Hilde Sánchez Morales: ¿Y, sin embargo, felices?

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La pandemia causada por la Covid-19 es un acontecimiento sin precedentes en la historia reciente de la humanidad. Sus repercusiones son de tal relevancia que se proyectan hacia el mañana, y son percibidos y sentidos por la opinión pública española en términos de incertidumbre, riesgo y hasta temor (en los momentos más álgidos).

Por una parte, se han acelerado y potenciado, en el mundo desarrollado, formas de interrelación social que ya estaban entre nosotros, previéndose su fortalecimiento e implementación generalizada a futuro. Las relaciones personales en la era pre Covid eran prioritariamente presenciales, destacando, ya en aquella etapa que se antoja tan lejana, una cada vez mayor disposición al uso de las redes sociales, como canal de comunicación a escala planetaria. En esta sociedad mundial globalizada las opciones de interconexión trascienden los espacios geográficos, la temporalidad y nuestras propias salvedades. Rémoras de otras fases históricas han dado paso, quizá sí o quizá no, a un mundo “ancho y próximo”, o, en su caso, parafraseando al gran escritor peruano Ciro Alegría a “un mundo ancho y ajeno”.  En este escenario no ya de aldea global, sino de “pantalla global”, es en el que moramos desde hace más de año y medio.

Además, la vivencia de la propia pandemia ha ocasionado una extraordinaria preocupación entre los españoles, según se infiere de los barómetros mensuales del Centro de Investigaciones Sociológicas que han ido publicándose desde abril de 2020 hasta el último de septiembre de 2021. Concretamente ante la pregunta recurrente, en este periodo, de si todo lo que estaba sucediendo les estaba afectando mucho, bastante ante, algo, nada o casi nada en su vida personal, la gran parte de las respuestas se concentraron en “Me está afectando bastante” y “Me está afectando mucho”. La tendencia desde abril de 2020 a febrero de 2021 fue al alza (superó en febrero de 2021 el 66%), y comenzó a decaer a partir de marzo (64%) y posteriores meses (58,9% en abril, 56,8% en mayo, 50,8% en junio, con un mínimo repunte en septiembre: 52,9%) (Hipotéticamente a resultas de la vacunación)[1].

Lo anterior dio lugar en un acusado malestar entre los españoles, tal como se atestigua cuando en la Encuesta sobre la salud mental de los/as españoles/as durante la pandemia de la Covid-19, de marzo de 2021[2], se demandó sobre la frecuencia con la que habían experimentado una serie de emociones (“muchos días”, “bastantes días”, “algunos días” o “nunca”). Los resultados no dejan lugar a dudas, sumando las respuestas “muchos días”, “bastantes días” y “algunos días” fueron los siguientes: “Mal por tener poco interés o placer en hacer cosas” (61,8%), “Decaído/a, deprimido/a o sin esperanza” (54,8%), “Nervioso/a, ansioso/a o muy alterado (con los nervios de punta) (54,7%) e “Incapaz de parar o controlar las preocupaciones” (37,9%). En el Estudio sobre bienestar emocional de junio de 2020[3] (en pleno confinamiento domiciliario) y en el de los Efectos y consecuencias del coronavirus I[4] de octubre de ese año el 47,9% y el 52,4%, respectivamente, revelaron haber sentido tristeza.

A pesar de lo anterior, la realidad muestra nuestra hiperadaptabilidad y resiliencia ante la adversidad, tal como se puso de relieve en el mes de mayo/junio pasados, en la Encuesta sobre relaciones sociales y afectivas en tiempos de pandemia de la covid-19[5].  Los entrevistados se instalaron en una escala del 1 (completamente infeliz) al 10 (completamente feliz), como media en un 8,1 respecto a la valoración de su nivel de felicidad. No se observan diferencias consignables ni por sexo, edad, nivel de estudios, tamaño del municipio, ideología, identificación subjetiva de clase o religiosidad. Información que resulta paradójica con los sentimientos de preocupación, miedo y tristeza manifiestos en este ciclo.

Lo anterior, lleva a preguntarnos sobre qué es la felicidad, siendo como es una palabra polisémica, vinculada a emociones como la satisfacción, el bienestar, la alegría, la plenitud… Conceptos que nos sitúan ante la palabra griega de eudaimonía. Aristóteles en las primeras líneas de la Etica a Eudemo asocia la felicidad al que llama bien supremo, el Aristón, una virtud, que instala en la razón, en el logos. Consecuentemente, la felicidad del hombre (y remarco hombre) no es otra cosa que ser sabio y ser sabio consiste en cultivar la razón, por medio del aprendizaje. La relaciona con la moderación, con la búsqueda del “justo medio” de cada uno, es decir con lo que a cada cual le hace particularmente feliz, con la “plenitud total” o con la “virtud total de la vida”. El segundo sentido es el de la felicidad asociada a los afectos: al querer y sentirse querido. La tercera acepción es plantearla como un ideal o utopía, como un desiderátum: como bienestar. Finalmente, la felicidad como “metáfora”.

En la actualidad, la complejidad de las sociedades desarrolladas confieren a la idea subjetiva de felicidad matices que nos acomodan en una interpretación que, desde mi punto de vista, se acercaría, por una parte, a lo planteado por Aristóteles: las personas son felices (o sabias), cuando juzgan que sus vidas tienen sentido. En el caso que nos ocupa: el sentido de luchar conjuntamente para vencer a un virus letal, de protegernos mutuamente y de participar en plenitud de un todo, como nunca hasta ahora las actuales generaciones lo habíamos hecho. Y, por otra parte, por juzgarnos plenos en nuestros afectos. No en vano en mayo/junio de 2021[6], el 84% de los encuestados por el CIS, ante la pregunta ¿en qué medida en estos días está usted satisfecho/a con su vida familiar?, se posicionaron entre el 8, 9 y 10 (en una escala que significa 1 “completamente insatisfecho/a” y 10 “completamente satisfecho”).

Como decía Bertrand Russell “El hombre (permítanme la licencia “el ser humano”) feliz es el que vive objetivamente, el que es libre en sus afectos y tiene amplios intereses, el que se asegura la felicidad por medio de estos intereses y afectos que, a su vez, le convierten a él en objeto de interés y el afecto de otros muchos”.

Notas:

[1] CIS. Disponibles en: http://www.cis.es/cis/opencm/ES/11_barometros/depositados.jsp

[2] CIS, Encuesta sobre la salud mental de los/as españoles/as durante la pandemia de la Covid-19. (N=3.312). Disponible en: http://www.cis.es/cis/opencms/ES/NoticiasNovedades/InfoCIS/2021/Documentacion_3312.html

[3] CIS, Estudio sobre bienestar emocional de junio de 2020. (N=3.285). Disponible en http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/Marginales/3280_3299/3285/es3285mar.pdf

[4] CIS, Efectos y consecuencias del coronavirus I. (N=3298). Disponible en: http://datos.cis.es/pdf/Es3298marMT_A.pdf

[5] CIS, Encuesta sobre relaciones sociales y afectivas en tiempos de pandemia de la covid-19. (N=3.325).  Disponible en: http://datos.cis.es/pdf/Es3325marMT_A.pdf

[6] CIS, Efectos y consecuencias del coronavirus IV, Mayo/Junio 2021. (N=3.324). Disponible en:  http://datos.cis.es/pdf/Es3324marMT_A.pdf

 

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