¿Cómo es posible que haya personas que reconocen que este es el peor gobierno de toda la historia de Venezuela, que ha destruido a uno de los países más prósperos de América, pero aseguran que no van a votar en las próximas elecciones y, peor aún, llaman a la abstención o incluso critican como traidores o colaboracionistas a los que optan por esta salida democrática? Si rechazan el camino electoral, ¿cuál es el camino alternativo que proponen? ¿Volver a las guarimbas y trancazos que, ante un gobierno sordo a los reclamos y dispuesto a todo, trajeron sangre, muerte y destrucción y se mostraron inútiles? ¿Habrá todavía personas que claman por un golpe militar o, peor aún, por una intervención extranjera que sólo traería más miseria, destrucción y muerte? Si en verdad, desean salir de este gobierno, ¿la solución es no hacer nada y fortalecerlo entregándole la mayoría de las gobernaciones y alcaldías? ¿Qué se logró con la masiva abstención en las pasadas elecciones? ¿Cómo no comprender que la abstención y la división de la oposición es lo que le conviene al gobierno y por ello ha puesto todo su empeño en lograr ambas cosas, con la esperanza de que la gente no saldrá a votar o perderá el voto al tenerlo que repartir entre múltiples candidatos? ¿Cómo es posible que el escaso 15 % de los que apoyan al gobierno logre triunfar sobre el 85% restante?
Superar la situación que vivimos, supone abandonar el temple resignado y derrotista que desdice del espíritu ciudadano, capaz de crecerse con los reveses y las dificultades. La pelea es peleando y no ir a votar supone entregar en bandeja de plata la victoria al rival, que cuenta con una minoría que irá a votar por convicción, por miedo o por recibir una limosna. Es bien cierto que en Venezuela las elecciones no se dan en términos equitativos pues el gobierno utiliza sin pudor todos sus recursos y poder para imponer a sus candidatos, pero eso debería motivar a los opositores a dar la pelea con más entusiasmo. Los espíritus combativos se crecen en las dificultades. Si bien es lamentable que la oposición vaya tan dividida pues es evidente que a numerosos candidatos les importa más alimentar su ego, vanidad y autoengaño de que son la alternativa, debemos superar la natural desazón que propicia el espectáculo de tantos candidatos, y pensar bien nuestro voto para apoyar a aquellos candidatos que tienen chance de ganar y suponen una verdadera alternativa. Si bien la Constitución garantiza el derecho de todos a postularse, es necesario que cada candidato sea objetivo y analice fríamente sus posibilidades de ganar, y si es necesario, renuncie a su candidatura por el bien del país. Ante la amenaza mundial que suponían Hitler y el nazismo, las fuerzas democráticas no vacilaron en aliarse con Stalin, a pesar de que sus diferencias eran irreconciliables. Del mismo modo, salvar a Venezuela exige grandes sacrificios y superar barreras y diferencias. Sería injustificable e imperdonable que el egoísmo siga reforzando la división. Tampoco sirve abstenerse por pensar que el Gobierno falsificará los resultados. No dudo que lo intente, pero le va a ser muy difícil si se garantiza una observación imparcial. No caigamos en la trampa del Gobierno y salgamos todos a votar con ánimo el 21 por aquellos candidatos que tengan chance y sean una verdadera alternativa. Es hora de recuperar el voto como salida democrática.
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