En Venezuela, necesitamos alimentar una esperanza inquebrantable que nace de una confianza profunda de que el Dios de la vida sigue actuando a través de numerosas personas solidarias y generosas que no se rinden y siguen empeñadas en construir un país reconciliado y próspero que nos permita a todos vida digna. Por eso, Fe y Alegría se ha propuesto en este nuevo curso escolar educar con esperanza pues la propia Fe y Alegría es una presencia esperanzadora que nos abre al horizonte de la Venezuela posible. Por ello, la esperanza se alimenta del trabajo y testimonio de numerosos educadores y personas solidarias que, a pesar de las dificultades, demuestran que es posible vivir de un modo servicial y generoso y así gestar otra Venezuela más justa y más humana. En consecuencia, la esperanza que promueve Fe y Alegría es activa y audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades e intereses individuales, que estrechan el horizonte, para abrirse a los grandes ideales que hacen la vida más bella y más digna para todos.
Con su propuesta de alimentar la esperanza, Fe y Alegría está empeñada en combatir la desesperanza que se ha adueñado de muchas personas, que piensan que no hay nada que hacer y que los esfuerzos y luchas no merecen la pena porque son inútiles. Los que han perdido la esperanza lo ven todo de manera negativa. No son capaces ya de captar lo bueno, lo hermoso de la vida y sobre todo de los esfuerzos y luchas por defenderla. No aciertan a ver el lado positivo de las cosas, la generosidad y entrega de tantas personas solidarias, ni captan ya la alegría que brota del compromiso y la entrega. La desesperanza hunde a las personas en un pozo de tristeza y angustia de donde les resulta imposible salir. Por ello, caen en la pasividad y el escepticismo.
Frente a esta actitud derrotista, Fe y Alegría levanta las banderas de la esperanza y del compromiso. Porque no se trata de esperar sentados, pensando que otros nos van a resolver los problemas. Se espera trabajando, actuando, enfrentando los problemas, dando lo mejor.
Fe y Alegría está convencida de que Venezuela tiene un hermoso futuro de progreso, convivencia y paz. Futuro que debemos construir entre todos y para todos. En consecuencia, promueve la reconciliación, el compromiso y el trabajo tenaz para ir gestando ya desde sus centros y programas y con las comunidades la nueva Venezuela.
Por ello, Fe y Alegría hace suyo el verso esperanzado de don Pedro Casaldáliga:
Es tarde, pero es nuestra hora. Es tarde, pero es madrugada, si empujamos un poco.
Ha llegado la hora de empujar. De unir corazones y manos. De pasar del pesimismo al entusiasmo, de la pasividad a la acción. ¡Otra Venezuela es posible, que labraremos con sacrificio y con trabajo! Anatole France decía que “Nunca se da tanto como cuando se da esperanza” y no hay peor ladrón que el que roba los sueños.
Les regalo este texto sencillo de Eduardo Galeano en el que yo acostumbro abrevar mi Fe, mi Esperanza y mi Compromiso, sobre todo en momentos difíciles, como los que estamos viviendo:
Nosotros tenemos la alegría de nuestras alegrías y también tenemos la alegría de nuestros dolores, porque no nos interesa la vida descomprometida y trivial y estamos orgullosos del precio de tanto dolor que por tanto amor pagamos. Nosotros tenemos la alegría de nuestras esperanzas en plena moda del desencanto. Nosotros seguimos creyendo en los asombrosos poderes del abrazo humano.
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