Rafael Quiroz: El actual mercado petrolero

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En su pasada reunión mensual de comienzos de noviembre, la OPEP Plus dejó intacta su política de restablecimiento gradual de la oferta a razón de 400.000 B/D acordada en julio de este año, y vigente hasta abril de 2022 cuando suba a 432.000 B/D y concluya en agosto para terminar de reponer el recorte de 9.7 MMB/D suscrito en abril de 2020 para estabilizar el mercado petrolero, luego del colapso de 30% en el consumo mundial observado en abril de ese año, y un descenso anual de 10%. La política de recortes de producción, por lo general, le ha sido exitosa a la OPEP desde 1982.

Esta reunión se produjo en medio de una gran preocupación de los principales países consumidores, debido a las tensiones provocadas en el mercado petrolero por la escasez de gas y su sustitución por crudo y carbón para generación térmica y calefacción. Un desabastecimiento de gas natural, principalmente, en Europa ha elevado sus precios a nivel record en el mercado spot, y provocado valores igualmente altos  en el petróleo y el carbón al ser utilizados como sustitutos. Su impacto se ha hecho sentir con fuerza en las facturas eléctricas de hogares y establecimientos fabriles y comerciales, generando una inquietud política en los gobiernos por el impacto sobre su popularidad y los programas de transición energética.

El gobierno estadounidense, en particular, ha alertado sobre la incidencia del aumento del precio en sus planes de recuperación económica, habida cuenta que las presiones alcistas pudieran adelantar una política monetaria menos flexible de la que ha habido hasta ahora. En este sentido vale señalar la fuerte desaceleración del PIB en el tercer trimestre. Esta inquietud del gobierno de Biden se hizo extensiva a consumidores importantes como India y Japón, quienes se sumaron para pedir a la OPEP PLUS que elevara el ritmo de reabastecimiento de crudo pautado en julio de este año.

La OPEP PLUS y EE.UU.

Sin embargo, una vez más ha prevalecido la cautela en los gobiernos que conforman la OPEP PLUS. En particular, el ministro petrolero saudita ha descartado que la crisis se deba a un problema de escasez o insuficiencia de suministro en el mercado petrolero. Por el contrario, el Reino Saudita ha reducido por dos meses consecutivos los precios oficiales, a los cuales vende sus crudos debido a un debilitamiento en sus ventas. Afirman que es un problema de escasez de gas que por rebote tensiona el mercado petrolero, al generar una demanda adicional temporal de crudo, la cual podría aminorar o desaparecer apenas se normalice el flujo de gas natural por parte de Rusia, Argelia y Noruega, hacia los mercados europeos. Igualmente, tenderían a aliviar las presiones sobre las facturas electricas una vez que la producción de energía eólica regrese a niveles más adecuados.

Sin duda que las presiones de Estados Unidos (EE.UU.), Japón e India para que la OPEP PLUS aumente su nivel de reposición mensual, pareciera estar reflejando el temor a una expectativa de precios del petróleo de 100 U$B para la temporada de invierno y su ubicación actual en torno a 85 U$B, sus niveles mayores desde 2014, y reflejo de un incremento de 70% en lo que va de 2021.

Los fundamentos que podrían justificar esta incertidumbre sobre el precio del petróleo, encuentran su asidero en lo que se percibe como una fuerte corrección de los niveles de inventario, debido entre otros factores a: el impacto del crecimiento de la demanda de crudo asociado a la crisis del gas natural, por el orden de 500.000 B/D; la alertagada respuesta de la producción No OPEP liderada por EE.UU. y comprometida por los estragos del Huracán Ida en la producción del Golfo de México; el engatillamiento de la producción de crudo de lutitas en ese país, a causa de la estrategia conservadora de manejo de fondos por parte de las empresas del sector, y que les ha llevado a un enfoque muy cauteloso en sus planes de aumentos de producción; y el sobrecumplimiento (111.5%) de los planes de restricción de oferta aún vigentes por parte de la OPEP PLUS, y que revelan problemas de producción en algunos países que forman parte de esta alianza. En septiembre, la producción del grupo quedó rezagada por detrás de las proyecciones y se quedó corto el aumento mensual del suministro acordado. Por cierto, que acordar un incremento mayor al pautado mensualmente, y dado los problemas de producción de algunos países que integran la OPEP PLUS, significaría en la práctica una modificación de los acuerdos vigentes. De hecho, los incrementos han venido descansando en Rusia, Arabia Saudita, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos.

