Maryclen Stelling: Fe y política

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El diálogo a puertas cerradas en México avanza hacia  la tercera reunión afrontando obstáculos tanto internos como externos,  previsibles e  imprevistos, inherentes al proceso o intencionalmente creados con miras  a torpedear su desarrollo.

El diálogo demás de enfrentar  claras injerencias internacionales, sufre internamente las consecuencias del poder dual.  Bajo el imperio de  la polarización conocemos y evaluamos su desarrollo; las noticias y opiniones sustentadas o no en torno al proceso.  Todo ello bajo la nada inocente mirada de instancias internacionales supuestamente expertas en asegurar la solución pacífica de problemas y controversias;  de Gobiernos,  autoridades nacionales e internacionales y, fundamentalmente,  a través de medios de comunicación convencionales y en línea.

Es importante destacar que los medios nacionales continúan alineados políticamente e intencionalmente  alimentan la polarización. En razón de nuestra posición política y en   tanto audiencias escogemos como y donde informarnos sobre el dialogo. Por ello debemos hacernos varias preguntas. ¿Estamos conscientes que en su mayoría  los medios dada su afiliación o preferencia política,  alimentan informativamente la polarización?   ¿Evaluamos y juzgamos, interpretamos y decidimos que es falso y que cierto? ¿Quién nos engaña y quien supuestamente  dice la verdad?  ¿Contrastamos las informaciones? Igualmente ¿Quién apoya y ayuda al diálogo? ¿Quién lo torpedea? ¿A cuál o cuáles medios le atribuimos  más confianza, credibilidad y legitimidad? ¿Aquellos que ratifican mi posición política? ¿Que respetan  los derechos de la audiencia? O ¿Aquellos que están alineados  con la polarización? ¿Qué manipulan o ajustan  la información para complacer una determinada fuerza  política? ¿Somos víctimas y/o promotores de la polarización? ¿Nos desempeñamos como audiencias activas?

La audiencias activas dotan o no de confianza, credibilidad y legitimidad al poder transmediático.  Es obligante salir de la zona de confort y demandarnos  si somos receptores activos, críticos e influyentes.  En carácter de  audiencias “activas” deberíamos tener un papel más protagónico, selectivo y crítico, en desmedro de un desempeño  manipulable y pasivo.

Cómo y dónde nos informarnos ha devenido en una cuestión tanto de fe como de política.

 

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