Es llamativa la historia personal del escritor checo Milan Kundera. Luego de haber desarrollado una sorprendente obra, siendo nominado varias veces al Premio Nobel de literatura, se ha mantenido prácticamente retirado de la vida social que en ocasiones empobrece el mundo interior de las personas. Alejado de la prensa y los medios de comunicación desde hace años, Kundera nos deja un legado que a mi juicio va a sobrevivir el duro dictamen del olvido. Es un escritor universal, cuyos libros, a raíz del resurgimiento de algunas ideologías que se consideraban muertas, cobra más vigencia que nunca.
Desde el nicho a la eternidad
Dos veces expulsado del Partido Comunista, su trabajo está marcado por el cambio de pensamiento del hombre atribulado del siglo XX, que ve la desaparición de un tiempo para dar cabida a una manera de reflexionar distinta, que obliga al hombre de ideas a mirar hacia adentro, a hacer un genuino acto de introspección y dar más contenido a la dimensión íntima que marca y condiciona nuestros actos. En 2005 aparece un ensayo en siete partes titulado El telón, que es una especie de “hasta luego” del escritor virtuoso y una aparente ¿(pre)despedida? de sus lectores. Texto impoluto, donde ninguna de las ideas planteadas está de más, destacando en el mismo ciertos aspectos, como la relación del hombre con su tiempo histórico y cómo la contemporaneidad de cada uno hace cambios en lo más íntimo del ser; la forma como el hombre se vincula con la historia que le toca vivir y las consecuencias de sus intentos por modificar los acontecimientos. De cómo cierto tipo de política logra llegar a tocar y trastocar las fibras más sensibles del ser y puede ser imposible escapar de ella, aunque partamos y tratemos de desembarazarnos, pues no hay manera de que no nos alcance. La política como elemento que destruye vidas y da sentido a la existencia de las personas.
Nuevamente: el eterno retorno
En El telón se asoma la idea de que “la repetición” es atinente al artista. De hecho, si queremos ver precisamente cómo una obra evoluciona en torno a un mismo eje, la de Milan Kundera es un clásico ejemplo de ello. Escritores como Graham Greene, García Márquez, William Faulkner, Antoine de Saint-Exupéry y muchos otros, han hecho de su legado literario una gran obra que en realidad es indivisible y si bien se puede afirmar que es repetitiva, también se puede decir que su totalidad forma un conjunto uniforme y único en medio de la diversidad. Este autor muestra su relación con el arte y lo necesario que es para la vida humana, porque es el único camino que permite que nuestra alma sobreviva a la intemperie de lo cotidiano y lo vulgar. Kundera ha escrito ensayos sobre el arte literario y en El telón, la cuarta parte se titula ¿Qué es un novelista? Disertación que permite vincular la estética y la existencia. Para él, las artes europeas, cada una a su hora, levantaron el vuelo de la misma manera, transformadas todas en su propia historia. Éste fue el gran milagro de Europa: no su arte, sino su arte convertido en historia. La historia del arte es para el escritor checo perecedera, mas “la palabrería” del arte es eterna.
Escritores admirados y compartidos
Un aspecto destacable de Kundera es la devoción a la obra de Cervantes, siendo Don Quijote de La Macha una de sus más importantes influencias. El Quijote es venerado y expuesto como la máxima representación de la palabra escrita. El ingenioso hidalgo personifica para Kundera el vértice de la más alta realización humana que plantea tres elementos consustanciales con la vivencia humana.
1) La identidad, pues a fin de cuentas un hidalgo de aldea, Alonso Quijano, dice ser quien no es y trata de cambiar el mundo, como lo han hecho y siguen haciendo los humanos que se creen predestinados a realizar grandes obras, en un alarde de desconocimiento de sí mismo y de las circunstancias. A todas estas ¿Quiénes somos?
2) La verdad como simple consenso, independientemente de que trastoque lo que pretendemos que es real. Una bacía de cobre, por votación, termina siendo un yelmo. Don Quijote se resiste a tomar el yelmo por una bacía. Se somete al voto secreto y en una broma, los parroquianos cambian “por consenso” lo existente.
3) El amor como “idea” de amor. No el cuestionamiento a los amantes, sino al amor, porque ¿Qué es el amor si se ama a una mujer sin conocerla? ¿Una simple decisión? ¿Una imitación? Si desde la infancia los ejemplos de amor no nos incitaran a seguirlos, ¿sabríamos qué quiere decir amar?
De esta manera, a través de Alonso Quijano, Milan Kundera señala que se ha inaugurado, para nosotros, el arte de la novela mediante tres preguntas sobre la existencia: ¿Qué es la identidad de un individuo? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es el amor? La obra de Kundera se defiende sola. Sus libros asoman las preguntas y respuestas de lo que a mi juicio es el legado literario que más satisfacciones me ha generado en estos tiempos que corren.
@perezlopresti