La muerte de Abimael Guzmán alias Camarada Gonzalo cierra un capítulo y abre otro en la historia del Perú, como uno de los episodios más tenebrosos del terrorismo en América Latina, cuyos resultados funestos derivaron en la muerte de más de 70.000 personas y de una cantidad similar de desaparecidos. Así también se debe agregar que en ese genocidio el movimiento Sendero Luminoso actuó conjuntamente con el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) dirigido por Víctor Polay quien se mantiene aún en prisión en el Perú.
En sus delirios criminales Guzmán, otrora profesor de filosofía en la Universidad San Cristóbal de Huamanga, pretendió convertir a Perú en una réplica de la Revolución Cultural (1960), que promovida por Mao Tse Dong conllevó al exterminio de más de 30 millones de campesinos en la China Comunista.
El maoísmo se extendió a nivel global y específicamente en América Latina a partir de la división del movimiento comunista mundial, que conllevó bajo la orientación china a conformar partidos comunistas marxistas leninistas (PCML), para diferenciarlos de los partidos comunistas controlados por la órbita soviética. A decir de Mao, la URSS fue calificada como socialimperialismo y junto a los imperialismos capitalistas como tigres de papel.
En el caso del Perú fue el país de América Latina donde el maoísmo tuvo mayor arraigo, quizás por los vientos del Océano Pacifico y por el misticismo incaico, devino en terreno fértil para cultivar leyendas del género épico maoísta, adjudicándole al cavernario de Arequipa, el rango de cuarta espada del comunismo universal junto a Marx, Stalin y Mao.
Con ese bagaje teórico distorsionado el “camarada Gonzalo” desató una orgía del terror desde mediados de la década del 70 hasta finales del siglo XX, cuando derrotado militarmente por el presidente Alberto Fujimori, terminó en 1992 en las mazmorras de la prisión del Callao hasta su reciente fallecimiento en septiembre 2021.
Pudiéramos decir que lo más próximo a su concepción de sociedad, la observamos hoy en el siglo XXI con los talibanes, ISIS y Al Qaeda en Afganistán, teniendo en el contexto latinoamericano sus pares más cercanos con el castrismo cubano, el chavismo-madurismo en Venezuela y a Daniel Ortega en Nicaragua.
Quienes crean que con la muerte de Abimael Guzmán desaparece ese pasado del terror están desubicados, hoy en el Perú ha llegado al poder el Presidente Pedro Castillo y los discípulos del otrora profesor, identificados en el Movadef y el partido Perú Libre liderado por Wladimir Cerrón, como fachada legal precisamente del terrorista Sendero Luminoso ahora dirigido por Víctor Quispe Palomino, quien cumpliendo con su tradición del horror en mayo 2021 perpetró en el Vraem ataques que acabaron con la vida de 15 campesinos.
La América Latina democrática y progresista debe salirle al paso a esta internacional del terror, saqueadora de los pueblos de Nicaragua, Cuba, Venezuela, proyectándose ahora sobre el Perú las penumbras que aniquilaron a cientos de miles de ciudadanos en el pasado reciente, ahora flanqueados por la voracidad de la China de Xi Jin Pin y la Rusia de Putin.