Carlos Ñáñez: Acotando los espacios coaptando las libertades

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“Nadie hace bien lo que no sabe; por consiguiente nunca se hará República con gente ignorante, sea cual fuere el plan que se adopte. Simón Rodríguez.

Con la insoportable levedad del ser denunciada por el escritor checo Milá Kundera, todavía existen sectores de la población que se encuentran anclados en 2006, es decir, antes de la inflexión en la narrativa autoritaria del chavismo; este cambio produjo una terrible regresión institucional que ha hecho total a la tiranía, total a su discurso haciendo a la maldad inmanente en cada acción que se toma desde la peana del poder soportada por bayonetas.

La educación, para el chavismo como modelo autoritario siempre ha sido una apetecible pieza de trofeo, pues de acuerdo a las advertencias de Ludwig von Mises, la educación presa o secuestrada le permite a los regímenes totalmente perversos formar a sus acólitos, preparar individuos escindidos de principios, de diques morales, de referentes, es una manera de consolidar el triunfo de toda tiranía crear sujetos acríticos, sin capacidad de cuestionar narrativas, susceptibles de ser indoctrinados y por ende hacerlos dóciles desde el punto de vista social, este último un concepto derivado de la obra de Foucault.

De todo el sistema educativo, tomado, invadido, coaptado, minado y colonizado, la educación superior siempre fue un hueso duro de roer, los intentos por abordar los paradigmas de los contradiscursos de los académicos nunca encontraron un marco común con el chavismo, ninguna ciencia de las enseñadas en nuestras universidades podía tener vinculación con el anatema de vacuidades que supone el chavismo. Así la narrativa del régimen siempre quedaba desnuda frente a los razonamientos lógicos, sus juicios de valor son reducidos a contradicciones lógicas frente al análisis de la realidad, el inocultable fracaso del chavismo esta fresado en el drama humanitario que atraviesa el país.

Pero los lobos siempre son fieros, implacables y las lenguas en sus fauces tienden a cobrarse con calculada perversidad cualquier acto de irredención que embride libertad, fueron a por las Universidades al asignarles presupuestos ridículamente bajos, al hacer de los fondos de funcionamiento y equipamiento, verdaderos eriales en donde la angustia por las insuficiencias se trocasen en el pan nuestro de cada día, todo el personal docente, administrativo y obrero fue defenestrado a la miseria, desde aquel 20 de agosto de 2018, perdimos cinco ceros en nuestros salarios y las escalas de los tabuladores se hicieron absurdamente inviables, sin embargo allí estábamos frente a las cátedras, no para hacerle el juego al régimen sino para imponer la verdad al horror; nuestros salarios miserables nos hicieron profesores pobres, pero jamás pobres profesores.

La pandemia supuso un reto importante para una Universidad en orfandad, la pandemia nos obligó a establecer modalidades a distancia que ya se venían realizando en las universidades, pero la dinámica ruinosa de la prestación de servicios, más la imposibilidad de profesores y alumnos para tener acceso a las tecnologías, abrió las brechas existentes y demostró las falencias de un modelo educativo a distancia que es imposible imponer con éxito, frente a una hegemonía para la cual es más importante reprimir que formar.

Como buenos maestros de la cacofonía, de los circunloquios y de los extravíos de la lengua, el Consejo Nacional de Universidades ha impuesto un “Sistema de Evaluación, Supervisión y Acompañamiento”, que desconoce la autonomía universitaria y pretende vigilar a guisa de una suerte de gran hermano tropical, los desempeños académicos que se vienen desarrollando en las universidades.

Quiero aclarar que formo parte del personal docente ordinario de la facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Carabobo, y que desde el reinicio de actividades virtuales contamos con un proceso de formación y preparación del personal docente en las tecnologías virtuales síncronas y asincrónicas, con un robusto entorno virtual ( Entorno Virtual de Aprendizaje), en donde residen los contenidos de cada curso, además de los contratos de aprendizaje construidos bajo la supervisión de las unidades de diseño curricular. En tal sentido, este sistema SESA, heterónomo y distinto a lo planteado por los Consejos de Facultades y Consejo Universitario, subvierte la autonomía universitaria contemplada en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su artículo 109, el cual reproduzco a continuación:

