Crisanto Gregorio León: Es contigo ¿Acaso no te quieres?

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En una institución que se ha convertido en un antro, el psicópata es el titiritero. Él los llama, ellos se arrastran y obedecen, en la más deplorable entrega de la autoestima.

¿Qué está pasando contigo? ¿Eres masoquista? ¿Qué sucede en tu cerebro, qué mal funcionamiento te hace admirar a  un pervertido psicópata narcisista delincuente?  ¿No sabes que este trastornado felón obtiene combustible para llenar su ego y alimentar su psicopatía narcisista cuando tú le demuestras  admiración y que sin ella está acabado?  No alimentes más al monstruo, no te menosprecies. ¡Quiérete!

No ven más allá de sus narices, solo ven lo aparente y no lo real, no ven cuán sucio y repulsivo es este felón que tienen por Jefe. Muy pocos han podido distinguir en este sujeto su figura y su fondo. Las perversiones que encierran los trastornos de su personalidad, están ocultas para los inexpertos.  Y entonces los empleados sin amor propio, sin autoestima asumen para sí la ilusión de reputación, prestigio y poder del psicópata narcisista,  encubierto e integrado de su Jefe. Porque quieren sentirse como si fueran el jefe que admiran, y este es combustible para el depredador que por su trastorno necesita ser admirado.   No logran los trabajadores ver que el psicópata narcisista de su jefe lo que está es actuando un personaje, que él es un histrión, para poder encajar sin sospechas entre la gente empática.  Se trata de un siniestro actor.

La mayoría de los trabajadores  sino todos, son gente empática, que miran y ven al  Jefe depredador con lentes empáticos, con sus ojos empáticos; pues se ponen en su lugar y no ven maldad en él.  Pero  él está disfrazado de gente normal.  No quieren ustedes intencionalmente entender que este depredador social es una impostura de persona, una farsa, una estafa y  algunos se resisten y están en negación de que no es posible que su Jefe sea un psicópata narcisista y además  voyerista  y  licántropo.

Hagamos un parangón; es como un retrete donde hay una gran diversidad de patógenos transmisibles: campilobacterias, enterococos, escherichia coli, salmonella, shigella, estafilococos, estreptococos y bacterias yersinia, así como virus por ejemplo, norovirus, rotavirus y virus de la hepatitis, entre otra cantidad de patógenos; pero ustedes no los pueden ver con sus ojos, solo ven un agua serena dentro de un inodoro.

Ese es su Jefe, un ruin cuyo cerebro es el depósito de muchas cosas anormales, que funcionan de modo diferente a la gente empática, menos control sobre el sistema límbico, encargado de emociones primarias como la ira y la rabia; una mayor adicción al riesgo, la criminalidad , no asume  ni culpas ni remordimientos , es frío en  sus acciones inmorales e ilegales ; una reducción del autocontrol; y habilidades deficientes para resolver ciertos  problemas – aunque usted no lo crea – , entre otros rasgos. El cerebro de los psicópatas es diferente desde el punto de vista anatómico y funcional. Y este su Jefe, es un criminal encubierto, altamente corrupto y que ve a las demás personas como objetos dispuestos para él usarlos;  porque es manipulador, controlador, envidioso y mentiroso; que utiliza a los trabajadores como peones en su juego de hacerse millonario en dólares sorprendiendo la ingenuidad de quienes le entregan su autoestima y se arrastran cuando él los llama.

¡Quiéranse! , sean los héroes y heroínas  de sus hijos y no los lame suelas de un delincuente. Cuando entregan su autoestima a este psicópata narcisista que es su Jefe, es como si estuvieran entregando su alma al diablo. Percíbanse como personas valiosas  y talentosas y que eso no dependa de si son saludadas o llamadas a hacerle al psicópata narcisista alguna encomienda. ¡Ustedes no son esclavos! Hagan que su Jefe psicópata narcisista padezca pupafobia.

La autoestima de pertenencia en este caso por relación con  el Jefe psicópata narcisista  es siempre temporal y frágil, y coloca a los trabajadores  en condiciones de vulnerabilidad de su salud mental. Donde el quererse a sí mismo, el amor propio, la propia valoración, asumirse como gente libre no sujeta a que un extraño anormal los quiera en apariencia, entender que no son esclavos sino trabajadores para una empresa y no para un hombre, que el arrastrarse causa grave daño a su prestigio y su reputación, que deben mirarse y hacerse una introspección, ¿que estoy haciendo rindiéndole pleitesía y sumisión a un hombre que no es Dios? ; son cuestionamientos y aseveraciones que los liberarán de ese daño psicológico donde están de rodillas ante un depredador social que los utiliza para sus intereses inconfesables. Ese babeo psicológico que tienen por el psicópata narcisista de su jefe es unilateral , es sólo de ustedes , porque él los usa  acomodaticia y convenientemente para seguir enriqueciéndose ilegalmente , utilizándolos muchas veces como coartadas.

¿O acaso formas parte de los monos voladores, sirvientes, serviles, lacayos,  cómplices, encubridores, que ayudan y colaboran con el Jefe psicópata narcisista  a perpetrar y ejecutar sus criminalidades dentro y fuera de la empresa? ¿O  tienes también tus propios negocios sucios dentro de la institución y por esos intereses creados te haces el huevón y te mantienes fingiendo la adulación al Jefe   porque agarras tu tajada de dólares que no le reportas ni la repartes con él?  Como Ragnvald,  que ya la casa no le cabe dentro del barrio y los lujos desentonan con el lugar. Y que no obstante sus registros policiales, ocupa alto cargo de confianza, contrariando toda norma de la institución. Pero es altamente corrupto y capta ingentes sumas de dólares.  O aquel cuyo nombre es un error ortográfico y que ya se compró su vehículo, donde pasea a su novio y a los sobrinos. Cuanta podredumbre hay en la institución, es un antro; que  descarados son y en esa imitación del jefe para ver quién es más corrupto y más ladrón, ahora caminan igual que él y salen disparados cuales locos con prurito rectal.

Entiendo el caso de Sussana que se ha olvidado de Dios  y que he descrito en distintos artículos, pero es que ella siente una necesidad de tener poder, de sentirse que tiene autoridad y entonces asume que ostenta el poder y la autoridad del psicópata  narcisista; además ella es burlona, falsa, que sufre del síndrome de hibristofilia hacia su Jefe y eso es material para otro artículo. Su inocente esposo, el artista con astas.

Cuánta miseria espiritual viven estos personajes que lideran el antro institucional, que ahora mismo se sienten en su salsa y nada los hace mirar para atrás.

Casi siempre, a las acciones de los malvados las persigue primeramente la sospecha, luego el rumor y la voz pública, la acusación después y, finalmente, la justicia. (Cicerón)

Profesor Universitario/Abogado/Periodista/Psicólogo/Escritor – crisantogleon@gmail.com

 

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