La implementación del método 7+7 impuesto por el gobierno de Nicolás Maduro no funciona, porque carece de una base científica y su implementación obedece a criterios políticos; por tanto, para garantizar un regreso seguro a clases deben evaluarse otras estrategias. Así lo considera el médico pediatra Alejandro Crespo, presidente de la Asociación Venezolana de Puericultura y Pediatría del estado Aragua.
“Eso de 7+7 es un invento político y, a pesar de que todos los gremios, asociaciones y academias hemos dicho que definitivamente no funciona, pues no nos han escuchado. Ahora aplicarán ese esquema al régimen de clases que más nadie en el mundo lo utiliza porque no tiene ni pies ni cabeza”, afirmó el experto durante una entrevista con César Batiz, director de El Pitazo, a través del canal YouTube del medio digital, este miércoles 22 de septiembre.
Al referirse al regreso a clases, previsto para el mes de octubre, Crespo, quien es miembro de la Comisión Nacional de Inmunización de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría, señala que debe hacerse bajo un esquema de 14 y 14 o 10 y 10, pues el tiempo mínimo de descanso tiene que ser de 10 a 14 días, que es el periodo en el cual se puede producir el contagio y empiezan a mostrarse los síntomas.
Para el médico, egresado de la Universidad de Carabobo, la clave está en entender cómo funciona el virus y cuáles son sus tiempos. “Si en promedio las personas empiezan a mostrar síntomas asociados a COVID-19 unos 15 días después de haberse contagiado, resulta inútil hablar de un método que implique menos de 10 días”, alertó.
– ¿Estamos preparados para que los estudiantes regresen a clases presenciales?
– La respuesta corta lamentablemente es que no, pero la respuesta correcta es que resulta muy necesario porque hemos tenido año y medio para prepararnos para un eventual regreso a clases de nuestros niños y adolescentes que, como lo decía anteriormente, o establecemos rutinas de 10 y 10, o 14 y 14 (días) o lo hacemos de manera corrida como regularmente se hacía antes de la pandemia, con una serie de medidas y protocolos de bioseguridad adecuadas al contexto educativo.
La Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría elaboró un documento a manera de protocolo que ya está publicado en el portal www.svpediatria.org y en el cual explican las indicaciones que deben seguirse para un retorno seguro a las aulas de clases.
Entre las recomendaciones están la modificación de los espacios físicos, ventilación de las aulas de clases, aplicar protocolos de entradas y salidas, conexiones adecuadas y aumento de la capacidad de almacenamiento del agua en las escuelas. Igualmente, el pediatra considera que una forma importante de proteger a los niños es que todos los adultos vinculados a la comunidad educativa estén vacunados contra el COVID-19.
Crespo alertó sobre la importancia de inyectar a los niños contra la influenza estacional (virus anual de la gripe) y contra el neumococo, que es la bacteria que produce la mayor cantidad de neumonías en el mundo. En este particular, recordó que Venezuela tiene un retraso en materia de vacunación infantil.
“Venezuela tiene ya seis años que no vacuna contra la influenza estacional a los niños menores de 5 años, ni tampoco lo hace contra estreptococos de manera gratuita en los ambulatorios, y tiene 18 meses sin prepararse para la ejecución de un plan articulado idóneo y adecuado para el regreso de los niños, niñas y adolescentes a sus clases presenciales”, expresó.
Eso de 7×7 es un invento político que a pesar de que todos los gremios, asociaciones y academias hemos dicho que definitivamente no funciona, pues no nos han escuchado y ahora aplicarán ese esquema al régimen de clases que más nadie en el mundo lo utiliza porque no tiene ni pies ni cabeza
– ¿Con el inicio de clases presenciales se aumenta el riesgo de que los niños y adolescentes traigan más cargas virales a las casas?
-Podría suponerse que sí, aunque los niños no son los súper contagiadores como sí lo son los adultos. En el caso de los adolescentes pareciera que sí pueden llevar más inóculos, que es el término técnico que se utiliza para diferenciarlo de lo que es carga viral. Los inóculos son, por decirlo así, los pedacitos de virus que expulsamos al toser y la carga viral es la cantidad de virus en la sangre de una persona infectada. Además, no son muy distintos los riesgos a los que los niños y adolescentes se enfrentan en cumpleaños, actividades de celebración o recreacional a los que sus padres asisten en otras partes o realizan en sus casas. Lo fundamental es el cumplimiento del protocolo de bioseguridad que ya todos conocemos y que funciona si se aplica correctamente.
