Es una relación directa, a mayor libertad económica, menos pobreza; a menor libertad económica, mayor pobreza. De esta forma, en los países que tienen más libertad económica, sus ciudadanos tendrán más calidad de vida, en razón de que la libertad económica permite la movilidad social; por análisis en contrario, los países con economías intervenidas por el Estado tendrán mayor pobreza y menos movilidad social, con una población pobre.
El Fraser Institute se encarga de medir y evaluar todos los años a 169 países; en esta oportunidad presentó el resultado de este año 2021, que resumo con estos datos: la medición es encabezada por Hong Kong (8,91), seguido de Singapur (8,81), Nueva Zelanda (8,56), Suiza (8,48) y Georgia (8,26). En América Latina, en tanto, el ranking lo lidera Chile (7,85, N°29), seguido por Perú (7,78, N°35) y Uruguay (7,36, N° 72), mientras que los países de peor desempeño son Venezuela (2,83, N°165) y Argentina (5,5, N°153).
Para la construcción de este índice, Fraser considera un análisis de 42 indicadores, agrupados en cinco diferentes áreas: i) Tamaño del gobierno: gasto de gobierno, impuestos, entre otros; ii) Estructura legal y derechos de propiedad: protección del derecho de propiedad sobre bienes adquiridos en un contexto de libertad económica; iii) Estabilidad de la moneda: adecuado manejo y control de la inflación; iv) Libertad para el comercio internacional: libertad de intercambio comercial con otros países; y v) Regulación crediticia, laboral y de los negocios. Con respecto a estas cinco áreas se obtiene un puntaje entre 1 y 10, donde un valor más alto representa un mayor nivel de libertad económica.
En los capitalistas se paga mejor al trabajador, los trabajadores de las economías de libre mercado disfrutan de mejores salarios y condiciones de vida. El ingreso per cápita anual de los países capitalistas es de 44.198 dólares. En contraste con el ingreso por habitante de los países con modelos económicos estatistas e intervencionistas, donde el trabajador gana unos 5.754 dólares. Si se cuantifica la brecha entre un ingreso promedio y otro, la diferencia es de ocho veces.
En los países con modelos intervencionistas, el 10% de la población más pobre gana $ 1.558 en promedio. Muy por debajo de los países con mayor libertad económica, donde el ingreso es de $ 12.293 anuales.
En otras palabras, las estadísticas muestran que los pobres en el sistema estatistas son realmente ocho veces más pobres que los del sistema capitalista.
Venezuela es un estandarte de lo que no se debe hacer en economía, no son bodegones, es libertad para formar emprendimientos, con un sistema legal que proteja la propiedad privada y la inversión.
El resultado de perseguir la propiedad privada en la industria, el comercio, en la agroindustria, y en el sector agropecuario, nos trajo a esta debacle que nos mantiene de últimos en todas las estadísticas mundiales y de primeros cuando se trata de pobreza, miseria, falta de servicios públicos, éxodo, desnutrición, pobreza extrema.
Somos el vivo ejemplo de lo que no se debe hacer, no son las sanciones, son las decisiones de la catadura ideológica del régimen que tiene por propósito liquidar el capitalismo y en su propósito acabó con todo en Venezuela, para asegurarse de que autónomamente no se pueda revertir el modelo, secaron y agotaron las riquezas que ya no tiene Venezuela.
A pesar de ello, siguen hablando de bloqueo para mantener engañado al que no puede informarse.
Solo regresando a la libertad económica, libre empresa, emprendimiento, libre competencia y libre mercado, es como será posible retornar a la prosperidad.
Chile comprando nuevamente las ideas que lo llevó a la miseria, retrocedieron 19 puntos.
Una Venezuela mejor es posible, la convocatoria es a soñar y no descansar hasta lograrla.