Carmen de Carlos: La historia

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Lo que mal empieza, suele terminar peor. Pasa en la vida privada y en la pública. Para evitar este pronóstico, los que llegan al poder pusieron de moda buscar fórmulas revisionistas con un discurso de ficción, que la Argentina de los Kirchner exportó a España bajo el término «relato». Los españolitos de Podemos y del PSOE de Pedro Sánchez lo compraron deprisa y el resto entró al trapo de las mentiras. No quisieron saber que ese cuento, viejo por otra parte, era papel de envolver pescado podrido y, al final, huele, revuelve las tripas y afloja el bolo digestivo de la inteligencia.

Reescribir la historia, de ciudad de México a Punta Arenas, es una tentación recurrente a la que, ahora, se entregan los gobiernos de Bolivia y Perú, los últimos en creer en lo increíble. La gente de Luis Arce, por medio de la Fiscalía boliviana, pagó unos 30.000 euros a Juan Manuel Corchado, catedrático de la Universidad de Salamanca, para que, en definitiva, diga que todo lo que vieron, comprobaron y reflejaron en sus informes las misiones de la OEA y de la Unión Europea, sobre el terreno de las elecciones fraudulentas de Evo Morales del 2019, era falso. Dicho a su manera, que «no hubo manipulación» en el escrutinio. Esto es, que el mega apagón que dio la vuelta a la tortilla de los resultados, por no hablar de los cambiazos de urnas preñadas y otros partos, no modificó el curso natural del escrutinio. El escándalo salpica a la universidad más antigua de España y su prestigio, de rebote y tristemente, se pone en tela de juicio.

«Un conjunto de peruanos que han tomado un camino equivocado», es como define Guido Bellido Ugarte a Sendero Luminoso, el movimiento terrorista más salvaje que asolará el continente americano (en competencia con las FARC). Sus 70.000 muertos, descuartizados, desaparecidos, niñas violadas y menores secuestrados, parece que pasan a un segundo plano para el actual Presidente del Consejo de Ministros de Perú. Investigado por apología del terrorismo, este hombre, si sigue por este camino, se perfila como el Vladimiro Montesinos de Pedro Castillo. Ambos empiezan mal y mucho me temo que, al paso que van, terminarán pronto y peor que Fujimori y su monje negro.

 

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