En la vasta historia de la explotación imperialista hay pocos episodios que igualen la depravación que supone la deuda de la independencia de Haití, de cuya historia forman parte el chantaje militar a un país pequeño por parte de una superpotencia, el dar prioridad a los “derechos de propiedad” sobre los derechos humanos, el capitalismo racial, una “burguesía local del piel clara” vendida y la forma en que nuestro pasado acecha el presente.
Tras conseguir su liberación de la esclavitud y del dominio colonial en una guerra que acabó con la mitad de la población, el pueblo haitiano fue obligado a pagar a sus antiguos amos una cantidad astronómica por su libertad. Esta deuda opresiva que Haití pagó para asegurar su independencia se está convirtiendo finalmente en parte del relato dominante acerca del empobrecimiento del país. Una introducción de 200 palabras del Journal de Montréal a un artículo sobre la vulnerabilidad de Haití frente a los terremotos señalaba en un asombroso ejemplo de reconocimiento de la deuda de la independencia por parte de los medios de comunicación: “Terremotos tan devastadores como el del sábado en Haití ocurrieron ya en 2010, 1887, 1842, 1770 y 1751 […] Esta pobreza se debe en gran parte a la desorbitada deuda que Haití tuvo pagar Francia por su independencia. Si se convierte en dinero actual, equivale a 30.000 millones de dólares canadienses”.
En las últimas semanas CNN, Reuters, New York Times, CBC y otros medios se han referido a la deuda de la independencia. También han aparecido reportajes más exhaustivos el Miami Herald (“France pulled off one of the greatest heists ever. It left Haiti perpetually impoverished” [Francia llevó a cabo uno de los mayores atracos nunca hechos, que empobreció a Haití a perpetuidad]), France 24 (“France must return the billions extorted from Haiti” [Francia debe devolver los millones que extorsionó a Haití]) y ABC News (“How colonial-era debt helped shape Haiti’s poverty and political unrest” [Cómo la deuda de la era colonial contribuyó a conformar la pobreza e inestabilidad política de Haití]).
En un notable acto de humillación imperialista, dos décadas después de la independencia Haití empezó a pagar a Francia una indemnización descomunal por las propiedades que había perdido. Tras años de presiones, en 1825 fueron enviados a las costas de Haití 12 barcos de guerra franceses con 500 cañones. Bajo la amenaza de invasión y de restablecer la esclavitud, el francófilo presidente haitiano Jean-Pierre Boyer accedió a pagar a los propietarios de esclavos franceses 150 millones de francos por las tierras y los ahora libres haitianos que habían perdido. París también exigió unos acuerdos comerciales preferentes y los bancos franceses prestaron a Haití el dinero a unas tasas de interés notablemente altas.
En 1825 la deuda de la independencia representaba aproximadamente el 300% del PIB del país. Aunque posteriormente se redujo el capital, los intereses que pagó Haití fueron exorbitantes.
A Haití le costó 122 años pagar la deuda. En 1898 la mitad de los gastos del gobierno estaban destinados a pagar a Francia y a los bancos franceses, y en 1914 esta cantidad llegaba al 80% (durante la ocupación de 1915-1934 los bancos estadounidenses compraron la deuda y los pagos finales se hicieron a ellos).
El acuerdo al que Haití llegó con Francia tuvo muchas consecuencias perjudiciales. La reducción del 50% de los impuestos sobre los productos franceses perjudicó a la industria haitiana. El gobierno [haitiano] cerró todas las escuelas del país para hacer el primer pago de 30 millones de francos destinados a compensar a los propietarios de esclavos franceses, lo que se ha considerado el primer programa de ajuste estructural y que contribuyó a la escasa inversión en educación por parte del gobierno haitiano durante mucho tiempo.
Con el fin de obtener el dinero para pagar a Francia, el presidente Boyer impuso el código rural de 1826, que fue la base del “apartheid legal” entre la población urbana y la rural. Se restringió la movilidad en el campo, se prohibió socializar después de medianoche y se limitó el pequeño comercio, todo ello para aumentar las cosechas de exportación con el fin de generar dinero en efectivo para pagar a Francia. El campesinado pagaba dinero al Estado y recibía poco a cambio.
