Después de 20 años de enfrentamientos el ejército talibán ha tomado Kabul, consolidándose en el poder este 11 de septiembre, declarando Afganistán cómo un “Emirato Islámico” en dónde el líder no es sólo el representante del poder político sino se vincula también con el poder religioso a través la figura del “emir”.
«los orígenes del título de emir se remontan al de amīr almu’minīn», que pasó al español como comandante de los fieles. El título ya fue utilizado por algunos líderes militares en vida del profeta Mahoma (570-632)” explica Thomas Barfield, antropólogo especializado en Afganistán de la Universidad de Boston.
Cabe destacar que los talibanes han sido considerados como un grupo terrorista, fundamentado en la exaltación de la religión musulmana y la cultura islámica percibiendo como un enemigo a todo aquel que realice un acto que atente contra su interpretación extremista de los preceptos del Corán.
“Si los cristianos, los hindúes o los judíos realmente son nuestros enemigos, como afirman los talibanes tan a menudo, ¿por qué luchamos entre nosotros los musulmanes? Nuestro pueblo está desorientado. Cree que su mayor preocupación es defender el islam y ha sido embaucado por aquellos que, como los talibanes, interpretan el Corán torcidamente de forma deliberada. Deberíamos centrarnos en problemas concretos. En nuestro país hay tanta gente analfabeta y tantas mujeres que carecen de cualquier formación. Vivimos en un lugar en el que se atenta contra las escuelas” relata la autora de Yo soy Malala, victima de los talibanes en Pakistán.
La primera vez que tomaron el poder los talibanes en Afganistán fue en año 1996, para luego ser disuadidos por una ofensiva de la Alianza Atlántica (OTAN), aquellos 5 años de gobierno talibán fueron sido conocidos como “el reino del terror” que muchos han calificado como una “brutal represión” principalmente hacia las mujeres y niñas afganas.
Las practicas represivas que llevaron a cabo contra la mujer incluyeron decapitaciones, lapidaciones, la imposición de llevar burka, las mujeres fueron “borradas” del espacio público.
Mujeres afganas de varias regiones tomadas durante años anteriores por los talibanes ruegan por ayuda
Un grupo de mujeres de Herat una ciudad muy antigua, fundada por Alejandro Magno, denunciaron el maltrato al que han sido sometidas en una exclusiva para el portal elDiario.es.
“En las zonas ya definitivamente controladas por los talibanes han cerrado 176 escuelas, se ha prohibido el acceso de las niñas a la educación, y muchas de ellas son casadas a la fuerza a partir de los 15 años. Se reparten a las mujeres como botín de guerra, las violan y las azotan en público por sorprenderlas sin burka. Mientras, los niños son reclutados a la fuerza como soldados. Ese será el destino que nos espera si cae en sus manos nuestra ciudad.
Por eso, antes de que se apaguen nuestras voces y desaparezcan nuestros rostros, queremos enviaros estos mensajes, ocultando nuestros verdaderos nombres, para intentar no desaparecer definitivamente en el olvido.
Estoy muy preocupada por mis tres hijas. No tenemos sitio al que huir. La gente nos dice: «Cuando los talibanes tomaron los distritos de Saighan y Kahmard, entraron en todas las casas por la fuerza y contaron el número de vestidos para saber cuántas mujeres vivían en cada casa». Cuentan que los talibanes se llevan a las mujeres y a las niñas a la fuerza. Prefiero que mis hijas mueran de una manera digna antes de que caigan en sus manos” relata Sarah desde Bamain.
A pesar de que los talibanes plantearon su deseo de mantener relaciones pacificas con otros países y el respeto a los derechos de las mujeres, lo que genera preocupación es que el talibán ha declarado que será “siempre en el marco de la ley islámica”.
Sin embargo, para las mujeres afganas el único recuerdo que dejan tras de sí los talibanes es su violencia y el trato inhumano.
“Volverán a convertir otra vez en sufrimiento toda nuestra vida cotidiana. La comunidad internacional debería saber que si no los detiene, algún día tendrá que lamentarlo”
Cabe destacar, pese a que muchos han calificado los últimos 20 años como “inclusivos y con progresos”, el desarrollo de la mujer está lejos de haber sido una prioridad según las estadísticas.
La tasa de matriculación femenina se sitúa en el 1% según cifras de las Naciones Unidas y el Banco Mundial siendo la más baja del mundo.
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