Efectos de la pandemia

La resistencia de la OPEP PLUS en ceder a las peticiones de incremento de la producción por parte de EE.UU., Japón e India se basa también en los problemas de demanda asociados a la pandemia de Covid 19, los cuales no se pueden descartar al ver cómo han repuntado los contagios en Rusia, y países de Europa del Este, y han obligado a restablecer medidas de confinamiento en ciudades chinas. Al mismo tiempo, al ser un tipo de enfermedad cuyos síntomas son más intensos con clima frío, al igual que pasa con la gripe, se presume que en el invierno del Hemisferio Norte, que comienza en diciembre, aumenten los contagios. En verdad, aún no se ha logrado un control sobre este flagelo mundial, a pesar de los mayores niveles de vacunación y los esfuerzos que viene haciendo la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Para los organismos multilaterales, la pandemia Covid 19 sigue siendo un factor de riesgo a la baja en las proyecciones de crecimiento de las economías, aún cuando poco a poco se haya recuperado la movilidad urbana en las grandes ciudades y el porcentaje de personas vacunadas empiece a alcanzar cotas que se acercan la meta de la inmunidad colectiva. Por ello, para la OPEP PLUS, las incertidumbres sobre las variantes de Covid-19 continúan nublando sus pronósticos, descartando, en consecuencia, los pedidos de un incremento mayor en el suministro hasta ahora pautado, alegando, en definitiva que los recientes aumentos de precios han sido impulsados por la escasez de carbón y gas, pero no por una de petróleo.

Precios y elecciones

No es la primera vez que el gobierno de EE.UU. dirige sus críticas a la OPEP por el aumento de los precios del petróleo. La OPEP siempre es la “culpable” a la hora de achacarle las perversidades del mercado petrolero, surgidas basicamente del mundo desarrollado que son los grandes consumidores de energía. Algo, que además pasó desapercibido mientras el precio del petróleo llegó hasta niveles de 75 U$B, luego del colapso histórico en abril de 2020, a valores puntuales negativos cercanos a 40 U$B. No está de más señalar que hubo un concurso de la propia presidencia estadounidense, representada por Donald Trump, para que se estabilizaran los precios a unos niveles que fueran convenientes para todos los sectores.

Sin embargo, el fuerte incremento del precio de la gasolina en EE.UU., hasta su máximo en siete años, ha venido erosionando la popularidad del gobierno de Biden y ha restado fuerza a un gobierno con una agenda a favor de la energía renovable, que no ha podido avanzar en los predios del Congreso debido a la fuerte resistencia de los sectores políticos asociados a la industria petrolera. Vale recordar que en la Cámara del Senado el partido demócrata, apenas disfruta de una ligera ventaja de un voto, pero que no se traduce en un respaldo automático de los planes públicos hasta ahora puesto a discusión por la Administración de Biden.

El desgaste de Biden ha sido muy rápido y desde ya se teme una pérdida de sus actuales ventajas en las dos cámaras, cuando se renueven parcialmente las mismas en 2022. La relación entre popularidad y precio de la gasolina está establecido, y es algo que siempre influye en las decisiones de La Casa Blanca, y más aún cuando hay comicios cercanos, como los habidos recientemente, y en la cual el partido demócrata perdió la gobernación del estado de Virginia, y por muy poco mantuvo la del estado de New Jersey.

Asimismo, para el gobierno de Biden es controversial el hecho de que ha tomado medidas internas, cónsonas con su agenda verde, que suponen un desestimulo de la producción de petróleo en su país, al ir reponiendo regulaciones que había flexibilizado o eliminado el gobierno de Trump, destacando, dentro de ellas, la suspensión del permiso del oleoducto Keystone que iba a incrementar fuertemente la llegada de crudo canadiense, hacia los centro refinadores de los estados cercanos al Golfo de México, y que se constituiría en el oleoducto más grande del mundo, al superar el “Drusbak” (Amistad) construido por la ex Unión Soviética en 1964. El gobierno de Biden podría promover una venta concertada de crudo acumulado en sus reservas estratégicas, conjuntamente con otros países, pero su efectividad sobre las condiciones de mercado podría ser muy baja. Más aún cuando este tipo de política se ha usado en el pasado para hacer frente a interrupciones de suministro debido a eventos catastróficos, no siendo ese el caso ahora.

La actitud China

Los inventarios mundiales de petróleo, básicamente, han eliminado todas las acumulaciones de barriles provocadas por el impacto del Covid 19 en el consumo. Y eso es un signo de restricción en los mercados. Sin embargo, la incógnita que no permite una lectura más directa sobre el balance del mercado lo constituye China, ya que ha estado comprando menos crudo a propósito y agotando sus existencias. Esta ausencia  implica una disminución entre 1.75 y 2 MMB/D en los inventarios mundiales de petróleo. De haber seguido China un ritmo normal de compras, la presión alcista sobre los precios sería enorme en este contexto de desviación, debido a la crisis de abastecimiento de gas natural. Por otro lado, sin embargo, hay que acotar que las menores compras de China han afectado las exportaciones de los productores del Medio Oriente, que se dirigen hacia allá hasta el punto que durante dos meses seguidos bajaron sus precios oficiales.

