El pasado 08 de octubre se cumplió un año de la promulgación de la inconstitucional Ley AntiBloqueo. Esta Ley, tal como lo denunciamos en su oportunidad, aprobada de manera “express” por la extinta ANC, antes de irse al basurero de la historia, ha sido el instrumento para encubrir el saqueo y la entrega del país, “desaplicando” las leyes de la República, en el más absoluto secreto, sin rendirle cuentas a nadie.
Con este artilugio, el madurismo ha transferido los activos de la República, del Estado, a sus operadores privados, a los que un ministro llamó “la burguesía revolucionaria”, uno de cuyo más conspicuo exponente es Alex Saab, convertido en “héroe” por el dinero del madurismo.
Lo que hace Maduro, principal responsable de la tragedia que está viviendo nuestro pueblo, de la destrucción del país, no es nuevo ni novedoso, menos aún, cuando se trata de una restauración del capitalismo.
En nuestro país, lo hizo a inicios del siglo pasado, ésto lo hizo Juan Vicente Gómez. A su sombra, se formaron poderosos grupos económicos que se enriquecieron con el saqueo perpetrado por las transnacionales, cuando el dictador les entregó el petróleo. Lo mismo haría Marcos Pérez Jiménez; y, así, sucesivamente, los distintos presidentes de la IV República; es ese el origen de las grandes fortunas en el país: el saqueo, la apropiación de la renta petrolera.
La posibilidad de apropiarse de la renta petrolera, esa inmensa riqueza producto de la venta del petróleo en el mercado internacional, que entra al país, ha marcado a la economía –fundamentalmente minero extractiva–, y con ella, la formación de nuestras clases sociales. Por una parte, la minoría que medra en torno al poder, favorecida por el presidente de turno, que se apropia de la renta petrolera y se convierte así en la “burguesía revolucionaria” de cada periodo; y, por otra, la inmensa mayoría, el pueblo, que no tiene acceso a la renta petrolera, ni tampoco al trabajo, marginada de todo, que se fue acumulando en esos grandes territorios-guetos de miseria: los barrios de nuestras grandes ciudades.
Lo que hace Maduro, la “astucia política” que los tontos así califican cuando se la adjudican, no es más que el robo del país, el desfalco más grande de la historia, porque los inmensos recursos acumulados y rescatados por el Estado Venezolano durante el gobierno revolucionario del presidente Chávez, entre 2004-2012, eso que Chávez mismo llamó “la Patria”, están siendo entregados por Maduro y el madurismo a sus socios, familiares, amigos, relacionados y a todo aquel que quiera participar del saqueo, a cambio de apoyo político y económico; es decir, que participe en el nuevo pacto, ese que propugna Jorge Rodríguez y que aplaude Fedecámaras, el generado entre las viejas y las nuevas élites, que ahora pugnan entre ellas por un pedazo, en la gran torta del saqueo del país.
De la nacionalización de Chávez a la privatización de Maduro.
El presidente Chávez, sobre todo, después del Golpe de Estado del 11 de abril de 2002, tomó clara conciencia, de que debía iniciar un proceso de rescate de los activos del Estado, que habían sido entregados o de los cuales se había apropiado el capital transnacional y sus agentes venezolanos.
La derrota del Sabotaje Petrolero y el rescate de PDVSA, nos abrió las puertas para avanzar en la Política de Plena Soberanía Petrolera y tomar el control del sector más estratégico de nuestra economía, poniendo la renta petrolera, por primera vez en nuestra historia, al servicio del pueblo, sin pasar por la burocracia del Estado burgués, sino de manera directa, participativa y protagónica, junto al pueblo y las Misiones Sociales. Nacía la PDVSA del Pueblo, la Roja Rojita, que tanto odio despierta en Maduro y en la burguesía.
Por supuesto, desde entonces, la burguesía, sus operadores políticos y sus grandes medios de comunicación, iniciaron una brutal y sistemática campaña, atacando a Chávez y a su gobierno por atreverse a disponer de la renta, –esa de la que la burguesía siempre usufructuaba–, y ponerla ahora al servicio del pueblo, a favor de los más pobres, de los marginados, de los habitantes de los barrios, de los analfabetas, de los que morían de pobreza, de los que no podían estudiar, de los que vivían en ranchos. Para esta burguesía, aquel gobierno popular y revolucionario, era su enemigo, porque disponía de “SU” renta petrolera para ponerla al “SERVICIO” del pueblo. Algo inadmisible para ellos.