– Entonces ¿Qué medidas de bioseguridad deben cumplirse en las escuelas para evitar una proliferación de contagios?
– En acciones concretas, los niños y adolescentes deben hacer uso correcto de mascarillas aun cuando tengan caretas de plástico, porque estas caretas sin un tapabocas debajo no funcionan para nada. Igualmente, el lavado de manos cada vez que sea necesario y no compartir artículos personales y utensilios usados para comer. Las escuelas deben organizar adecuadamente la cantidad de alumnos por clase y que sus escritorios o pupitres tengan una separación mínima de un metro entre cada uno. Como medida adicional, y eso está contemplado en nuestro protocolo, es que las madres, padres y representantes no deben socializar en las entradas de las escuelas al momento de llevar o buscar a sus representados.
Venezuela tiene ya seis años que no vacuna contra influenza estacional a los niños menores de 5 años, ni tampoco lo hace contra estreptococos de manera gratuita en los ambulatorios, y tiene 18 meses sin prepararse para la ejecución de un plan articulado idóneo y adecuado para el regreso de los niños, niñas y adolescentes a sus clases presenciales
– ¿Cuáles deben ser las medidas en casa al momento de que los estudiantes lleguen a sus hogares?
-Te diré lo que son algunos grandes mitos: por ejemplo, eso de lavar las suelas de los zapatos y quitarse toda la ropa al llegar a casa. Lo que sabemos de este virus es que se transmite a través de las gotitas de saliva que son expulsadas cuando uno habla, canta o grita y pareciera que también hay una parte que se mantiene como flotando en el aire durante unos minutos, pero se extingue en breve tiempo. Por eso, los mecanismos de barrera para cubrir la nariz y boca de manera correcta es lo que realmente funciona, aunado al lavado frecuente de manos. Sin embargo, las áreas que sí deben desinfectarse son las manillas de las puertas, pasamanos de las escaleras y esas otras zonas que podemos estar tocando con las manos frecuentemente. Tampoco es necesario bañar al niño de cloro ni echarle alcohol de pies a cabeza cuando llegue a casa; por el contrario, la OMS desde hace tiempo ha advertido que puede generar cuadros alérgicos de la piel o de las mucosas y daños a las superficies de la ropa y los zapatos y no resulta útil.
– ¿Recomendaría usted que se implemente la vacunación a niños, niñas y adolescentes?
– A todos los pediatras nos encantaría vacunar a nuestros pacientes desde los seis meses hasta los 18 años con la vacuna anti-COVID-19 para protegerlos. Hasta ahora, solo hay estudios publicados con las vacunas de Pfizer y Moderna para jóvenes de 12 a 18 años y la única que ha sido aprobada por los momentos es la de Pfizer. Probablemente, pronto se apruebe la de Moderna. En el caso de las otras vacunas, mientras sus estudios no estén publicados en una revista de alto impacto, que hayan sido revisadas por pares y uno tenga acceso a la información, no se puede recomendar la vacunación a menores de edad.
Crespo recuerda que Venezuela no ha contado con las dosis de Pfizer ni de Moderna y que probablemente nunca lo hará, porque sus condiciones de almacenamiento y transporte (cadena de frío) son muy difíciles para la realidad venezolana, en donde se va la luz por largas horas, no hay suficiente gasoil para la planta eléctrica y no hay capacidad eólica ni de generación de energía solar, según detalló. “Definitivamente sería un riesgo muy grande comprar esas vacunas porque se nos pueden dañar”, afirmó.
En Venezuela no tenemos dosis de Pfizer ni Moderna y probablemente nunca las tendremos porque sus condiciones de almacenamiento y transporte (cadena de frío) son muy difíciles para la realidad venezolana, en donde se va la luz por largas horas, no hay suficiente gasoil para la planta eléctrica y no hay capacidad eólica ni de generación de energía solar. Definitivamente sería un riesgo muy grande comprar esas vacunas porque se nos pueden dañar
César Batiz / Jhon Pedraza Rodríguez – El Pitazo