Venezuela confronta una crisis que impacta prácticamente todos los aspectos del quehacer nacional producto, en primer lugar, del colapso del modelo rentista petrolero que ha imperado desde que el petróleo asumió el papel protagónico en el desarrollo nacional. Pero el drama que vive el país está igualmente vinculado al fracaso del modelo estatista y socialcomunista que se ha tratado de imponer en las últimas dos décadas. Todo lo anterior ha generado una crisis de las instituciones democráticas y de valores y principios que se refleja en la pobreza del liderazgo, el deterioro de las organizaciones políticas y en la generalización de la corrupción como sombría característica de la realidad actual. Es por ello quepor lo que se está planteando frente a este drama nacional la necesidad de reconstruir o reinventar el país. O refundar la república como lo ha propuesto recientemente la Conferencia Episcopal Venezolana.
Para reinventar el país no solo se requiere entender a cabalidad la naturaleza de la crisis nacional y sus nefastas consecuencias, sino igualmente es necesario tomar en consideración factores y realidades externas que deben ser considerados para hacer viable ese cambio necesario, algunos de los cuales representan serias amenazas para la libertad y la democracia y otros suponen serios retos para enfrentar las nuevas realidades globales, ya no desde las perspectivas de la histórica primera revolución industrial y de los agotados paradigmas de la Guerra Fría, sino considerando el dinámico proceso de cambios impuestos por la revolución científica y tecnológica que está generando transformaciones inéditas e impredecibles, aceleradas como consecuencias de las medidas de confinamiento para enfrentar la pandemia del COVID 19, poniendo en evidencia que en el futuro cercano será la economía del conocimiento la que defina el nuevo entorno empresarial y las nuevas relaciones en los negocios. Igualmente deben considerarse las amenazas que para la libertad, la democracia, y los valores fundamentales de la cultura occidental, representa la llamada agenda globalista y el progresismo como nueva careta del social comunismo y de otras tendencias totalitarias en el empeño de imponer un nuevo orden mundial (NOM), con objetivos de implantar una sociedad global igualitaria y multicultural y promover la ideología de género, la destrucción de la familia, las fronteras abiertas y la destrucción de la soberanía nacional y de la identidad nacional. Todo lo cual contrasta con las ideas del patriotismo y amenaza el tradicional Estado Nación.
El magno reto de refundar la república o reinventar el país supone entonces la promoción de un paradigma con visión integral y holistica para responder eficientemente frente a los factores internos y externos que deben superarse para lograr el desarrollo humano sustentable al que todos tenemos derechos y estamos obligados a promover, preservando la libertad y la dignidad de la persona humana como valores irrenunciables. Ese paradigma lo integra la Economía Social de Mercado que, como sistema económico y social generó el llamado Milagro económico alemán de la postguerra y mantiene a Alemania como la más poderosa economía de la Unión Europea en donde igualmente se aplica ese sistema. Cabe destacar que Alemania se destaca como la cuarta economía a nivel mundial, luego de Estados Unidos, China y Japón y junto con varios países nórdicos resaltan en el grupo de los diez países de mayor desarrollo humano y mayores indicadores de capital social.
En la Economía Social de Mercado el desarrollo no se entiende solamente como un problema económico que puede concebirse en términos exclusivamente modelisticos, sino que tiene que promoverse con toda su compleja íntegralidad social y humana, lo cual exige propuestas sistémicas que reconozcan la interrelación entre los sistemas políticos y económicos y la necesidad del consenso social, combinando en el mercado los principios de libertad, equidad social, respeto a la dignidad de la persona humana y preservando el interés medioambiental. Por ello se postulan como principios constituyentes básicos de este sistema para garantizar la competencia perfecta la política de precios libres, la estabilidad monetaria garantizada por la autonomía del Banco Central, el libre acceso a los mercados, la garantía de la propiedad privada y su libre disposición, la libertad contractual e individual, la plena responsabilidad de los agentes económicos en el mercado y la constancia o continuidad y transparencia en las políticas económicas. En base a esos principios se define el campo de acción del Estado para asegurar tanta competencia como sea posible y tanta planificación como sea necesaria, todo ello fundamentado en los principios de solidaridad y subsidiaridad y en el reconocimiento de la humanización del trabajo y las transferencias sociales focalizadas, sin generar dependencia ni promover clientelismo político sino para contribuir a incorporar a la economía de mercado a los ciudadanos más vulnerables –ayuda para la autoayuda-
Dada la profundidad de los cambios que se requieren para reconstruir el país y las enormes resistencias internas y externas a vencer, la incorporación del paradigma de Economía Social de Mercado debe estar sustentado en un sólido desarrollo del capital social como factor de confianza y en un sistema de normas y valores cívicos que aseguren la libertad y el correcto funcionamiento de la rdemocracia y la transparencia de la gestión gubernamental a todos los niveles. Ello supone la práctica de la solidaridad, de la asociatividad, del emprendimiento y la promoción de redes comunicacionales entre las personas integrantes del conglomerado social actuando éticamente. Supone igualmente la formación de ciudadanos con sólidos principios morales y capaces de saber elegir en los procesos democráticos y de reclamar cuando no cumplan los elegidos. Supone además la actuación de políticos que entiendan su desempeño como un apostolado al servicio de la sociedad y del bien común y no como la oportunidad para el logro de oscuros beneficios personales o grupales. Supone además empresarios que no ignoren su responsabilidad política y que actúen convencidos de que sus intereses crematísticos y grupales no pueden marginar a su responsabilidad social y al compromiso patriótico. Supone finalmente fortalecer las instituciones de la sociedad civil como actores fundamentales en el programa de cambios propuestos.
La Economía Social de Mercado luce sobre todo como el sistema idóneo para superar la cultura del rentismo y del clientelismo político y para tratar de erradicar el maligno vicio de la corrupción. Pero además este sistema puede ser la vacuna apropiada para exterminar en nuestra sociedad y en nuestra cultura el mesianismo y el caudillismo y clientelismo político que han sido rémoras para el desarrollo democrático del país y han impedido la conformación de una genuina democracia de ciudadanos.
Un cambio radical en nuestro sistema educativo se hace imprescindible para lograr los objetivos señalados, por ello a este objetivo debe dársele la máxima prioridad en la reconstrucción del país. El cambio debe orientarse hacia el logro de una educación que en todos los niveles del sistema incluya la formación en valores y el desarrollo de la cultura cívica para formar ciudadanos conscientes del compromiso democrático y la responsabilidad social que implica su desempeño como protagonistas de las transformaciones implícitas en el paradigma propuesto. Las instituciones de educación superior, en especial las universidades, además de tener que adaptar sus procesos y modelo educativo a las condiciones impuestas en la era digital, en la que ya no tendrán un papel protagónico en la transferencia de información, deben comprometerse activamente en la promoción de los valores y principios ciudadanos que aseguren la libertad, la democracia y la paz social. Igual responsabilidad deben asumir quienes gestionan los medios de comunicación social, las organizaciones empresariales, las Iglesias y las organizaciones relevantes de la sociedad civil. Todo lo cual implica la necesidad de promover un Gran Acuerdo Nacional para lograr el histórico objetivo de refundar el país, mediante la convergencia y promoción de las ideas que sean el sustento motor de ese Acuerdo. Recordando con Jacques Maritain que “Las ideas mueven a los hombres y la lucha por las ideas jamás se debe descuidar”.