Lo que ayer se generó como muestra de unidad en los factores de oposición para alcanzar peldaños en la estructura del poder, e intentar desplazar del mismo al actual sistema de gobierno, hoy es muestra de envilecimiento. Alcanzar que las organizaciones políticas aceptaran invitar a sufragar en una sola tarjeta electoral, pasó de ser un acto de desprendimiento, a una acción suicida. Allí se evidencia que los acuerdos son buenos cuando el control de los mismos deviene en mercantilistas de la política, que nunca han tenido liderazgo alguno, y amamantados por la teta de la chupa cabra, se benefician de los militantes de los partidos al representarlos.
La decadencia y ausencia de liderazgo en las organizaciones partidistas está asociado con la castración que aduladores de oficio propinaron a lideres emergentes al darse estos su personalidad política, y avanzar con criterio hacia la consolidación de la democratización de los partidos. Decidieron alejarse de los serviles de los caudillos, quienes monitoreaban el proceder de cada uno de ellos, y llegado el momento emanar su defenestración. Divisiones de fondo y de forma se presentaron en los partidos políticos, pero en unos se arraigó la estirpe del tira pelotas, en unas haciéndolo arrastrado, para alcanzar sus propósitos. Hoy hay que sentarse a dedicar largas horas de trabajo y convencimiento a los ciudadanos para que entiendan que los partidos son fundamentales en sistema de libertades.
Los detractores de la política siguen edificando sus maquiavélicos movimientos, y sectores que dicen estar alertas ante eso, terminan apostando a lo mismo. El régimen sabe en la arena que se está moviendo, y apuesta sin tapujo a incrementar el distanciamiento en la alternativa democrática. Los avezados patrones de una tarjeta electoral que nació bajo el influjo de todos, se la apropian para estimular la derrota de quienes deciden no arrodillarse al adversario político. El silencio ante las arbitrariedades del oficialismo hace ruido estremecedor. Han develado estrategias creadas para concretar en el marco constitucional vías para el cambio de gobierno, y posteriormente decir sin avergonzarse, eso no era lo que se decía, era todo lo contrario. Algo así como en 6 meses, 6 meses. El delator lo gritaba al aire para no tener que ir a escondidas a decirlo.
La desgracia que vive el venezolano es el resultado de sus propias decisiones, al dejarse llevar permanentemente por los otorrinos de profesión, olvidando quiénes son y de sus actuaciones. Se acerca el momento de elegir gobernadores, Alcaldes, Diputados y Concejales. La diatriba en la alternativa democrática está a la luz del día. Aparecen en cada escenario local o regional los acreedores de la división, para trasformar una vez más, el triunfo en derrota, y ahora la tarjeta de la MUD suena igual que el chantaje.
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