En el primer semestre de 2021, el Observatorio de Universidades registró al menos 57 hechos delictivos en contra de las universidades públicas del país. 88 % de los casos fueron hurtos y 12 %, robos. En esas estadísticas se incluye a las universidades en Guayana.
El futuro de la educación superior es incierto debido al constante desmantelamiento que sufren las universidades en Guayana y todo el país.
El confinamiento por la pandemia de COVID-19, desde marzo de 2020, solo llevó a un abandono de las universidades. Con ello vino la destrucción de su infraestructura, lo que las deja en un futuro incierto para un retorno a clases presenciales. De hecho, el déficit presupuestario ya las tenía en una situación de decadencia.
“Se apaga la luz de Guayana” es una afirmación que en los últimos días toma fuerza en la región. Esto después de difundirse imágenes del estado actual de la Universidad Experimental de Guayana (UNEG).
Son 14 aulas de esta casa de estudios que están clausuradas por inestabilidad estructural. Apenas seis funcionan medianamente, debido al desvalijamiento que sufrieron.
Es lamentable lo que ocurre con el desmantelamiento de la UNEG. En Villa Asia, las aulas están prácticamente sin aire acondicionado, se están robando los aires, los filtros de agua. La universidad solo se ha dedicado a limpiar áreas verdes, porque el Ejecutivo nacional tiene una política de dejar sin presupuesto a las universidades para mantenimiento de equipos, vigilancia, autobuses, comedor”, denunció Raúl Brito, presidente de la Asociación de Profesores de la UNEG.
Daños incontables
La sede de la UNEG en la avenida Atlántico tiene más daños que la de Villa Asia. De hecho, a principios de noviembre de 2019, las autoridades universitarias cerraron este núcleo, precisamente, por el deterioro. Alrededor de 7000 estudiantes fueron transferidos a la sede de Villa Asia, obligando a reestructurar la asistencia a clases con semanas intermedias.
“La sede Atlántico está peor. El módulo de la aldea universitaria está destruido, le robaron las puertas, los tableros eléctricos, los aires, las luces. El módulo de informática y de administración también fue sometido a la delincuencia. Le robaron las computadoras que estaban activas, igual los cauchos de los autobuses, los motores. Se mantiene un incesante saqueo”, agregó Brito.
Señaló también que los equipos tecnológicos del área administrativa están obsoletos y en cualquier momento pueden colapsar los servidores: “La luz de Guayana se va a apagar por la negligencia de las autoridades”.
A esto se suma la deserción de estudiantes junto con la de profesores y personal administrativo y obrero, debido a los bajos salarios que devengan. Recientemente, a espaldas del gremio, se firmó una convención colectiva que rechazan.
“Se firmó a espalda de los profesores un contrato colectivo que prácticamente deja en más indigencia al profesor universitario. El que más va a ganar serán 11 dólares de salario básico. Es muy difícil que volvamos a las aulas de clases cuando los profesores no tienen transporte, HCM, tienen un salario de hambre y aulas sin condiciones”, sostuvo Brito.
La UDO apagada
En la sede de la Universidad de Oriente (UDO) en San Félix hay 36 aulas sin energía eléctrica.
Desde enero hemos tenido tres robos que han causado graves daños. Desmantelan los transformadores para sacarles el cobre y el aceite, para comercializarlos en chatarreras. Los aires acondicionados que no funcionan también son desmantelados”, denunció Franklin Rodríguez, dirigente estudiantil de la UDO en San Félix.
Explicó que la universidad contaba con tres bancos de transformadores, cada uno con tres equipos, para un total de nueve.
“Seis transformadores que cubren la parte de las aulas fueron desmantelados. Solo hay electricidad en el edificio administrativo, donde se mantiene todavía ese banco de transformadores, porque el edificio queda un poco alejado de las aulas y hay presencia de personal administrativo allí”, detalló Rodríguez.
En el resto de los espacios de la UDO en San Félix, como en las demás universidades en Guayana, domina la maleza, las canchas deportivas están sin techos porque se los hurtaron, al igual que el cableado en los pasillos.
También padecemos por el déficit en control de estudio, proceso administrativo, falta de personal, de profesores, de vigilancia, aunque la policía prestó el servicio por unos meses. Hemos hecho la denuncia al Ministerio de Educación Universitaria, gobierno regional y municipal, diputados a la Asamblea Nacional. Nos han atendido, pero no han llevado a cabo respuestas contundentes sobre la situación”, agregó.
La única respuesta de este año fue de la Alcaldía de Caroní, hace un par de semanas, para el desmalezamiento.
“Es difícil la situación para un regreso a clases. Necesitamos urgente un saneamiento por el tema de la pandemia, y el plan de vacunación ha sido deficiente”, estimó Rodríguez.
Destrucción total
La UDO en Ciudad Bolívar está en una situación mucho más crítica. De acuerdo con la ONG Aula Abierta, desde marzo del año pasado se han registrado al menos 50 actos vandálicos contra esta casa de estudios.
Para María Coromoto Casado, rectora de la UDO en Bolívar, se trata de un ensañamiento en contra de la universidad. Además del desvalijamiento a la Escuela de Ciencias de la Tierra, en lo que va de año se reportaron tres incendios, presuntamente provocados.
El primero ocurrió el 5 de enero y afectó 90 % de la sede de Fundageominas, en la Escuela de Ciencias de la Tierra. Este espacio servía para el estudio, cuantificación y valoración contable de los recursos mineros y del suelo en el estado Bolívar. El espacio estaba inoperativo, y el poco mobiliario que quedaba se quemó en su totalidad.
Durante la inspección, las autoridades indicaron que el fuego fue provocado. Incluso, desde meses antes del incendio no cuentan con cables de alta tensión, ya que fueron robados.
El 2 de febrero, menos de un mes después, hubo un segundo incendio en los mismos espacios donde se ubica la Escuela de Ciencias de la Tierra, la más afectada por el vandalismo.
El tercer incendio fue el 19 de julio en la sede de cursos básicos, de donde ya habían hurtado pupitres, puertas y cableado eléctrico. Las llamas consumieron dos oficinas en el tercer piso del recinto.
Con información de Crónica Uno.