Así funciona la dinámica multimoneda en Venezuela

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Para nadie que viva en Venezuela es desconocida la coexistencia necesaria de múltiples formas de dinero y medios de pago alternativos al bolívar. Y esto es así porque al acudir a los mercados, a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional, veremos que la escogencia de la forma de dinero y medio de pago variará según la ubicación geográfica, formalidad o informalidad del negocio, procedencia o tipo de producto, así como también la disposición o no de energía eléctrica e internet en el lugar de la compra, entre tantos otros factores presentes más allá de la propia hiperinflación, que ya cuenta más de 43 meses en el país.

Si bien existe una moneda de curso legal y de obligatoria aceptación, la idea más básica del dinero aduce al “acuerdo” o “consenso” entre las partes que intercambian bienes y servicios para cubrir una necesidad en el mercado, usando para ello un “tercer objeto” físico o no, que sea ampliamente aceptado por ser unidad de cuenta, reserva de valor, ser divisible y convertible en otros bienes y servicios.

En este sentido, para el caso venezolano, las distorsiones monetarias y cambiarias han llevado a los consumidores a “pactar” otras formas de dinero y elementos de intercambio, más allá de la obligación del signo monetario nacional, siempre y cuando exista convertibilidad y aceptación del elemento escogido entre ellos.

Es por esta razón que se viene normalizando desde hace algunos años a la fecha la preferencia de determinados medios de pago y tipos de moneda por sobre el signo monetario nacional. De esta manera, el uso del bolívar físico se ha reducido a solo el 20% del cono monetario, debido a que el resto de las denominaciones de los billetes en circulación (80%) no son aceptadas por su escaso poder de compra.

Esta situación ha obligado mayormente a una migración del bolívar físico a uno digital, vía P2P interbancario, transferencias entre cuentas y ahora C2P interbancario también, teniendo muy presente la variable tiempo en el uso de este dinero desmaterializado.

En este mismo orden de ideas, toda estrategia financiera de flujo de efectivo en hiperinflación exige aplicar los saldos de la moneda hiperinflacionaria lo más pronto posible, siendo el resto -de existir alguno- convertido en otra forma de dinero que represente aceptación, confianza, respaldo, convertibilidad y reserva de valor.

Es acá donde las divisas y otras formas de dinero entran en la ecuación, bien sea física o digitalmente, debido a que, por la búsqueda de la protección del valor del trabajo representado en dinero hiperinflacionario, es indispensable contar con diferentes opciones, sean éstas monetarias o no.

Es por esta razón que las divisas, los criptoactivos y hasta el oro están siendo empleados -en diferente proporción- en el territorio nacional como medios de pago de uso cotidiano entre personas, comercios y servicios.

De esta manera, el dólar estadounidense (USD), el euro (EUR), el peso colombiano (COP), el real brasilero (BRL), USD vía Zelle, el BTC, ETH, DASH, BNB, BUSD, USDT, UDSC, SLP y las puras y gramas de oro (AU), forman parte del portafolio de opciones alternativas al Bolívar (VEF), representando mayores posibilidades de aceptación, confianza, respaldo, convertibilidad y reserva de valor dentro y fuera del mercado nacional.

El tipo de cambio oficial y no oficial del bolívar, el precio de mercado de las criptomonedas en dólares -volátiles y estables-, así como el precio de la onza troy (OZT) de oro en divisa estadounidense en los mercados internacionales, son variables que muchos venezolanos ya tienen en cuenta para realizar sus cálculos y operaciones cotidianas de intercambio en los mercados nacionales e internacionales, porque el uso de estos medios alternativos de pago les ha abierto la puerta a la posibilidad de hacer operaciones globales, a través de plataformas digitales de intercambio que aceptan estos vehículos de representación de valor, como una forma más de dinero.

Toda esta nueva dinámica multimoneda está cambiando incluso la demanda de dinero y escogencia de medios de pago en el mercado interno nacional, debido a que sus usuarios están más abiertos a recibir -incluso exigir- divisas, criptoactivos y oro como única forma de remuneración y recompensa por su actividad laboral o comercial, en desmedro del propio signo monetario nacional ante la evidencia de una mayor aceptación, confianza, respaldo, convertibilidad y reserva de valor de éstas formas de dinero y medios de pago.

Ciertamente el bolívar sigue presente, pero cada vez menos, quedando para operaciones supeditadas a su exclusiva recepción, para el pago de redondeos en moneda extranjera y físicamente, como envoltorio o cubierta del oro a ser entregado como forma de pago en el sur del país.

Ante la ausencia de una coordinación macroeconómica orientada a corregir los desequilibrios del mercado interno en materia monetaria, cambiaria y fiscal, y en presencia de una continuada indisciplina fiscal de gasto y transferencias sociales directas, el propio mercado ha buscado mecanismos que le permitan mantener los equilibrios en el corto y mediano plazo echando mano a toda forma de dinero, medio de pago alternativo e innovación tecnológica financiera disponible que consiga el objetivo de hacerle frente a la hiperinflación rampante, que pareciera no detenerse en su avance en lo que resta del presente año.

El autor es economista, docente-investigador, profesor invitado del IESA y CEO de Olmos Group Venezuela

Banca y Negocios

 

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