Un informe publicado recientemente por la revista colombiana Semana reveló los documentos obtenidos por las Fuerzas Armadas y la Policía de ese país en la computadora personal de Miguel Botache Santilla, alias ‘Gentil Duarte’, en una operación lanzada en Caquetá que tenía como objetivo apresar a uno de los jefes guerrilleros más peligrosos de la nación, pero que finalmente huyó.
La información confirmaría la relación que existe entre las filas disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el ejecutivo de Nicolás Maduro para afianzar sus estrategias geopolíticas y así ampliar sus nexos con otros gobiernos como el de Corea del Norte o Irán.
Milos Alcalay, diplomático y embajador de Venezuela ante Naciones Unidas entre 2001 y 2004, calificó las revelaciones sobre el contenido de la computadora de “Gentil Duarte” como una “bomba informativa” que reconfirmaría los nexos del chavismo no con una, sino con varias facciones guerrilleras.
“El régimen (de Maduro) no tiene relaciones ni privilegiadas ni exclusivas con un solo sector, sino con varios sectores. ‘El enemigo de mi enemigo es mi amigo’. Todos ellos son interlocutores aceptables y eso es muy grave”, afirmó durante una entrevista con la Voz de América.
En esa línea, resaltó que el oficialismo venezolano ha demostrado ser capaz de mantener buenas relaciones con comandantes de las distintas disidencias de las FARC, como ‘Iván Márquez’ y el propio ‘Duarte’.
Valora los escritos de ‘Gentil Duarte’ como una “forma de lucha de poder”, un intento del comandante guerrillero de demostrar que su influencia y contactos dentro del gobierno venezolano llegan al punto de diligenciar arsenal militar.
“Se parecen mucho a los anuncios del Foro de Sao Paulo, que hablan de su intención de desestabilizar la región. Es una búsqueda del poder a través de la fuerza que tienen con personeros del régimen (de Maduro)”, opinó.
La presencia de la guerrilla en Venezuela
Alcalay, quien sirvió como embajador en Rumania, Israel y Brasil, destacó que los apuntes de ‘Duarte’ son “una especie de jaque al rey”, porque no involucra menciones a simples funcionarios de niveles bajos, sino al mismo Maduro, y calificó como “un despropósito” la solicitud de armamento militar al gobierno venezolano y el planteamiento alternativo de recibir los recursos para comprarlo, de no ser posible lograrlo mediante el poder ejecutivo.
El diplomático hizo un paralelismo entre este caso y el de las computadoras de alias ‘Raúl Reyes’, líder de las FARC muerto en marzo de 2008 en Ecuador en un operativo militar de Colombia bautizado Operación Fénix.
Según el gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe, los aparatos contenían información sobre cooperantes de la guerrilla, entre los que se destacaban los gobiernos de Hugo Chávez, en Venezuela, y Rafael Correa, en Ecuador.
Tanto Chávez como Correa atribuyeron esas denuncias a un intento de Uribe de distraer la atención en Colombia y el extranjero sobre la llamada “parapolítica”.
Alcalay augura que foros internacionales de lucha contra el terrorismo, como la OEA, seguramente debatirán los reportes de la computadora de ‘Gentil Duarte’, pero advierte que Rusia y China, aliados de Venezuela, podrían evitar que se ventilen en organismos como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Por eso, cree que Rusia, particularmente, usará su influencia como país acompañante de la mesa de diálogo sobre Venezuela instalada este mes en Ciudad de México para vetar el tema. “Ese tema abre la relación con otras fuerzas terroristas, como Hamás, Hezbolá, la Yihad. No se trata solo de Venezuela”, apuntaba.
Consecuencias geopolíticas
Sadio Garavini, doctor en ciencias políticas y embajador retirado de Venezuela, remarcó que las denuncias sobre la computadora de ‘Gentil Duarte’ revelan “la profundidad” de las relaciones venezolanas con las disidencias de las FARC.
Sobre eso, enfatizó que los vínculos con grupos irregulares se elevan a un nivel superior al de brindar “santuario” para reposar en territorio venezolano a salvo de ataques desde Colombia o al de facilitar operaciones financieras, como la extracción de coltán u oro del Ejército de Liberación Nacional al sur.