El control Estatal sobre el petróleo y la política de Plena Soberanía Petrolera, nos permitió captar para el país, más de 700 mil millones de dólares en ingresos, de los cuales, 500 mil millones de dólares fueron al Fisco Nacional, como pago de regalías e impuestos, y destinamos a los distintos Fondos del Estado, FONDEN, Fondo Chino y al desarrollo social, 216 miles de millones de dólares.
Aportes Desarrollo Social 2004 – Mayo 2014
Con estos recursos, no solo se fortaleció nuestra economía y se atendieron los graves problemas sociales heredados del despojo de 100 años de factoría petrolera, sino que, el presidente Chávez, se lanzó a la conquista de la soberanía económica de todo el país, controlando otros sectores claves de la economía, condición indispensable para construir el socialismo, nuestra meta suprema.
Este esfuerzo en lo económico, tenía su correlativo en lo espiritual, Venezuela era el país del Poder Popular, de las Misiones, del “Vivir Bien” del Pueblo, de la Solidaridad, del internacionalismo, de la unión con América Latina y el Caribe. Luego de muchos intentos y ensayos, se prefiguraba como serían las relaciones de vida en la sociedad: altruistas, participativas, más humanas.
La PDVSA del Pueblo estaba a la vanguardia, el petróleo sería ahora la herramienta para la liberación, para construir el socialismo, y junto a él, la de las nuevas relaciones de propiedad, producción y trabajo, para convertirlos en factores hegemónicos en nuestro sistema económico deformado por el petróleo, y así sustituir al capitalismo dependiente, periférico y depredador que, desde hace un siglo, se instaló en nuestro país de la mano de las transnacionales petroleras.
Junto a los procesos de nacionalización de los sectores claves y estratégicos como el petróleo, empresas básicas e industrias pesadas y las tierras del latifundio, se invirtieron también miles de millones de dólares en adquisición de empresas y el desarrollo de nuevos proyectos de infraestructura, servicios, industrias, fábricas, manufactura, agroindustria, todas ellas, de propiedad social, Estatal.
Estábamos creando la nueva economía, la socialista, que se desplegaba en todo el territorio nacional con grandes dificultades para producir, sin interconexión porque la infraestructura del país respondía a la concentración de actividades en torno al petróleo, norte-costera, que era el reflejo del país monoproductor, con una economía de puertos y maquila establecida en Venezuela desde los años 50.
Fue un extraordinario esfuerzo hecho por el Estado, por PDVSA como nave insignia de la revolución. En PDVSA, hicimos lo que nos correspondía hacer en ese momento histórico, extraordinario: sostener el país, mantener al máximo nuestras capacidades de producción, mantener al máximo la empresa, mientras creamos las condiciones materiales y espirituales para construir el socialismo en el país. Lo hicimos con conciencia y lo hicimos bien. Siempre lo reivindicó, fue correcto.
El Plan de Chávez, que incluía lo que debíamos hacer con todos los activos ahora en manos del Estado –con los nacionalizados y los nuevos–, con todas las capacidades de producción Estatal, de propiedad social, construidas durante el gobierno del presidente Chávez, está plasmado, escrito de manera detallada en el Plan de la Patria, de allí su importancia. El Plan de la Patria, no sólo contiene los objetivos históricos de nuestra revolución, sino que allí se indica en detalle cómo los alcanzaríamos, cómo construir el socialismo Bolivariano del siglo XXI.
Por ello, cuando Maduro decidió sepultar el socialismo, lo primero que hizo fue desfigurar al Plan de la Patria de Chávez, “interpretar” a Chávez de manera conveniente para él; luego, arremetió contra PDVSA, la Roja Rojita, con una saña y un odio, sólo equiparable al demostrado por la burguesía en contra de la empresa del pueblo, vanguardia de las transformaciones de la revolución: la PDVSA de Chávez. Luego, vendría la persecución y destrucción del Chavismo y de quienes acompañamos a Chávez en el esfuerzo socialista.
Hoy en día, el Chavismo no existe, el socialismo tampoco. Sobre sus cenizas se ha instalado el madurismo, un mal gobierno de derecha que ha desmantelado los pilares de nuestra soberanía y entrega de manera sistemática, ilegal y en secreto, todos los activos, empresas y recursos nacionalizados, recuperados, adquiridos o construidos durante el gobierno de Chávez, a sus socios, a su burguesía.
