¡Confiamos demasiado en los sistemas, y muy poco en los hombres!. Benjamín Disraeli.
Las estadísticas son una herramienta importantísima para la toma de decisiones, de la estadística inferencial se desprenden un conjunto de instrumentos que permiten estimar la conducta de una población desde el abordaje externo de los estadísticos muéstrales que logran establecer el comportamiento de los parámetros poblacionales.
Ese vínculo entre los estadísticos muéstrales y la conducta poblacional se establece desde la selección del muestreo, definiendo si la muestra o extracción de la población es o no representativa en cuanto a cantidad y cualidad para describir las realidades poblacionales, las cualidades que son inmanentes a preferencias susceptibles de medición.
En tal sentido, construir una encuesta no es un procedimiento propio de la improvisación, requiere un abordaje de asuntos propio de la confiabilidad, que sea apegado al marco estrictamente normal. Generalmente estos estudios parten de la construcción de una muestra confiable desde el punto de vista estadístico en:
*Tamaño de la muestra.
*Cualidad de la muestra.
La confiabilidad está asociada a la coexistencia de un error estadístico aceptable, un cinco por ciento o un uno por ciento según sea el caso, es decir contar con una confianza del 95% o del 99%, para ello se debe tomar en cuenta la segmentación de dicha muestra de acurdo a la variable a estudiar, en este caso preferencias políticas de acuerdo a la conformación de una estructura etaria apropiada que responda a la cualidad que se desea explorar.
Así una vez obtenida la muestra y el grado de error permitido, se definen los mecanismos de abordaje por conglomerados, o criterio de selección para llevarse al campo, garantizando que al ser evaluada en el campo, la encuesta encuentre validez estadística y logística a los fines de dotarla de certidumbre, criterios de un hogar encuestado por cada cinco no consultados, es decir, criterio de extracción 1:5, en donde además se debe garantizar que de seleccionar a un hogar en donde no residan electores con las edades comprendidas por el estudio, este no sea abordado, pues se estaría encuestando a un sub conjunto maestral vacío, ese criterio debe ser explicado al empadronador y al líder de campo, quien minimiza la propensión natural por ofrecer una información sesgada.
Luego en el abordaje de cada elemento debe primar un sano sentido por no inducir la respuesta o condicionar el resultado, cada lote de conglomerado por estratificación debe ser decodificado y calcular la desviación en torno al promedio, la varianza y el error estándar a los fines de mantenerlos en estándares mínimos que no comprometan la veracidad de los resultados, es decir, se debe contar con criterios de mínima varianza,Homocedasticidady no Heterocedasticidad, permitiendo que las varianzas de cada conglomerado sean homogéneas con las de toda la extracción de la muestra.
La confiabilidad del tamaño se construye en base a la minimización del error, selección de un percentil apropiado bajo la curva normal, así como la incorporación de los errores de tipo de éxito y fracaso, esto le confiere el recurso probabilístico a la muestra, para obtener el tamaño se puede apelar a esta identidad o a cualquier otra de muestreo finito o infinito, según sea el caso: “n = 0,25N/ (α/Z)2 (N-1)+0,25”, en esta identidad N es la población, α es el error aceptado y la distribución relativa entre 0,25 y 0,25, para obtener un 0,5 de error probabilístico de aceptar un criterio falso como verdadero o avalar una contradicción, Lo anteriormente explicado va atado al proceso de segmentación, es decir, a la distribución de acuerdo a la densidad poblacional de la muestra construida.
La anterior explicación, que aborda de manera elemental los criterios de carácter técnico de una encuesta, se realizan a los fines de aclarar que los resultados desprendidos de un estudio serio e insesgado, no se pueden reducir a un plano simplista, en el cual se le dote de carácter inmediato a los resultados derivados de una encuesta si las mismas no son abordadas dándole su verdadero carácter técnico, e irrespetando los tiempos y lapsos que hacen yuxtaponer a la parte estadística con la de campo logística, se estaría entonces apostando a la entropía y al caos, al desorden estructural y a la perdida de confiabilidad.
Lo ocurrido en el estado Miranda, es una muestra de lo que puede ocurrir cuando las encuestas son realizadas de manera inmediata, sin criterios básicos y sobre todo cuando se presentan como pruebas acuerdos manuscritos, que le imprimen un rictus de improvisación a un acuerdo político serio que honre la palabra,y por otro lado se pide auditar las encuestas. Estas herramientas no se auditan ex post a su realización, es justamente en la presentación de la ficha técnica, en la construcción de sus estadísticos muéstrales y en la confiabilidad de tamaño y cualidad en la cual se pivota su confianza, es una absoluta irresponsabilidad llamar a auditar una encuesta, se desprende del análisis elemental de cualquier curso a nivel de secundaria de estadística, que la confiabilidad en el campo se la dan los líderes del empadronamiento y posteriormente la conducta de las varianzas y errores de estimación que explanen los conglomerados en torno al total de la muestra, es decir, al agotamiento del sub conjunto de la población.
El estado Miranda, hoy presenta una ruptura absoluta en la confianza de la Unidad, la cual es el resultado de improvisar en materia estadística y forzar los resultados de una encuesta irrespetando los tiempos de ejecución, al contar en Miranda con un conjunto de encuestadoras es lógico que los resultados obtenidos por la cuatro difieran, el óbice del conflicto no es la variedad de encuestadoras, sino la confiabilidad de los métodos estadísticos, que son improvisados y sometidos a una inmediatez innecesaria, frente a la proximidad de un evento electoral regional, que ya connaturalmente levanta sospechas entre los electores y aumenta el coste del voto.
Son momentos de sindéresis y de altura política, mientras la oposición como en este caso particular, se desgasta en diatribas estériles, el oficialismo sigue creciendo y coaptando esos, los llamados espacios, que son empleados para movilizar a una población aturdida, desangrada, sometida a la subsistencia, al horror, a la diáspora y a la muerte por causa de una pandemia que ha servido de arma de control, hasta para la administración de las dosis de vacunación. No se trata entonces de la variedad de encuestadoras, sino de la calidad y apego a los métodos de confiabilidad estadística y la evaluación de los tiempos de acción, frente al hecho electoral de las regionales del próximo 21 de noviembre.
Una encuesta no es una cosa inmediata, es una herramienta y un proceso técnico, que en lo absoluto debe de someterse a improvisaciones, para su ejecución además de talento y experticia estadística, se requieren recursos y evaluar aspectos no considerados en el modelo, a saber el efecto de la diáspora y la pandemia sobre la posibilidad de ejecución en campo, así como la contra imagen logística en el marco de la estadística inferencial.
Las encuestas como inferencia, deben someterse a pruebas de hipótesis, manejos transversales y evaluación de la varianza en torno al promedio o promedios, para que tengan alguna similitud con la realidad más compleja que intentan emular, al ser usadas sin ambages pueden culminar con el penoso ejemplo del estado Miranda, donde un conjunto de cuatro encuestadoras no lograron minimizar las fricciones y diferencias de los candidatos en disputa.
Es necesario señalar en público la gallardía, desprendimiento y valentía del profesor Julio Castillo, (a quien conozco referencialmente por las actividades docentes en la Universidad de Carabobo) de su escrito del domingo 5 de septiembre, rescato el agradecimiento por el triunfo de la altura política y ciudadana, su demostración embrida lo manifestado por Spinoza: la palabra no es cosa muerta, es cosa viva y dinámica, cosa que imprime validez y confianza a la gnosis; gracias por evitarnos a los carabobeños vivir la innominada e impresentable situación que vive el estado Miranda, de ese su escrito tomaré el tan necesario por favor, para que se rescate la institucionalidad del voto, que entendamos cual es el talante de quienes hoy secuestran el poder y de una buena vez entendamos a la unidad como una cosa tangible, real y usable y no como un mero compromiso con la retórica inmediata. Su ejemplo es digno de ser laureado y replicado por quienes tienen validas aspiraciones, corresponde trabajar y mucho, para motivar repito a una colectividad vapuleada, tiranizada y aplastada por esta hegemonía que hoy secuestra al poder.
Como ciudadanos esperamos que el impresentable ejemplo de Miranda, no se repita en ninguna otra región del país, pues estos escollos suman a la desconfianza, apelan a la estabilidad de la posverdad y cosifican procesos técnicos que han de ser observados bajo la más estricta supervisión y apego a los tiempos requeridos. Orden y coherencia, neguentropia y aceptación de una vez por todas de que lo que se persigue es derrotar a quienes usurpan el poder por vías electorales, para el logro de estos objetivos hay que evitar caer en cualquier improvisación innecesaria que conlleve a la pérdida de la cada vez más débil confianza existente en este ex país.
“Es una especie de enfermedad natural de los poderosos no poder fiarse de los amigos.” Esquilo de Eleusis.
“La confianza ha de darnos la paz. No basta la buena fe, es preciso mostrarla, porque los hombres siempre ven y pocas veces piensan.” Simón Bolívar.
Profesor de la Universidad de Carabobo.