de 2012. La lluvia tiene sus lecturas. Junto a Chávez, leamos en su perfecto abecedario.

 

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