El amianto está instalado en muchos lugares, sigue siendo un gran desconocido, lo que le convierte en más peligroso. No lo vemos, pero la inhalación de las fibras de este mineral puede tener efectos graves para la salud incluso letales.
Su uso masivo se dio a partir de la revolución industrial principalmente entre los años 60 a 90. Se utilizó en construcción, industria textil, del automóvil, naval y metalmecánica. En España, alrededor de 3000 productos incluyeron este material en su fabricación. En nuestro país hay más de 3 millones de toneladas instaladas.
Durante mucho tiempo fue apreciado por sus características aislantes, sus propiedades térmicas, químicas e ignífugas, y su bajo precio. Se utilizó en aislamiento de edificios, como componente de tejas, tuberías de agua, mantas ignífugas, guantes; como aditivo de plásticos, en la industria automovilística (revestimiento de embragues y frenos, juntas y amortiguadores), barcos, trenes, y canalizaciones de agua.
Hasta que se descubrió que al degradarse desprende unas fibras invisibles que se inhalan y pueden provocar peligrosas enfermedades neumológicas, en ocasiones la muerte. En la década de los 80, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo calificó como material cancerígeno, y 50 países lo prohibieron.
Según los últimos datos de esta organización, 125 millones de personas de todo el mundo están expuestas a amianto en su lugar de trabajo, se producen más de 107.000 muertes anuales por cáncer de pulmón. Además, se estima que cada año hay miles de muertes atribuibles a la exposición doméstica al asbesto. La OIT estima que cada año entre 100.000 y 140.000 personas mueren en el mundo a causa del asbesto.
El pasado 20 de octubre el Parlamento Europeo aprobó por una amplia mayoría una Resolución con recomendaciones a la Comisión sobre la protección de las personas trabajadoras contra el amianto. Queda clara la posición de la UE respecto de la eliminación de este material cancerígeno que tantas muertes se ha cobrado y que seguirá haciéndolo en los próximos años. En la UE, provoca la muerte de entre 30.000 y 90.000 personas al año y se estima que será el origen del fallecimiento de medio millón de personas de aquí a 2030.
Se conocen los riesgos que entraña para la salud; sin embargo continua siendo uno de los principales retos en el ámbito de la salud laboral y de la salud pública, ya que son muchas las personas las siguen estando expuestas.
Incluso con prohibiciones nacionales y de la Unión Europea, con normativa vigente, el amianto sigue entrando en el mercado interior. Mientras se produzca y comercialice de manera legal a nivel mundial, siempre existirá riesgo. Es prioritario redoblar los esfuerzos para evitar que productos no conformes se comercialicen en el mercado de la Unión.
Convivimos con él, no lo vemos, puede estar en tu casa, detrás de cada azulejo, en el yeso en la pared, en el techo, bajo el piso, en la tubería de agua ó en las canalizaciones eléctricas.
Construcciones públicas y privadas, centros educativos, centros de salud y hospitales, viejas fábricas, viviendas, techos de uralita, aislantes de bajantes, redes de suministro de agua, depósitos, infraestructuras e instalaciones de transporte público, cientos de materiales y componentes. Pese a su prohibición, el amianto sigue presente.
El problema es que no sabemos identificarlo, desconocemos donde está, por eso constituye un peligro; lo que no se conoce no existe. Estamos ante un grave problema laboral, social y ambiental.
Organismos Internacionales como el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) han reconocido al amianto como un agente cancerígeno muy peligroso responsable de asbestosis, cánceres de pulmón y mesotelioma, cánceres de laringe y ovarios; incluso otros trastornos pulmonares y pleurales no malignos. Provoca enfermedades a las personas trabajadoras, como a aquellas que convivieron o conviven con este material, recordemos a las mujeres que lavaban la ropa de trabajadores que manipulaban amianto, ó la población cercana a la empresa Uralita en Cerdanyola (Barcelona) donde se constató que no sólo los trabajadores resultaron afectados sino que uno de cada tres casos de enfermedad producida en la zona no era de origen laboral, sino por contaminación ambiental.
Inhalas hoy fibra de amianto y la enfermedad no se produce hasta años después, el periodo de latencia de estas enfermedades es de hasta 40 años, muchas de ellas no se notifican como causadas por el asbesto. En nuestro país en 2020 se notificaron 24 cánceres de origen profesional, de los que 13 fueron debidos al amianto.
Su vida útil gira en torno a los 35-50 años, actualmente estamos ante un deterioro del mismo en muchas instalaciones, lo que va a incrementar el riesgo de exposición. Sectores como la construcción, la gestión de residuos, suministro de agua, actividades de saneamiento, y descontaminación, y en otros materiales en numerosos ámbitos de la vida cotidiana. Se plantea que el máximo de personas afectadas se manifestará en torno a 2025.
Para hacer frente al amianto esta Resolución de la UE plantea, entre otras, la actualización de la Directiva 2009/148/CE sobre la protección de las personas trabajadoras contra los riesgos relacionados con la exposición al amianto durante el trabajo, proponiendo reducir el valor límite de exposición (OELV) para el año 2022. Actualmente en nuestro país, se aplica como nivel de exposición profesional de 100.000 fibras por m3 (0,1 fibras/cm3).
Hay suficiente evidencia y recomendaciones científicas que avalan la reducción. La Comisión Internacional de Medicina del Trabajo propone un OELV considerablemente inferior de 1 000 fibras/m3 (0,001 fibras/cm3). El Comité de Evaluación de Riesgos de la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) a su vez ha elaborado un dictamen para una reducción del OELV del amianto.
