Jesús Membrado Giner: El Nobel del salario mínimo

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Con el anuncio de los Premios Nobel nos pasa como con los spots publicitarios: atiendes al  enunciado, desenchufas del resto y al final no sabes de  qué va. En el caso del premio Nobel de  economía de este año, sin embargo, reconozco que ver que las investigaciones premiadas se centran sobre nuestros problemas cotidianos, como el salario mínimo, la inmigración o la formación y el empleo, suscitó inmediatamente mi atención y me permitió descubrir que este año el Nobel de economía es realmente interesante, porque ha sido para personas que investigan el porqué de las cosas.

El canadiense David Card, el estadounidense Joshua D.Anguist y el holandés estadounidense Guido W. Imbens, han sido galardonados por sacar conclusiones de “experimentos naturales”, extraídos de situaciones de la vida cotidiana, aplicados al análisis del mercado laboral, según la Real Academia de las Ciencias de Suecia.

Los premiados han demostrado que es posible responder a muchas cuestiones de nuestra vida cotidiana usando experimentos naturales basados en la causa efecto. En el mundo de las ciencias   sociales donde ellos se mueven, no pueden hacer ensayos de laboratorio, ni pruebas clínicas, ni depender de componentes matemáticos. Sus experimentos se basan en analizar situaciones de la vida real.

En el caso de Card (la mitad  del Nobel) sobresalen sus trabajos sobre el salario mínimo, con conclusiones realmente impactantes. Tras una investigación realizada en 1994 en el estado de Nueva Jersey con los trabajadores de una cadena de distribución de alimentos, comparados con una situación laboral similar en Pensilvania, demostró que el incremento del salario mínimo de los trabajadores de N. Jersey no destruyó empleo, sino que aumentaron los puestos de trabajo, mientras que en Pensilvania, que se había mantenido el SM, no hubo crecimiento de empleo. La  conclusión de que los efectos del incremento del SM no tienen por qué conducir a la destrucción de empleo, rompió la creencia mantenida de que la elevación de estos salarios ocasionaba la  destrucción de puestos de trabajo. Los  datos aportados, refrendados con la concesión del Nobel, contradicen la teoría de las empresas y economistas liberales que mantienen todavía lo contrario.

En nuestro país, empresarios, Banco de España, economistas, gabinetes de entidades financieras y grupos de presión, vienen sosteniendo que la subida del SMI por encima de lo que indica el mercado, acaba perjudicando a los trabajadores por la destrucción de empleo. Tanto es así que el Banco de España calcula que en 2019 se perdieron entre 90.000 y 170.000 empleos en nuestro país por esta causa. Es más, la subida de 15 €/mes para 2021 ha ocasionado críticas muy duras de la CEOE, PP, Ciudadanos y Vox, que han acusado al Gobierno de destruir  empleo. Paradójicamente la investigación del nuevo Nobel de Economía, concedido por el Banco de Suecia en ciencias económicas, parece desmontar por completo esta visión.

En la misma línea de acercar la economía a los problemas cotidianos, David Card también demostró que la inmigración no devalúa los salarios de los trabajadores menos cualificados, contraviniendo las tesis de que la llegada de inmigrantes perjudica los salarios de los autóctonos. Para ello analizó los efectos en este sentido de la inmigración de 125.000 cubanos que salieron en 1980 hacia EE.UU, con permiso del gobierno cubano. Una gran mayoría de ellos se asentaron en la ciudad de Miami, lo cual originó un aumento de la mano de obra. Card comparó las condiciones laborales y de empleo de Miami con cuatro ciudades semejantes en las relaciones laborales y paro, llegando a la conclusión de que no se apreciaban efectos negativos en el empleo por la llegada de inmigrantes.

Joshua Anguist y Guido W.Imbens, además de crear una metodología propia para estudiar las causas y los efectos de la economía, han comprobado como la presunción de que el mayor nivel educativo conllevará un mejor salario en el futuro, no siempre se cumple, ya que hay otros factores como la ambición personal o la adaptación al puesto de trabajo que pueden ser tanto o más determinantes que su formación.

Los tres, junto con el desaparecido Alan Krueger, han demostrado que se puede responder a las preguntas que se hace la sociedad con análisis y estudios científicos, objetivos y fiables, al margen de intereses políticos y de grupo.

 

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