“Más allá de 4 siglos y medio continuamos en la búsqueda de nuestra identidad y realización como ciudad, pasado, presente y futuro. Hacia el entendimiento y los cambios necesarios”.
Bajo este título y reflexión se ha instalado la Cátedra “Ingeniero Tomás Contreras”, para en su nombre reconocer la labor de emprendimiento que en favor del Táchira realizaron los que soñaron antes de nosotros con esta ciudad, desde tiempos coloniales hasta los tiempos actuales, fijando la mirada en el horizonte de lo que debe proyectarse hacia el futuro, que si bien incierto, no menos cierto es nuestro deber democrático y republicano fijar su rumbo para que otros sigan disfrutando de una ciudad y estado que en tiempos de cambio planetario asoman su cabeza de ideas para estar a la altura del futuro, que ya nos alcanzó.
Así, la presidenta del Colegio de Ingenieros del Táchira, Cecilia Roche, junto al arquitecto Henry Matheus, se abocó a preparar este foro que rememora una historia de recuerdos y esfuerzos, unos realizados y otros por hacer.
Invitaron un panel extraordinario, integrado por el cronista de la ciudad de San Cristóbal, el doctor Luis Hernández, el profesor Idelfonso Méndez, el arquitecto Walter Durán, el antropólogo Anderson Jaimes, el internacionalista Francis Sánchez, la arquitecta Fabiola Vivas, el politólogo Abraham Blanco; entre los que me encontraba como ponente.
El momento actual es el propicio para hablar del futuro de la ciudad, insertada en el cambio revolucionario y el mundial que se experimenta por imperio de la revolución tecnológica.
La historia de San Cristóbal es de progreso sobre dificultades. Una sociedad pujante, culta y civilizadora, nos permite compartir páginas de la historia nacional, desde la lucha por la autonomía y descentralización, hasta el centralismo que les facilitamos a los caraqueños; somos pecado y absolución a la vez, esa es nuestra dinámica que como sociedad fronteriza y alejada de los centros de poder nos puso en movimiento para cambiar esas realidades.
La sociedad del conocimiento produce nuevos conocimientos, cada vez más rápido; la tecnología está cambiando las formas de producción y, con ello, está dejando atrás la discusión ideológica, con la inteligencia artificial y el big data, hasta las formas de gobernar y hacer política darán paso a nuevas maneras y formas.
El problema que hoy confrontamos es doble, con la revolución del socialismo del siglo XXI, Venezuela se bajó del autobús del progreso, negándose a llegar a la modernidad de los nuevos conocimientos que marcan nuevos progresos.
Hoy vivimos, más que en el pasado, en el atraso. Saber que nuestros problemas tienen solución, y el antivalor de dominar a la sociedad, nos llevan al primitivismo de depender del Estado (que es un hombre dominando), liquidándonos nuestra libertad y los derechos que la humanidad alcanzó en su beneficio para no ser esclavos, siervos de la gleba, súbditos y ahora seres humanos a los cuales les impiden tener futuro promisorio; la luz nunca será igual si no se ve con los ojos de la libertad.
Alemania hizo de la inteligencia artificial una política pública, automatizaron empleos y las nuevas tecnologías crearon a su vez nuevos empleos, se proponen acompasar el progreso tecnológico con el progreso social.
¿Y la revolución comunista en Venezuela a dónde nos trajo? Pues acabó con todo el progreso que existió, liquidando a la clase media, que la llevó una parte al éxodo y otra a la pobreza, a los pobres los hizo más pobres, y a los que eran muy pobres, los condujo a la pobreza extrema; y ¿los otros? Esos ya murieron.
La sociedad que hemos formado a lo largo de la historia, hoy truncada, es una sociedad en la que ya estaríamos insertos en los avances de otros países, con el gentilicio que nos caracterizó, superándonos cada día durante cuatro siglos, hasta que llegamos al estancamiento comunista, del que también saldremos.
Tenemos y debemos enfrentar la tragedia que vivimos.
Dios con nosotros.