Mientras diferentes sectores de la sociedad se empeñan y trabajan por el reencuentro, la reconciliación y el diálogo, otros actores “sin querer queriendo” dificultan o torpedean este proceso.
Con el poder transmediático hemos topado. Proceso dinámico, donde el poder se despliega tanto en los medios tradicionales como en “los nuevos escenarios abiertos por una comunicación multidimensional y multidireccional”. Importante destacar que el orden social y político están intrínsecamente relacionados con el sistema mediático. De manera tal, que el orden político y la organización de la vida social en su conjunto se conforman, cada vez más, como un sistema mediático.
Allí tiene lugar un proceso de construcción de significados que establece y define las relaciones de poder, contrapoder y control social propias de la vida en sociedad. Ello nos conduce al poder transmediático entendido como el derecho a exponer a otras personas a la muerte social y/o política, donde imperan lógicas de aislamiento además de otras formas de violencia política. Una suerte de realidad paralela mediatizada donde, en contraposición al proceso de diálogo en curso, aún hay sectores que apuestan a la polarización y a la desaparición política del otro.
Poder transmediático que, de acuerdo a la afiliación política, dictamina de forma abierta o encubierta como y cuando un polo debe vivir y el otro desaparecer. Tal manejo del poder transmediático a su vez nos coloca en el terreno de la necropolítica, que se refiere al uso del poder con miras a controlar la vida de las personas; incluyendo el derecho a criminalizar, a imponer la muerte política y/o social, además de formas diversas de violencia política. Ámbito donde unas vidas importan, mientras que otras carecen de valor alguno.
Si se plantea la existencia de la necropolítica y la necroeconomía, podríamos entonces hablar de la necrotransmedia que dictamina como, cuando y porque se criminaliza a grupos, se les aísla y separa del resto de la sociedad; decidiéndose además quienes deben morir social y políticamente, al igual que a quienes se les permitirá vivir…
De allí que se concluya en dos realidades, la mediática y la factual, que se enfrentan y confrontan, a la vez que se retroalimentan fundiéndose en el poder transmediático.
@maryclens