Luis Fuenmayor Toro: El G4 decidió votar

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Por fin, el G4 decidió explícitamente participar en las elecciones regionales de noviembre, lo que en principio significa su regreso formal a la vía electoral. No significa que hasta hoy estuvieran totalmente alejados y contrarios a toda elección, pues de manera callada hacían presencia en procesos electorales regionales y locales particulares, en los que tuvieran particular interés, de manera que su abstencionismo nunca fue absoluto. La declaración formal del G4 y las declaraciones del líder de Voluntad Popular Freddy Guevara y de varios otros líderes partidistas, demuestran la rectificación habida en este aspecto, y de ellas se pueden extraer ciertos elementos de una autocrítica que pareciera avergonzarlos.

Se entiende que no es fácil aceptar que han estado en una línea política equivocada durante tantos años, en cuyas acciones se han sacrificado vidas de jóvenes venezolanos, que fueron utilizados cobardemente como carne de cañón, mientras sus impulsores y financistas permanecían protegidos en exilios dorados en distintos países. En este sentido no ha habido una verdadera rectificación, pues la autocrítica no ha sido lo profunda que ha debido ser. Sin embargo, no deja de ser positiva la decisión pues, aunque no lo señalen expresamente, significa una reconciliación con la realidad política y el abandono del mundo de la fantasía donde se encontraban.

Desde este punto de vista, ha sido una victoria del gobierno, quien logró ser reconocido por este sector extremista, lo que le permite avanzar en la obtención del total reconocimiento internacional necesario para funcionar y adelantar sus nuevos planes económico financieros. De hecho, la división generada en esta oposición se ha profundizado, lo que es un logro añadido para Maduro. Ya no sólo son María Corina Machado y Antonio Ledezma quienes discrepan, se les suma La Causa R, otros grupos políticos y algunos líderes nacionales. Además, luego de alimentar por años la mente de los venezolanos con ideas absurdas como que “en dictadura no se vota”, “con delincuentes no se negocia” y “votar legitima al régimen”, la decisión reciente tendrá un costo político en relación al respaldo de la gente.

El gobierno, por su parte, ha tenido que ceder en sus posiciones autoritarias y tuvo que reconocer y sentarse a negociar, con un sector opositor que calificó de mercenario del imperio, terrorista y traidor a la patria. Viene cediendo y coincidiendo con ellos en los cambios económicos y financieros, que lleva adelante desde hace varios años, y que se expresan claramente en la “Ley Antibloqueo” y la “Ley de Zonas Económicas Especiales”. De manera que, aunque presente la participación electoral del G4 como un triunfo, también ha sufrido una derrota en cuestiones hasta ahora fundamentales de sus políticas. Claro. En esta derrota también juegan un papel importante las presiones de la oposición que no abandonó la vía electoral ni cayó en acciones violentas.

La conducta electoral del G4 está por verse, aunque los primeros indicios no parecen favorables en contribuir a la derrota del gobierno, por lo menos en algunas regiones importantes. Para ello debería mostrar una conducta menos sectaria que la que se traduce de sus acciones hasta ahora. Pareciera más interesado en lograr una victoria sobre sus competidores opositores, que en tratar de infligir una derrota electoral al régimen de Maduro. De continuar en esta actitud, las elecciones de noviembre darían ganador al PSUV, a pesar de ser minoritario y del rechazo popular al gobierno, y en todo caso serían como unas primarias de toda la oposición, en la que, es necesario aclararlo, ni la Alianza Democrática ni la MUD representarían a todo el abanico opositor.

En cualquier caso, pareciera que se despeja el camino hacia la confrontación electoral como fórmula para dirimir las apetencias y las contradicciones dentro de la sociedad. Y a todos parece interesar que las cosas se apacigüen, que las instituciones comiencen a funcionar, que la economía fluya y que el desastre se reduzca. Lamentablemente, muy pocos parecen tener un proyecto estratégico sostenible como país, como república y como nación, que nos haga realmente desarrollados económicamente hablando, a través del crecimiento científico y tecnológico, y que mejore en forma importante e indetenible las condiciones de vida de los venezolanos.

 

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