Enrique Meléndez: Sin estamento militar

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Esta semana se regaron por las redes sociales dos videos, que muestran la descomposición, en la que se encuentran nuestras fuerzas armadas. Uno lo constituye la escena de una paliza, que le dan a un sargento en una de nuestras carreteras, un grupo de malandros: miembros, lo más probable, de un colectivo del gobierno, a propósito del reclamo que le hacen con motivo de la matraca, que él y sus conmilitones le aplican a todo aquel vehículo, que va a surtir de gasolina en determinada bomba. Eso no es cuento, allí la matraca está a la orden del día, y es esto lo que le sacan en cara los malandros, a medida que le propinan patadas; lo cual no es para alegrarnos, aunque uno ve allí una forma de justicia; porque se trata del irrespeto a un uniforme; lo que se traduce en un irrespeto a la autoridad.

Este es un caso entre otros; porque también hace poco rodó un video, donde un oficial le hacía caso omiso a un superior, a propósito de una de esas órdenes arbitrarias, que se imparten unos con otros, derivadas de la práctica de la matraca y otros vicios que pululan, ahora, en ese ambiente del comercio de la gasolina, y las colas que se forman en los alrededores de las estaciones de servicio; tráfico de influencias, etcétera. La circunstancia es que por aquí se comprueba que se ha perdido el estamento militar; su en sí. Pérez Jiménez le rindió culto al uniforme. De hecho, comenzó acaudillando a un grupo de oficiales, recién salidos de la academia militar, como él; un tanto irritados con la atmósfera que se respiraba en las fuerzas armadas; donde habían los llamados “generales de chopos”, es decir, aquellos que se habían venido con Cipriano Castro, detrás de su montonera, que depuso a Ignacio Andrade en el año de 1899, entonces presidente constitucional de Venezuela y que, en ese sentido, se consideraban especies de próceres; por lo que demás está decir, que resultaban chocantes. De manera que la famosa revolución de octubre de 1945, venía a ser también una reacción de la oficialidad joven, salida de la academia; que corre pareja con aquella reacción que ya se había conocido desde 1928, a raíz de los acontecimientos que se suscitan en febrero de ese año, con motivo de la celebración de unos carnavales; reacción que llevan a cabo los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela, a la cabeza de los que serán los líderes de la democracia venezolana en lo adelante; es decir, reacciones de la nueva clase dirigente, que ya no se desplazará en bestia, sino en vehículo, y se fraguará en aulas de estudio; sólo que si aquel liderazgo salido de la universidad será cívico, éste de Pérez Jiménez será militarista, y que es donde se embarca Betancourt con todo el conocimiento de causa; es decir, que Pérez Jiménez no pretende llegar al poder, sino sobre sus hombros; dada la condición de líder populista, que proyecta Betancourt; como se lo interpretará más adelante a Luis Beltrán Prieto Figueroa, sólo que para el momento se trata de un joven aventurero; se lanza por ese barranco, y precisamente, la primera cabeza que le pedirá Pérez Jiménez al maestro Rómulo Gallegos, entre otras exigencias, entonces presidente de Venezuela, en el año de 1948 será la de Rómulo Betancourt, a condición de dejarlo gobernar tranquilo; tan pronto se le presenta con Llovera Páez y Delgado Chalbaud al Palacio de Miraflores.

El hecho es que ese militarismo de Pérez Jiménez venía con la idea de progreso; puesto que éste se inspiraba en el modelo de su maestro, que era Manuel Odría, de quien había sido alumno en la academia militar de Perú, y éste había llegado a la presidencia de este país, y había llevado el progreso a su sociedad. Es decir, son proyectos de gobiernos militaristas que se plantean la edificación de un país. Esto lo digo, porque se maneja en el opinión pública, que el estamento militar se perdió desde el mismo momento, en que Chávez comenzó a sacar los militares para la calle; desde la posición de ministros, hasta la posición de supervisor de gallinas negras en los mercados populares, y al perderse el estamento militar viene la degradación moral. Aquél no le hizo caso a su superior, porque resulta que este es un malandro desatado en esas estaciones de gasolina, y eso le resta autoridad: cada ladrón juzga por su condición.

Que no deja de tocar tampoco el otro video que decía que muestran la descomposición, en la que se encuentran nuestras fuerzas armadas, es decir, otra situación de práctica de la matraca en una carretera, y esta vez mucho más desmoralizante, aún, porque se trata de impedir el paso de la ayuda humanitaria, que iba para Tovar – Mérida, y esto porque la soldadesca que está a cargo de la alcabala móvil, que controla el paso de vehículos hacia dicho destino, quiere la mitad de los enseres, que van en la ayuda humanitaria; como dice el venezolano común: no tienen paz con la miseria, y trafican con las necesidades de su compatriota; pues esta gente, si no lo consume el artículo, que decomisa, lo coloca en el mercado negro; que es lo que le da más carácter de caníbal a su acción, y esto por la degradación moral, que impera en esas fuerzas, repito, desde el mismo momento en que Hugo Chávez los sacó de los cuarteles; donde deben estar, cuando no conteniendo la narcoguerrilla, que resulta un verdadero azote en nuestras fronteras del sur. El hecho es que esta soldadesca chocó con la Iglesia, y así vimos al obispo de Mérida intervenir, para que la ayuda humanitaria le llegara a la población de Tovar, que ha sucumbido bajo las aguas, a propósito de ese fenómeno de La Niña, como se le conoce a esas temporadas en que no cesa de llover durante todo el año; al contrario del fenómeno de El Niño, que es de sequía absoluta, siendo esta región la más afectada de todas; cuando no el litoral central y otras regiones del país.

Uno pudiera decir que, en efecto, Chávez pasó por la Academia Militar, mas ésta no pasó por él, y de allí esa imagen deformada que tenía del uniforme, y que fue lo que lo llevó a violar el juramento militar.

melendezo.enrique@gmail.com

 

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