Precios

A diferencia de la visión de la OPEP PLUS, los bancos de inversión han estado elevando sus expectativas para los precios futuros del crudo. Esto no deja de tener un ingrediente especulativo, habida cuenta de la fuerte inclinación bajista de futuros, señal clara de precios altos para entrega a un mes. Esto se debe a una fuerte percepción de encarecimiento por oferta insuficiente. Goldman Sachs, por ejemplo, ve el barril de crudo Brent con un promedio de 81 U$B en 2022 y 85 U$B en 2023; lo cual representó una corrección al alza de 20 U$B con respecto a su estimación previa. Para este banco el mercado acarrea deficiencias estructurales de oferta, y percibe que la demanda petrolera está entre 800.000 a 2 MMB/D por encima del consenso. Bank of América, a su vez, ha ido más allá y percibe que los precios podrían llegar a 120 U$B en julio de 2022, y bajo las condiciones de un invierno muy severo, que aliente más demanda de petróleo, llegar a 100 U$B a fin de año. Estos bancos aducen que la demanda superó 99 MMB/D y pronto pasará el nivel Pre-Covid de 100 MMB/D, y el acicate para tal impulso ha sido el cambio de gas a petróleo. El pronóstico alcista de Goldman Sachs descarta incluso que estos precios altos ocasionen una destrucción de demanda y cifra un posible nivel que, en consecuencia, sí debilite la demanda, en torno a 110 U$B.

La cautela de la OPEP PLUS en insistir en el curso gradual acordado en julio de 2021, va en contravía de las percepciones de los bancos de inversión, y la razón para ello es que, si bien pudiera haber un déficit temporal de oferta debido a las presiones generadas en el mercado petrolero por el desabastecimiento de gas natural, se espera que el mercado esté balanceado en el primer trimestre de 2022 o haya un exceso de oferta. El banco de inversión JPMorgan, espera, por ejemplo que el mercado esté equilibrado en el primer trimestre de 2022 y refleje una sobreoferta en los tres restantes trimestres de ese año. Cabe recordar que a partir de mayo de 2022, la reposición mensual de oferta sube 32.000 B/D y además en abril entran en vigencia el aumento de la base de cálculo para Rusia, Emiratos Árabes y Arabia Saudita. Tampoco se puede dejar por fuera una mayor oferta iraní en virtud de que a partir del 29 de noviembre próximo, regresan las conversaciones sobre el acuerdo nuclear, y en tanto, haya progreso, el gobierno de Teherán espera retomar en poco tiempo sus niveles de producción afectados por las sanciones estadounidenses. Igualmente, los niveles de oferta pudieran verse aumentado por una mayor entrada de crudo de lutitas  en EE.UU. debido al enorme estímulo de precios tan elevados como los que se están viendo.

Venezuela

En Venezuela, el gobierno anunció una reducción de su meta de aumentar la producción diaria de petróleo de 1.5 MMB/D a 1 MMB/D en 2021. Este objetivo que había sido de 2 MMB/D, según anuncios del presidente Maduro en 2020, vuelve a ser modificado, sin que se excluya la posibilidad de que más tarde sufra un nuevo ajuste, habida cuenta de las razones que vienen forzando al gobierno a encarar la realidad de una industria que no da indicios claros y señales creíbles de recuperación. La situaciòn dramática de la industria petrolera nacional, sigue siendo preocupante en términos de producción y aun más de refinación.

Es bastante probable que esta meta para 2021, a falta de dos meses de que culmine el año, se quede corta, ya que los niveles de producción, correspondientes a septiembre y octubre, según fuentes secundarias y directas publicadas por la OPEP, se ubicaron en 527.000 y 650.000 B/D, respectivamente.

Este recorte de la meta de producción significa que en la Faja del Orinoco se espera ahora una merma más en el objetivo previsto para este año de 1 MMB/D a 650.000 B/D. Una meta que sigue siendo bastante ambiciosa en virtud, por un lado, de la insuficiencia de la producción de crudo liviano para mezclar la producción extrapesada de la Faja (Sintéticos) y poder venderla en los mercados internacionales, y por otro lado, por los obstáculos existentes para importar diluentes en cantidades suficientes, para sostener una producción de la Faja y emplear al máximo posible, como unidades de mezclado (Blend), a unos mejoradores bastante venidos a menos y convertidos, circunstancialmente, en mezcladores.

El dilema de usar la mermada producción de livianos para la producción de derivados, en un parque refinador que da ligeros indicios de mejoría, o utilizar esta corriente de crudos ligeros, para cumplimentar la producción de mezcla en los mejoradores, impide una senda sostenida de recuperación de una industria petrolera plagada de problemas por la falta de inversiones, insuficiente mantenimiento, carencia de tecnología e incompetencia general.

En este sentido, no sorprendería que en este baño de realismo, que desnuda el estado de nuestra industria, el gobierno tenga que, más adelante, volver a ajustar su meta de aumento de producción. Pero, varias veces lo habíamos dicho y advertido, que lo ofrecido tanto por Nicolás Maduro como por el ministro Tarek El Aissami, en el sentido de elevar la producción a 1.6 MMB/D, sería imposible de obtener para finales de año. Nuestra industria petrolera está muy lejos de recuperar niveles de producción y/o refinación significativos; ello no se logrará mientras el país no consiga la paz y estabilidad política tan ansiada, esperada y necesitada de los ùltimos 22 años. Política y petrolero, ecuación y binomio que marchan umbilicalmente amarrados en este país de gracia y desgracias.

 

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