Hace falta la acción de líderes, y no necesariamente presidenciables, dijo Ana Teresa Torres

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Nacida en Caracas, la escritora Ana Teresa Torres cree que es muy posible que la conciencia democrática en Venezuela se haya deteriorado por efecto de un discurso y una práctica que la contradice, pero advierte que los ciudadanos simulan obediencia, tal como ha sido la estrategia del débil.

Ana Teresa Torres ha pensado el país en varias de sus obras, ya sean de ficción, como en Nocturama o La escribana del viento, o analizando la cruda realidad, como en el ensayo La escritura y sus circunstancias, y en ellas ha plasmado el sino trágico de los venezolanos, marcado por el culto a la personalidad, la falta de valoración de la civilidad y el amor por el poder.

En sus escritos se nota esa agudeza lograda por esa otra profesión a la que se dedicó por muchos años antes de entregarse por completo a la narrativa, el psicoanálisis, disciplina que evidentemente le otorga ventaja al escudriñar los resquicios del ethos de la sociedad venezolana para sacar a la luz las inclinaciones que pueden ser un lastre sobre los ciudadanos, pero que a la vez contiene en sí mismo las herramientas que pueden conducirlos a un futuro mejor.

En entrevista con TalCual, la también autora de los relatos La fascinación de la víctima y El corazón del otro, esboza su particular visión de la coyuntura actual de un país abandonado y perdido en un túnel, pero del que destaca que mantiene una lucha y podrá recuperar su libertad, aunque aboga por un poco de paciencia para que se vean los resultados.

Para Ana Teresa Torres, la superación del duelo es un camino largo

—Usted ha dicho que los venezolanos están en una fase de duelo. Quisiéramos saber qué manifestaciones ha observado de ese duelo que viven los venezolanos y cómo cree que pueden hacer para superar esa etapa

—Las manifestaciones son similares a las que se pueden observar en personas que han sufrido pérdidas personales significativas, que somos todos. Las dos modalidades más frecuentes son la de aquellos que quedan paralizados por la tristeza y el dolor, y la de quienes tratan de negar el sufrimiento intentando desvalorizar lo que han perdido, algo como decir que no les importa la pérdida del país porque Venezuela no vale la pena, etc. La superación del duelo sigue el mismo proceso que los duelos por pérdidas personales, cada uno lo recorre a su manera, pero lo fundamental es que son caminos largos, que no se pueden apurar y que requieren no solo darle tiempo, sino aceptar lo doloroso que se vive para poder más adelante encontrar nuevas sustituciones.

—En los últimos años vemos cada vez más actitudes intolerantes contra el que piensan distinto. Al parecer, además de quienes respaldan el autoritarismo implantado en el país hay quienes aspiran sustituir este con otro autoritarismo, pero de distinta orientación económica. ¿Cómo quedan los valores democráticos en todo esto?  ¿Cree que una población así puede encontrar un camino?

—El autoritarismo es siempre una tentación para quienes se ven gananciosos con ese sistema de gobierno. No pienso que sea lo que la mayoría de la gente quiere y por supuesto que sería un daño para los valores democráticos.

Profesionales de la política deben formarse más, advierte Ana Teresa Torres

—¿Cómo una sociedad que ha perdido estabilidad, seguridad, confianza en el futuro y motivos de alegría puede avanzar para construir un mejor futuro? ¿Qué se requiere para que los ciudadanos puedan articularse?

—La articulación ciudadana es, a mi entender, donde reposa la clave de lo que puede llevarnos a un camino mejor. Para eso hace falta la acción de líderes, y no necesariamente «presidenciables», de ciudadanía que puedan canalizar las aspiraciones y la capacidad de lucha de las personas. Es un camino largo y difícil, sin duda.

—Al parecer hay aspirantes a convertirse en líder cuya principal herramienta la constituyen las redes sociales. En su opinión ¿qué se requiere para que en Venezuela alguien pueda ejercer un liderazgo, se alocal, regional o incluso nacional?

—No es un tema en que tenga conocimiento de cómo deben ser los aspirantes a líder, pero en general se supone que tienen contacto con las colectividades, la sociedad, con grupos de opinión, de trabajo, de intereses con áreas específicas. Las redes sociales son una herramienta se ha utilizado hace varios años, no existía antes de la misma manera como en un momento dado se comenzó a utilizar la radio o la televisión y así después irá ocurriendo. Son instrumentos técnicos que permiten el acercamiento de quien quiere ser líder con los grupos sociales. No pienso que sea la única manera de contactarse, es una fórmula que la tecnología actual permite.

—¿Cuáles son las nuevas claves para interpretar la política?

Ese tema excede mi visión; lo que pienso es que los llamados a esa interpretación, es decir los profesionales de la política, deben intentar escuchar más, formarse, leer, discutir con personas de distintos conocimientos, para llevar el ritmo de lo que está pasando en la gente, que no es solamente lo que digan las encuestas.

Conciencia democrática

—¿Pueden continuar los habitantes de un país de manera indefinida esperando que las condiciones mejoren?

La experiencia histórica de muchos países muestra que la capacidad de resistencia es muy fuerte en cualquier sociedad, pero no podría contestar esa pregunta con seguridad. Lo que ocurre en Venezuela es por el momento inédito en el país.

—Nos acercamos a unas elecciones regionales. Hace cinco años las cifras de participación fueron muy bajas. Es posible que ahora pueda suceder algo parecido, aunque la participación de la plataforma democrática pudiera impulsar un poco la intención de ir a votar ¿Cree que los venezolanos perdieron la conciencia democrática?

—No hay que confundir conciencia democrática con intención de voto. Algunos piensan que su conciencia democrática los lleva a votar, y otros, al contrario, piensan que es antidemocrático votar en las actuales condiciones. Pero más allá de estas consideraciones coyunturales es muy posible que la conciencia democrática se haya deteriorado por efecto de un discurso y una práctica que la contradice, particularmente me parece preocupante en las nuevas generaciones porque son jóvenes que han crecido en un sistema político no democrático, a diferencia de los mayores que, a pesar de las imperfecciones, conocimos una experiencia diferente.

Estrategia del débil

—¿Cree que el venezolano se acostumbró a obedecer. ¿Estamos resignados a que no haya cambio?

—Cuentan que en la Unión Soviética había un chiste que decía: «Ellos hacen como que nos pagan y nosotros hacemos como que trabajamos». Mi opinión es que, más que acostumbrarse, la gente simula obedecer, lo hace en sus actos, pero no necesariamente en su conciencia, se ve forzada a ello porque, por encima de todo, las personas buscan sobrevivir y simular la obediencia es una de las llamadas «estrategias del débil».

—En Cuba pasaron 60 años hasta que la población se atrevió a manifestar abiertamente contra el gobierno. ¿Cree que los venezolanos aguanten tanto tiempo la mala situación del país?

—De lo que ha ocurrido y ocurre en Cuba es poco lo que sabemos porque es un régimen con altos niveles de opacidad, pero en Venezuela podemos decir que la gente se ha manifestado abiertamente de distintas formas, desde hace mucho tiempo e incluso con el riesgo de su vida, y ahí están las imágenes que han dado la vuelta al mundo, para quien las quiera ver. Hoy también hay formas de lucha y organización, no clandestinas y no confrontativas, que están ocurriendo en el país y cuyos resultados no son inmediatos. Ya sé que ha pasado mucho tiempo sin que hayamos visto una solución a los problemas, y no me gusta recomendar paciencia ante todo lo que ocurre, pero nos metimos en este túnel por nuestros propios pies, no por un acto de fuerza ni por una invasión, y este ha sido el resultado.

 

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