Eduardo Robaina: El borrador de la COP26 sigue retrasando la acción necesaria y la justicia climática

Compartir

 

La presidencia de la COP26, en manos de Reino Unido, ha publicado durante la madrugada un texto preliminar fruto de las negociaciones entre países. Las mayores novedades son obviedades y se siguen sin establecer planes concretos para la mitigación ni para la financiación de los países en desarrollo.
Habemus primer borrador oficial de la COP26. Esta madrugada, con nocturnidad y alevosía, la presidencia de la cumbre del clima, a cargo de Reino Unido, ha publicado el texto de decisión. Sobre él, ahora, deberán opinar y trabajar los gobiernos hasta llegar a un acuerdo definitivo.

A pesar de los múltiples efectos y desastres que ya ocurren por la crisis climática, y de los diversos análisis que apuntan a un calentamiento cercano a los 3 ºC, el documento difundido deja para el año que viene la tarea de que las naciones establezcan objetivos más fuertes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de cara a 2030. Esto tiene un nombre: retardismo.

Una de las grandes novedades del borrador es, sorprendentemente, la referencia al carbón y a los combustibles fósiles, términos que ni siquiera menciona el Acuerdo de París. En concreto, el texto de la COP26 hecho público hoy insta a los países a «acelerar la eliminación del carbón y de las subvenciones a los combustibles fósiles». Sin embargo, no se alude de forma explícita ni al gas ni al petróleo, los otros grandes responsables del calentamiento de la atmósfera.

El texto de siete páginas reconoce –tal y como se viene repitiendo durante años– que «los impactos del cambio climático serán mucho menores con un aumento de la temperatura de 1,5 °C en comparación con un aumento de 2 °C». Por ello, apela a «proseguir los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C, reconociendo que esto requiere una acción significativa y eficaz por parte de todas las Partes en esta década crítica». Asimismo, el borrador señala, «con gran preocupación», el hecho de que las emisiones mundiales van camino de aumentar un 13,7% para finales de la década.

Es por eso que el borrador insta a los países que aún no han presentado contribuciones nacionales –conocidas como NDC, es decir, los planes climáticos– nuevas o actualizadas a que lo hagan de forma urgente, «antes de la COP27 (prevista para noviembre de 2022)». Además, se hace un llamamiento a celebrar una cumbre de alto nivel previa a la próxima COP para elevar la ambición. Otro ejemplo, por tanto, de dejadez en cuanto a acción climática: las NDC mejoradas deberían haberse presentado a finales de 2020.

La financiación sigue estancada en la COP26

La presidencia de la COP26 pide a los países desarrollados a que «al menos dupliquen» la financiación para ayudar a los llamados países en desarrollo. Hasta ahora, este punto sigue encallado en unas promesas de dinero que no terminan de materializarse –ni para adaptarse ni para mitigar el cambio climático, pero tampoco para hacer frente a los daños y pérdidas por eventos extremos que ya ocurren–. Por ejemplo, se prometieron 100.000 millones de dólares al año a partir de 2020 y esto no se la logrado.

Con la COP26 en sus últimos días, que el primer texto sea ya de por sí tan descafeinado preocupaba a organizaciones y especialistas. Hoy, claro, auguran un acuerdo final mucho peor. «Tras más de diez días de negociación, el borrador que presenta la Presidencia no dice nada que no supiéramos antes de venir. Ya sabíamos que los compromisos y la financiación eran insuficientes. Lo que se esperaba de los países es que solucionaran eso en esta cumbre y, a la luz de los textos presentados, no lo están haciendo», lamenta Javier Andaluz, responsable de cambio climático en Ecologistas en Acción.

También ha sido muy crítica con el documento difundido Jennifer Morgan, directora ejecutiva de Greenpeace Internacional: «El texto debe ser mucho más sólido en cuanto a la financiación y la adaptación, y debe incluir cifras reales de cientos de miles de millones, con un plan de entrega para que los países más ricos apoyen a las naciones menos desarrolladas». Además, ya avisa: «Aunque el texto pide que se acelere la eliminación de las subvenciones al carbón y a los combustibles fósiles, los demoledores gobiernos de Arabia Saudí y Australia se esforzarán por eliminar esta parte antes de que se cierre la conferencia».

La realidad es que este borrador –centrado en los artículos 4, 7 y 9– hace referencia a cuestiones obvias que ya deberían estar más que asimiladas, como que los malos a combatir son los combustibles fósiles. Por el contrario, no figura en él nada sobre fechas y acciones concretas en cuanto a la financiación, eje central de la justicia climática, tan abandonada. Tampoco sobre los mercados de carbono, una cuestión que recoge el epígrafe 6 del Acuerdo de París y que debería definirse de una vez en esta cumbre.

Por último, llama la atención la insistencia en no superar los 1,5 ºC de calentamiento, un objetivo ahora mismo irreal y lejos de cualquier proyección. Este martes, 9 de noviembre, Climate Action Tracker publicaba su habitual análisis desgranando los planes climáticos de los países. En él se reafirma lo anunciado hace unas semanas por la ONU: incluso teniendo en cuenta los anuncios de la COP26 –y suponiendo que se cumplan a rajatabla, algo bastante improbable–, la temperatura subirá para finales de siglo entre 2,4 y 2,7 ºC.

 

Traducción »