“Lo que viene en el computador de ‘Duarte’ aumenta la gravedad de la relación. Se trata ya de un acuerdo o alianza definitiva del régimen (de Maduro) con apoyo logístico a una guerrilla en su objetivo de desestabilizar el gobierno y la institucionalidad colombianos”, advirtió Garavini.
Opina que el caso ‘Duarte’ tiene consecuencias geopolíticas que salpican al mayor aliado del gobierno de Colombia: Estados Unidos. A su entender, el presidente Joe Biden debe ocuparse en prevenir que escale la alianza de la guerrilla colombiana con Venezuela tras la “debacle” del retiro de tropas estadounidenses y la caída súbita del gobierno de Afganistán.
“Esa mala implementación (en Afganistán) es una tacha de la administración Biden. Ahora, perder a Colombia como aliado por la acción evidente y clara del régimen de Maduro, apoyado a su vez por Rusia y China, sería un golpe geopolítico. Esto sería muchísimo más grave para el prestigio de Estados Unidos que el retiro mal empleado en Afganistán”, manifestó.
El apoyo de Maduro
La relación entre las FARC y el gobierno de Nicolás Maduro no es algo nuevo. Ryan Berg, investigador del programa de las Américas en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS por sus siglas en inglés), indicó que el gobierno de Nicolás Maduro mantiene una relación “bastante cercana con muchos de los disidentes de las FARC” e incluso “ha apoyado abiertamente” a la guerrilla colombiana.
“Maduro incluso ha dicho, después del acuerdo de paz de 2016, que los miembros de las FARC son personas invitadas a territorio venezolano”, subrayó.
Berg, que lleva varios años investigando el impacto de las relaciones entre el Palacio de Miraflores y la disidencia de las FARC, recalcó que el interés principal del ejecutivo venezolano radica en la desestabilización de Colombia y en el desarrollo de economías ilegales, como el narcotráfico.
“Sabemos que el régimen de Maduro utiliza la presencia de las FARC en algunos de sus territorios fronterizos como instrumentos de poder y para desestabilizar al país vecino, Colombia, para participar en las economías ilícitas como el tráfico de drogas a través de zonas fronterizas”, detalló.
“Caldo de cultivo” para las FARC
A su parecer, el acercamiento del Gobierno de Venezuela a las FARC supone “un caldo de cultivo para que el grupo se reagrupe, reclute más individuos en sus filas y se reconstituya” tras el acuerdo de paz.
“Hay que recordar que estos son disidentes de las FARC que no quisieron participar del acuerdo de 2016, que rompieron con el tratado para deponer las armas”, apuntó Berg, subrayando que los vínculos suscritos con Venezuela “les da una oportunidad significativa para reconstituirse, para ganar fuerza nuevamente y para operar sin problemas, porque tienen la complicidad del estado venezolano.
Con todo, agregó que estas conexiones suponen una amenaza no solo para Colombia o Brasil sino para la región de América Latina y el resto del continente, en tanto que se estaría formando un “grupo que está muy conectado a los mercados mundiales ilícitos” y que “participa activamente en ellos”.
“Es un grupo que está diversificando sus intereses económicos ilícitos no solo en la cocaína, también en la deforestación ilegal de madera, el tráfico ilícito de vida silvestre y muchos otros mercados en los que puede participar. Solo necesita espacio y tiempo para poder desarrollar algunos de estos elementos en su organización (FARC). El estado venezolano está brindando en este momento ese espacio”, afirmó el investigador del CSIS.
La pandemia beneficiaría a las FARC
Otro factor importante que hay que tener en cuenta es la grave crisis política, humanitaria y socioeconómica que vive Venezuela, ahora agravada con la pandemia del coronavirus, que puede provocar que muchos con necesidades se vean obligados a formar parte de las FARC.
“Ahora, dada la gravedad de la crisis del COVID-19, muchos corren el riesgo de ser potencialmente reclutados por grupos criminales. No tengo ninguna duda de que los hombres jóvenes de 12 a 17 años pueden ser vulnerables a eso”, dijo.
“Los jóvenes corren un riesgo significativo de verse arrastrados a una vida de delincuencia en este momento en el que hay muy pocas cosas y el futuro parece muy sombrío. Hay problemas con la inseguridad alimentaria, la falta de educación, de atención médica y, por encima de todo, está la pandemia”, añadió.
Gustavo Ocando Alex / Antoni Belchi – Voz de América