Llama la atención que la propuesta de que paguen los que más tienen no procedió de una negociación con la oposición, sino del mismo gobierno. Comprensible hubiera sido que el gobierno hubiese propuesto una reforma fiscal que simplifique el sistema tributario y aliente el crecimiento mediante una rebaja tributaria y que luego esta se vea obstaculizada o alterada en la asamblea.
La Ley de Creación de Oportunidades contiene varias reformas liberales, algunas —como la flexibilización laboral— de trascendencia incluso. Se propone la creación de zonas francas, de sandboxes regulatorios en el área de telecomunicaciones, la posibilidad de convertir concesiones de acuacultura en propiedad privada, entre otras.
Pero esto no despegará mientras el gasto, la deuda y los impuestos del Estado sigan asfixiando el potencial de creación de riqueza del resto de los ecuatorianos. El objetivo no debe ser cerrar el déficit fiscal, debe ser el crecimiento.
¿Qué significa eso de que paguen los ricos? El economista Juan Ramón Rallo explica que el patrimonio de los ricos se encuentra en tierras, inmuebles, y/o en participaciones en empresas. Rallo explica que el problema de los impuestos sobre el capital es que en nombre del mantra progresista “que paguen los ricos” no se adelanta el consumo de lo que tienen en algún banco, tampoco se adelanta el consumo que habríamos realizado mañana, sino que equivale a “consumir unas migajas hoy a cambio de destruir una enormidad de bienes y servicios que se habrían podido producir y consumir mañana”. Esto es, “merendarse la gallina de los huevos de oro”.
Por esta razón, la tendencia en países desarrollados es hacia eliminarlo. La Comunidad de Madrid indica que el impuesto al patrimonio “Se trata de un impuesto fiscalmente obsoleto y económicamente antifuncional, cuya existencia en España constituye una anomalía en el conjunto de los países de nuestro entorno político, económico e institucional”. El instituto IFO de Alemania ha estimado recientemente que la reintroducción del Impuesto sobre el Patrimonio en Alemania supondría en realidad una significativa pérdida de la recaudación neta, pues implicaría una contracción, en el medio y largo plazo, de hasta el 5% del PIB nacional.
Sobre la estrategia de realizar el ajuste por la vía de aumentos de impuestos en lugar de hacerlo por la vía de reducción del gasto, Alberto Alesina y sus colegas publicaron en 2019 estudios analizando decenas de planes de austeridad implementados en los países de la Unión Europea y OCDE. Los autores concluyeron que “Los recortes de gasto en promedio han estado asociados con recesiones muy ligeras. Una reducción del déficit de 1% del PIB por el lado de recortes de gasto está asociada (en promedio) con una desviación de menos de medio punto porcentual del crecimiento promedio del PIB del país, y esta desviación dura no más de un par de años…En cambio, los planes basados en aumentos de impuestos están asociados con grandes recesiones: pérdidas del producto interno bruto de entre 2% y 3% del PIB, por una reducción del déficit equivalente a 1% del PIB, y estas recesiones duran varios años”.
Que el gobierno carezca de convicción en torno a las ideas que promovía cuando estaba fuera del poder no significa que estas no sean aplicables en la práctica ni en momentos difíciles.