Art 109 “El Estado reconocerá la autonomía universitaria como principio y jerarquía que permite a los profesores, profesoras, estudiantes, egresados y egresadas de su comunidad dedicarse a la búsqueda del conocimiento a través de la investigación científica, humanística y tecnológica, para beneficio espiritual y material de la Nación. Las universidades autónomas se darán sus normas de gobierno, funcionamiento y la administración eficiente de su patrimonio…omissis… Se consagra la autonomía universitaria para planificar, organizar, elaborar y actualizar los programas de investigación, docencia y extensión. Se establece la inviolabilidad del recinto universitario. Las universidades nacionales experimentales alcanzarán su autonomía de conformidad con la ley.”

Igualmente este pretendido Sistema de Evaluación y Supervisión, escrito desde el Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, contiene una redacción autoritaria y violatoria de la pluralidad de una comunidad de intereses espirituales, que se constituyen en claustro para la búsqueda de la verdad, este concepto tautológico que es tan aborrecido por las tiranías de narrativas torvas, únicas y totales, en la Ley de Universidades en su artículo nueve, se contempla y ratifica el rol autonómico de las Universidades, que este Sistema SESA, pretende subvertir, violar y desconocer, en tal sentido, reproduzco el artículo 9, de la ley de Universidades, para advertir el avieso plan de controlar autoritariamente a las casa de estudio superior:

“Artículo 9.  Las Universidades son autónomas. Dentro de las pre visiones de la presente Ley y de su Reglamento, disponen de:   1.  Autonomía organizativa, en virtud de la cual podrán dictar sus normas internas.   2.  Autonomía académica, para planificar, organizar y realizar los programas de investigación, docentes y de extensión que fueren necesario para el cumplimiento de sus fines;   3.  Autonomía administrativa, para elegir y nombrar sus autoridades y designar  su personal docente, de investigación y administrativo;   4.  Autonomía económica y financiera, para organizar y administrar su patrimonio.”

Así mismo, la propuesta de mecanismo multimodal de educación universitaria y educación mediada por las tecnologías de información y comunicación, insta de manera irónica frente al abandono presupuestario del cual somos presa los académicos en este país, y nuestras casi destruidas infraestructuras universitarias, a que nos procuremos de recursos propios, previa acreditación  de certificar programas y convenios internacionales, cuya celebración corresponde al Consejo Universitario, máxima instancia de deliberación del claustro y esencia indefectible de la autonomía que reta al autoritarismo y pretenden sea demolida, esta pretendida acción desconoce la disposición del artículo 26 de la Ley de Universidades, numeral dos, que establece:

“Artículo 26. Son atribuciones del Consejo Universitario:   1.  Coordinar las labores de enseñanza y las de investigación y las demás actividades académicas de la Universidad;   2.  Estimular y mantener las relaciones universitarias nacionales e internacionales.”

Finalmente, se les exige a las universidades el cumplimiento de un arancel  ilegal que grava en 10% los ingresos obtenidos por matricula, que compensan la ausencia de la debida atención presupuestaria desde el Estado, quien no discute las horridas condiciones del personal docente, administrativo, obrero y estudiantil.

La pretensión final es ordenar, bajo coacción, a las universidades autónomas a obedecer al régimen autoritario, desconocer la autonomía universitaria y usurpar las funciones de los consejos de facultades y consejo universitario, mediante el “Sistema de Evaluación Supervisión y Acompañamiento”, que no es otra cosa que someter al control y vigilancia a las universidades autónomas del país.

Ante este atropello, manifiesto como académico que la Universidad es una comunidad de intereses espirituales, cuya tarea esencial es la búsqueda de la verdad, afianzando los valores trascendentales del hombre, con espíritu democrático y plural, que jamás estará subordinada a intereses de poder político, ni a ideologías o intereses subalternos.

Las Universidades no deben ser vigiladas, somos casas de responsabilidad ciudadana, crisoles de las ideas, semilleros de generaciones; vigilados deben ser aquellos quienes han hecho del erario público un botín personal, son quienes justamente se han extraviado en el camino de la moralidad, los que deben rendir cuentas y manifestar el debido respeto institucional hacia las formas republicanas.

 

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