El Marco estratégico de la UE en materia de salud y seguridad en el trabajo 2021-2027, aprobado en junio, hace la propuesta de nuevos valores límite de protección relativos diferentes sustancias para el 2022, entre las que se encuentra el amianto. En España actualmente se está negociando la nueva Estrategia de Seguridad y Salud en el Trabajo, es el momento de modificar el valor límite e incorporar el nuevo OELV que están proponiendo los organismos europeos.
Esta reducción del OELV evitará sufrimiento, enfermedades y protegerá en mayor medida la salud ¿cuántas personas trabajadoras llevan manipulando amianto en valores superiores a los que se proponen?, ¿y aquellas que continúan manipulando el mineral cuando podrán contar con las medidas de “protección adecuadas” para evitar contraer una enfermedad irreversible que empeorara su calidad de vida? El principio de precaución debe primar.
Importante es el tratamiento de las enfermedades del trabajo susceptibles de indemnizar. La Resolución propone una lista de las mismas; la creación de ventanillas únicas para las personas afectadas; incluso una figura similar al “defensor del pueblo”. Se trata de prestar asistencia a los afectados por enfermedades profesionales y, en especial, enfermedades relacionadas con el amianto en los procedimientos de reconocimiento, así como apoyar a asociaciones de pacientes y victimas. Facilitar la declaración de la enfermedad, hacerlas aflorar. Evitar el calvario jurisdiccional que se ha producido a lo largo de estos años con las víctimas y sus familias.
En España las organizaciones sindicales junto a colectivos de víctimas, ecologistas y organizaciones representantes de la sociedad civil llevamos alertando desde hace muchos años y demandando soluciones a diferentes Gobiernos. El Congreso de los diputados el pasado mes de abril dio luz verde a la tramitación de una Proposición de Ley de creación de un fondo de compensación para las víctimas del amianto. En este momento se encuentra en periodo de enmiendas. Se necesita un trámite rápido y decidido, no es de ley que aún no se haya resuelto un problema tan grave, tenemos una deuda con las personas afectadas.
El día a día ha sido la denuncia ante los Tribunales. El dolor, el esfuerzo económico y el daño psicológico de afectados y familias debe ser compensado. En esta línea la UE recomienda invertir la carga de la prueba para el reconocimiento estas enfermedades profesionales, y que se establezcan indemnizaciones adecuadas.
Especial relevancia dentro de la Resolución adquieren las exposiciones no profesionales, ya sea de origen paraprofesional (exposición al polvo de amianto que las personas trabajadoras traigan a su domicilio involuntariamente), doméstico (objetos domésticos que contienen amianto) o medioambiental (materiales existentes en edificios e instalaciones, o de origen industrial, residuos). Resaltando la perspectiva de género en todos los instrumentos legislativos y no legislativos de manera que ningún sesgo de género afecte al seguimiento, la detección, el tratamiento o la consideración de una enfermedad relacionada con el amianto.
Una nueva Directiva marco europea será la encargada de dirigir el establecimiento de planes nacionales de desamiantado. Planes que incluyan plazos claros y realistas, prioridades y objetivos, identificación, detección y registro, vigilancia y control, financiación y apoyo a propietarios de viviendas, de pymes, medidas de protección, de formación de la población trabajadora, y por supuesto, la eliminación segura del amianto y la gestión de los residuos.
Actualmente estamos en fase de tramitación parlamentaria del Proyecto de Ley de residuos y suelos contaminados. En él se propone que antes del 2023 los Ayuntamientos deberán elaborar un censo de edificios públicos y privados en los que exista amianto. Una vez aprobada la Ley conoceremos en un corto plazo la ubicación del amianto. Será necesaria financiación ya que los procedimientos de identificación y desamiantado se realizan por empresas especializadas, y son muy costosos por los riesgos y las medidas preventivas que conlleva su realización.
Dar una oportunidad para retirar amianto a todas las personas, justicia social, priorizando planes de desamiantado de centros educativos, instalaciones sanitarias, centros deportivos o viviendas sociales. Los fondos europeos en el marco de la oleada de renovación para Europa deben ser un instrumento para facilitar la erradicación.
La investigación también es necesaria, dado que las fibras de amianto son indestructibles, debe evitarse su liberación en el medio ambiente. Nuevos métodos para la inertización de los residuos, desactivar las fibras de amianto y convertirlas en materiales que no representen riesgos ha de ser otro objetivo.
¿Cuánta evidencia científica, tratados internacionales, resoluciones europeas, prohibiciones nacionales se necesitan para erradicar a este asesino silencioso? ¿Hasta cuándo convivirá con nosotros generando riesgo innecesario y empeoramiento de la salud?
Ayuda a los afectados, reconocimiento de las enfermedades, protección de la salud de las personas y del medio ambiente, desamiantado seguro, son algunas de las prioridades que se han de poner en marcha con urgencia. Es el momento de trasformar esta situación, no debe prolongarse. Demos un paso adelante y abordemos de una manera definitiva este mal que tanto sufrimiento y tantas vidas se está cobrando. Seamos valientes y afrontemos con dignidad la solución al amianto. Un sistema social, laboral, y medioambiental económicamente sostenible y saludable es posible. Avancemos hacia un futuro sin amianto.