Los tribunales europeos le dieron la razón nuevamente a la Súperliga Europea, al hacer que la UEFA eliminara los expedientes sancionadores a Real Madrid, Barcelona y Juventus. Desde que la Súperliga anunció que no se celebraría —al menos de momento— y desde que se salieron nueve de los 12 equipos que la fundaron, el proyecto rupturista entró en una fase durmiente.
Estaba vivo, pero volvería a activarse una vez obtenidas las victorias en la justicia europea. En donde toda jurisprudencia auguraba las victorias que al final obtuvo la Súperliga Europea. Efectivamente, el juez de lo Mercantil del juzgado 17 de Madrid —Manuel Ruiz de Lara— ordenó que no sólo se paralizase el procedimiento contra los tres equipos. También pidió que se archivase, ya que de lo contrario pediría que la Fiscalía interviniese para denunciar a la UEFA por una comisión de delito por desobediencia a la autoridad judicial.
Aleksandr Ceferin había retado brevemente al tribunal, agotando prácticamente los cinco días de plazo que le dio el juez madrileño para, en primer lugar, levantar cualquier sanción por la creación de la Súperliga Europea a Real Madrid, Juventus y Barça y, en segundo lugar, dar publicidad de esta decisión.
Anteriormente, la UEFA había anunciado que levantaba provisionalmente las sanciones, efectivamente reculando en su decisión de sanción pero reservándose el derecho de reactivar el proceso sancionador. La victoria que en todo caso era evidente para Súperliga, pasa a ser una aplastante.
La UEFA, pese a haber cedido en su pulso al magistrado, sí tomó la acción de pedir la recusación del juez Ruiz de Lara, así como también anunció que iría a una instancia superior. Hay que decir, sin embargo, que por la vía de los tribunales todo parece que irá a favor del proyecto liderado por Florentino Pérez. Lo cual es bueno en sí mismo, porque significaría que las leyes antimonopolio de la Unión Europea se están ejecutando. Impedir que ocurran los monopolios y que ocurran abusos de posición dominante es fundamental para proteger los derechos de los consumidores y de las empresas —grandes o pequeñas— que hacen vida en ese ecosistema o industria.
En Europa, se han producido condenas en contra de Apple y Google justamente por esa situación. Ser el mercado donde las aplicaciones y negocios se promocionan, y luego abusan de esa posición. Pues bien, se podría hacer un paralelismo entre Apple y la UEFA; y la Apple Store con la Champions League, la Europa League y la incipiente UEFA Europa Conference League.
Sin embargo, entender esto como una mera situación de unos mercados —y el dominio que se puede tener sobre él— tiene sus matices. Los clubes que querían romper con la UEFA para crear una competición aparte ya son parte de una élite monopolística. Sobre todo, Real Madrid y Barcelona. Estos equipos en España se llevan la mayor tajada de los ingresos por los derechos televisivos y obligan al resto de los equipos a vivir de una porción muy desigual.
Curiosamente, el covid-19 trajo a la realeza del fútbol español los mayores problemas. Estos equipos tienen unos gastos por concepto de salarios más elevados que el resto a los que sólo pueden hacer frente mediante ingresos hospitalarios y turísticos. Por eso, no bastó con esa tajada más grande del pastel de la televisión. Esta dinámica fomenta un monopolio de facto, que el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona siempre buscan proteger. Una de las formas de proteger ese monopolio fue a través de la amenaza de una Súperliga en la que se iba a dejar La Liga para ir a jugar con los mejores de Europa.
Pero justamente esa situación es lo que hace menos competitiva a La Liga a la hora negociar los mejores contratos transmisiones televisivas. Si consideramos a la Premier League, allí los derechos se reparten con la famosa fórmula del 50-25-25. Es decir, 50% de forma igualitaria, 25% en función de la posición en la tabla al final de cada temporada, y 25% en función de las audiencias. Eso ha hecho que en los últimos 20 años haya habido seis campeones distintos en la Premier League (Arsenal, Chelsea, Manchester United, Manchester City, Leicester City y Liverpool), la mayor cantidad de variación en todas las grandes ligas.
En Italia hubo otro monopolio de facto, con la Juventus acaparando las últimas nueve ligas hasta que el Inter de Milán fue capaz de poner fin a esa racha la temporada pasada. Estas tendencias restan interés a un campeonato. Por ello, aunque es correcto ver a la UEFA como un monopolio. Esto es así si uno el fútbol como deporte, y a lo que lo rodea como industria o mercado para la organización de partidos y torneos de fútbol. Esta forma de ver a la UEFA nos da una visión completa del estado actual del fútbol. Lo cierto es que los equipos que tienen el monopolio deportivo, por tener unas condiciones económicas que son mucho mejores, querían profundizar ese monopolio y hacerse virtualmente inalcanzables por el resto de equipos.
A este cuadro también hay que añadir los distintos casos de corrupción que se ha cobrado la carrera de Joseph Blatter y Michel Platini, expresidentes de la FIFA y la UEFA respectivamente. Esto, para recordar que estos entes reguladores del fútbol a nivel mundial y europeo no son precisamente ni héroes ni víctimas. Pero conviene resaltar la importancia de la necesidad de un organismo que asuma el rol de garantizar la competitividad en el fútbol. Lo que se debe explorar es si eso implica que también este organismo es el que coordina y organiza los torneos. También, al ser el fútbol un activo cultural que genera mucha comunidad, y fomenta lazos de afinidad sumamente fuertes, habría que ver si se debe diferenciar este tipo de monopolio a, por ejemplo, el que ejerció Apple sobre el mercado de las aplicaciones.
Periodista deportivo. Es editor del portal web Línea de Tres – @GusFrancoH