Quizás tratándose de otra persona hubiese podido escribir: y la alegría; pero esta Y, no viene al caso pues tu nunca fuiste David y la alegría, como si ella fuese por un camino y tú por otro. No, tú fuiste el camino y la alegría caminó a través de ti. Porque tú siempre fuiste un camino de alegría, de sueños, de esperanzas. Por eso nunca te quebraste frente a la tortura, porque fuiste siempre la alegría, esa que no se fractura ni siquiera frente al dolor, este no es capaz de derrotar el amor que siempre sentí desde tus poros como semillas de ternura, de ternura solidaria.
Nos conocimos en 1958, cuando derrocamos la dictadura de Pérez Jiménez y Caracas se pobló de fiestas de celebración, los gritos de ese pueblo que tuvo que guardar emociones y sentimientos anhelantes por la liberación de Cuba y la Sonora Matancera, para bailar y cantar con libertad, como el pueblo de Cuba y el de Venezuela lo habíamos sabido hacer y desde esa época comenzamos a ensayar los gritos de ¡Cuba Si-Yanquis No! Celebración plena cuando el 1° de enero de 1959, Fidel Castro, con los barbudos de la Sierra Maestra, entró triunfante a La Habana.
Rómulo Betancourt fue comunista. No fue que cambió. Traicionó y se transformó en anticomunista y decidió, ordenado por los yanquis, aplastar nuestra rebelión a sangre y fuego. No nos acobardamos. Tomé el camino de las guerrillas y tu solidario como pocos, te pusiste al frente de los correajes logísticos. Tarea muy perseguida. Tú nos garantizabas uniformes, botas, armas…
Organizamos contraseñas, con silbidos de canciones, que se entonaban desde algún escondrijo en curvas de una carretera. Una vez nos pusimos de acuerdo para silbar: “Una manzana fue lo que dio Eva a Adán”. Era para encontrarnos alertas, pero riéndonos. Nadie andaba atemorizado, menos un “jodedor” como David.
Con Antonio Machado, saludando a los que se han ido: “Se le vio caminar…/ Labrad, amigos, / de piedra y sueño en el Alhambra, / un túmulo al poeta, / sobre una fuente donde llore el agua”…/ Todos nuestros compañeros han sido poetas de sueños y esperanzas.
Bueno Sara, tú has sido una esposa-compañera valiente, solidaria, leal. Orgullosa de tu ilustre y valiente compañero, tú rostro será un espejo de consecuencia y amor ¡Viva la vida! ¡Vivan la fe y la esperanza! ¡Viva las hijas e hijos y las nietas y nietos!