La gran pregunta que habría que hacerle a los maduristas es ¿dónde están los activos de PDVSA, valorados en 281 mil millones de dólares para el año 2013, que Maduro y su ministro de petróleo andan entregando a diestra y siniestra? ¿En manos de quién están los buques, taladros, campos petroleros, la producción y exportación de petróleo? ¿Quién maneja todo ésto? ¿Dónde están, en manos de quién están, las cientos de empresas del Estado, las empresas básicas, industrias, fábricas, agroindustrias, tierras? ¿Dónde está toda la inversión del Estado, todo el esfuerzo que hicimos?
La respuesta sólo la saben Maduro y los suyos, son ellos los que han dispuesto, vendido o se han apropiado de los activos del Estado, tarde o temprano deberán responder, rendir cuentas.
Lo que sí es evidente es que en el país se ha instalado una plaga, una burguesía que bajo el amparo, protección y complicidad del madurismo, se ha apropiado de la economía y de todo el país. Ahora, los que eran oficiales, escoltas, aventureros de diversa índole, dirigentes del PSUV, alcaldes, gobernadores y todo tipo de gente, los “enchufados” se regodean en sus lujos, extravagancias, vicios, en la zona de Las Mercedes en Caracas, en las más exclusivas urbanizaciones de Valencia o en la zona norte de Maracaibo. Todos ellos viven en una burbuja, con sus edificios, restaurantes, discotecas, casinos, bodegones; allí se pasean y exhiben sus carros de super lujo y sus escoltas con armas largas. Todo, resulta una bofetada a la inmensa mayoría del país que, empobrecida y arruinada, lucha día a día para obtener gasolina, gas, agua, trabajo, esa mayoría que gana dos dólares, ya sean trabajadores, pensionados y todo aquel que recibe sus ingresos en bolívares, ingresos que no les permite ni comer, ni curarse, y ni siquiera, moverse. Lo que se tiene en Venezuela no es vida, por eso, más de 6 millones han abandonado el país, desesperados, desgarrados, dejando todo atrás.
Por eso, el madurismo ha recurrido a la violencia, a la represión y la violación de los Derechos Humanos, solo así ha podido contener la reacción popular, el descontento social. La comisión de crímenes de Lesa Humanidad, la tortura, los cientos de encarcelados y la judicialización de la política, utilizando para ello, al Fiscal Sicario y al Poder Judicial, le ha permitido al gobierno imponer el miedo, el silencio, la censura. Únicamente, con la complicidad de militares y políticos cobardes o corrompidos, con la mirada indiferente de una izquierda boba, es que han podido imponer al pueblo venezolano, al de Chávez y Bolívar, este paquetazo feroz, la entrega de nuestros activos y la destrucción de la Patria.
La burguesía madurista es dueña de todo, hacen lo que les da la gana con Venezuela, la han desfalcado, es el desfalco más grande la historia. Maduro nos ha hecho retroceder cien años como país, ha demolido las bases de la República, las instituciones, entregado la economía a los privados, quienes hacen lo que le da la gana con un pueblo empobrecido y desesperado.
Tal como hizo Boris Yeltsin cuando se apropió de la economía y las empresas de la derrotada Unión Soviética, Maduro ha entregado a sus privados la economía, empresas y activos de la derrotada V República de Chávez. La nueva oligarquía del madurismo, se pasea por el mundo, exhibiendo sus riquezas, tal como hizo la oligarquía rusa de la época de Yeltsin.
A Maduro, hay que sacarlo del poder, su nefasto gobierno debe terminar lo antes posible, debemos liberar al pueblo y al país de esta tiranía, a la que nada le importa la tragedia que se vive en la Patria, que está dispuesta a pactar hasta con el diablo, entregar el petróleo, el Esequibo y a su propia madre, con tal de mantenerse en el poder.
La Patria desesperada llama a sus hijos, a sus hombres y mujeres a dar una batalla por el futuro de sus hijos, de los hijos de sus hijos, es necesario acabar con la indiferencia y el miedo para ser capaces de liberar a nuestro país y retomar el camino de la soberanía, del “vivir bien”, junto al pueblo ¡volver al camino de Chávez!