Pagar a los dueños de esclavos franceses tuvo otro efecto perjudicial. Un motivo fundamental por el que se aceptó la deuda fue consolidar la posición de Haití como nación independiente reconocida internacionalmente, pero en vez de ello se inició el círculo vicioso de servidumbre de la deuda que debilitó la soberanía de Haití.
Haití contrajo un oneroso préstamo con los bancos franceses para poder pagar el primer plazo de la indemnización. En 1880 los banqueros franceses fundaron el Banco Nacional de la República de Haití (Banque Nationale de la Republique d’Haiti) para garantizar el pago de la deuda. Este banco era de hecho la Hacienda del país, en él se se depositaban los ingresos fiscales e imprimía el dinero de Haití.
La concienciación cada vez mayor acerca de la deuda de la independencia se debe en gran parte a la campaña del gobierno de Jean-Bertrand Aristide a favor de la restitución. Cuando se preparaba el bicentenario de Haití el gobierno haitiano creoóuna comisión para calcular el coste del rescate, que cifró en 21.000 millones de dólares. El gobierno de Aristide exigió su restitución y acudió a procedimientos legales para obligar a París a pagar. Esta exigencia fue una de las razones de que Francia (junto con Canadá y Estados Unidos) contribuyera a derrocar a Aristide en 2004. El gobierno golpista desistió de reclamar la deuda.
En otra acción que consiguió atraer la atención sobre la deuda, un grupo de activistas en su mayoría canadienses publicó el falso anuncio de que Francia iba a devolver la deuda. El anuncio se hizo el Día de la Toma de la Bastilla en Francia, el 14 de julio, a propósito del devastador terremoto de 2010 y el ardid obligó a París a desmentirlo. El denominado Comité para el Reembolso del Dinero de la Indemnización Extorsionado a Haití (Committee for the Reimbursement of the Indemnity Money Extorted from Haiti, CRIME) publicó después una carta pública firmada por muchas personalidades destacadas.
Aunque se debe elogiar a los medios de comunicación por vincular el empobrecimiento de Haití con la deuda de la independencia, si mencionaran además otro punto de la historia ayudaría a la opinión pública a entender la situación actual de Haití. Desde un principio la mayoría del pueblo haitiano se opuso a pagar la deuda. Solo una pequeña élite, desesperada por obtener reconocimiento internacional y por entablar relaciones comerciales internacionales, accedió a pagarla. En respuesta a una campaña anterior de Francia a favor del pago de indemnizaciones, el líder del norte de Haití, Henri Christophe [1], afirmó: “¿Es posible que pretendan que se les compense por la pérdida de nuestras personas? ¿Se puede concebir que haitianos que se han librado de la tortura y de ser masacrados a manos de esos hombres, haitianos que han conquistado su propio país con la fuerza de sus brazos y a costa de su sangre, esos mismo haitianos libres deberían comprar ahora su propiedad y sus personas una vez más con un dinero pagado a sus antiguos opresores?”.
Para Christophe y para la mayoría del pueblo haitiano la respuesta era clara. Pero el hijo de un sastre francés, Boyer, estaba dispuesto a vender la revolución y a la vasta mayoría de los haitianos para mejorar en lo inmediato su propia posición y la de la clase comerciante. Por desgracia, la élite de piel clara que sucumbió a las exigencias de Francia hace dos siglos sigue gobernando en gran medida Haití.
Hoy en día continúa vigente la misma dinámica racial, de clase e ideológica que llevó a los altos cargos haitianos indemnizar a París por derrotar la esclavitud y el colonialismo. Los medios de comunicación también deberían hablar de ello.
El último libro de Yves Engleres Canada in Africa: 300 years of Aid and Exploitation.
Notas:
[1] Haití declaró oficialmente su independencia de Francia en el 1804 y en octubre de 1806 el país se dividió en dos partes, la sur, gobernada por Alexandre Pétion y la norte, gobernada por Henri Christophe (N. de la t.)
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos