El 23 de agosto de 1944, ante el avance de la II División Blindada a mando del general Leclerc, Hitler dio la orden expresa de destruir París si el enemigo tomaba la ciudad. Los puentes del Sena estaban listos para ser volados y los V-1 prestos para ser lanzados sobre la ciudad. Por fortuna para la Humanidad, el gobernador alemán de París era el general Dietrich Von Choltitz, quien desde el 7 de agosto había recibido -y desobedecido- órdenes expresas de Hitler de destruir la ciudad. Dicen que cuando el enfurecido Führer lo llamó el 25 de agosto desde el cuartel general situado en Rastenburg y le preguntó: «¿Arde, París?», Von Choltitz respondió: «No, París no arde. La Historia no me lo perdonaría».
Venezuela, 3 de septiembre de 2021. Cuando escribo este artículo, ya ha comenzado la segunda ronda de negociaciones entre la oposición y el régimen en México. Juan Guaidó, representante de nuestro país ante las democracias más sólidas del mundo, ha apostado todo al resultado de las negociaciones. Y Maduro puede decir misa, pero el hecho real es que está sentado con quienes, supuestamente, “desprecia”. Eso es muy significativo. Pero -siempre hay un “pero” en Venezuela- es la misma oposición la que se está haciendo el harakiri una vez más.
No debería decir “harakiri”. El harakiri es un acto de honor. Lo que estamos viendo dentro de la oposición es una completa mamarrachada. Yo quiero ir a votar… estoy convencida de que votando podemos lograr algo y que con la abstención nunca hemos ganado nada… Votar bajo protesta no significa reconocer al CNE ni a Maduro. Pero… Pero… ¡Pero caramba! Este desfile de egos, de candidatos que creen que se la saben todas y una más, de que “no quiero primarias”, pero “tampoco creo en las encuestas”, de despilfarros de los que no se rinden cuentas, es lo más parecido al chavismo que he visto. Personas que se han partido el lomo trabajando por las comunidades, enfrentándose al régimen, perdiendo su tranquilidad, hoy están tan cambiados que resulta difícil reconocerlos. Y encima, peleando como muchachos de liceo por el control del centro de estudiantes. La desgracia es que no es un simple centro de estudiantes lo que está en juego.
¿Es que nadie piensa en Venezuela? ¿Son acaso más importantes los intereses y triunfos personales que el país? ¿No se dan cuenta de que lo que están haciendo va a resultar en otra abstención, que atornillará al régimen quién sabe cuántos años más?
Yo, que no tengo nada que ver con ninguno de ustedes, precandidatos, he sentido pena propia por las cosas que he visto. Empezando por el papelito donde firmaron cómo sería la encuesta, para luego salir a desconocerla o a no quererla pasar por auditoría, pasando por las peleas dignas de guapetones de barrio, los insultos y las descalificaciones.
¿Cómo enfrentamos a un régimen como el que tenemos si, encima de tener a los militares patria o muerte con el régimen, el adocenamiento del alacranato, las comunicaciones tomadas por los bots de Maduro, ustedes no pueden ponerse de acuerdo?
Si queremos que el país cambie, los “supuestos” (y bien entrecomillado que va) líderes tienen que empezar por dar el ejemplo. Ser lo contrario de los chavistas: demostrar hidalguía, altura moral, tener palabra. ¿Qué broma es ésta? ¿Hasta cuándo vamos a sucumbir antes los egos sobredimensionados de nuestros políticos? O ustedes sacan coraje, generosidad, caballerosidad, entereza y decencia, o nos hundirán más en el estercolero en el que ya nos encontramos.
Empecé hablando del General Von Choltitz. ¿Saben por qué? Porque él tuvo la conciencia de que la Historia no lo perdonaría si volaba París. Ustedes están en una situación similar: si no se ponen de acuerdo, no es que la Venezuela de hoy la que se los va a reclamar, que lo hará, aunque a ustedes no les importe. Es la Historia la que no se los perdonará.
@cjaimesb