En algunas organizaciones y empresas existe una fuerte cultura que rige el comportamiento de los directivos y los empleados. Comportamientos articulados por una visión, que hace que todos busquen remar siempre en el mismo sentido.
El caso emblemático que se viene a la mente es el de Toyota, donde se busca la fabricación de productos (automóviles) con cero defectos. Hay varios principios que guían esta práctica.
No es que un capataz exige que no exista el error humano. Está el «justo a tiempo», un concepto que pide que ningún componente sea fabricado antes de que sea necesario para evitar pérdidas por acumulación de inventario.
También está la automatización con toque humano, donde todo está ordenado de acuerdo al momento en que es usado, así como el hecho de que todos los trabajadores están capacitados para usar todas las máquinas. Por último, está el Kaizen, o la idea de que todo puede ser perfeccionado.
En el Fútbol Club Barcelona existe una cultura que rige a la organización en el ámbito deportivo. Muchos la conocen como «cruyffismo» (por Johan Cruyff), tiki-taka (en alusión a las sucesiones de pases), ADN Barça (por la cultura de subir a jugadores de las inferiores al primer equipo) o, más sencillo y descriptivo, fútbol de posesión.
Para analizar esta cultura hay que ver a quien da uno de los nombres de esta forma de operar: Johan Cruyff. El holandés tuvo una trayectoria muy exitosa como jugador. Decir que es uno de los mejores futbolistas de la historia es una declaración justa y meritoria. Sin embargo, es su carrera como entrenador y, más tarde, como consultor y asesor del Barcelona, lo que hizo que su vinculación al fútbol tuviera un impacto aún más profundo. Hablar de Johan Cruyff es hablar de un legado en cómo se juega.
Ese legado es la cultura que le ha traído el éxito al equipo catalán. Un 100% de las Ligas de Campeones que ha ganado el Barça ha sido con el sello de un juego cruyffista.
El propio Cruyff, luego Frank Rijkaard, las dos de Guardiola y luego la conseguida con Luis Enrique, fueron logradas gracias a un juego que tenía a la posesión del balón como fundamento principal.
Y así como la filosofía de la calidad total de Toyota tiene sus conceptos y principios, la del cruyffismo también lo tiene. Presión alta al rival, movimiento de los 11 jugadores cuando se tiene la pelota para siempre tener opción de pase, y una excelente técnica para jugar siempre al primer toque. No es simplemente hágase.
Todo ello tiene preceptos que se pueden traducir en rutinas de entrenamiento y en órdenes del entrenador para que, efectivamente, el equipo le quite el balón a un rival que también quiere la pelota.
Pero es que además Johan Cruyff no solo fue un entrenador. También fue capaz de diseñar estructuras organizativas deportivas que fomentasen la implementación de su visión. En el otro equipo del cual es leyenda, el Ajax, Cruyff sentó las bases organizativas para que surgieran talentos como Edgar Davids, Patrick Kluivert, Marc Overmars y Clarence Seedorf que luego consiguieron la Champions League de la mano de Louis Van Gaal.
Es un entendimiento del fútbol como lo concebía la persona que lo inspiró: Rinus Michels, el creador del fútbol total que maravilló al mundo con la selección holandesa en los años 70 y finales de los 80. Solo que, ahora, se ponen los recursos a trabajar en la consecución de esa forma de jugar. Una cultura.
Si Rinus Michels inspiró a Cruyff para su filosofía del fútbol, fue luego el propio Cruyff quien le dio a Josep Guardiola las herramientas para triunfar como entrenador. Un canterano del Fútbol Club Barcelona que fue moldeado por el propio entrenador holandés.
Guardiola, entendiendo que el modelo debía fundamentarse en los jugadores que forma el club para jugar un fútbol de posesión, usó La Masía (la estructura para la formación de jóvenes talentos del Barça) para marcar su impronta. Ya Xavi, Iniesta y Messi estaban establecidos en el primer equipo. Pero a ellos se le unieron Sergio Busquets, Gerard Piqué (tras un breve paso en el Manchester United) y Pedro.
Con la contratación de Xavi Hernández como entrenador del Barça, uno podría pensar que hay un círculo que se cierra. Y es algo que va dentro de la propia cultura organizativa la de tener personas de la casa que surjan para primero ser futbolistas, y luego, que alguno sea quien dirija el equipo bajo los preceptos en los que fueron formados.
Xavi no fue el jugador más físico que se haya visto. Pero, siendo un jugador sumamente técnico, que buscaba siempre el pase que pueda generar un espacio más tarde, y con mucha visión de juego, se benefició siempre de aquellos entrenadores que buscaban el fútbol de ataque y de posesión del balón.
El mejor Xavi se vio a las órdenes de Guardiola, Vicente del Bosque y Luis Aragonés. Adivinen qué tipo de juego intentará llevar Xavi al Barça. Pueden empezar por ver algún video de su etapa como entrenador del Al-Sadd para hacerse una idea.
No todos los que han formado parte del cruyffismo pueden llamarse cruyffistas, eso sí. En el Barça, la salida de Cruyff del Fútbol Club Barcelona, destituido por el entonces presidente José Luis Núñez, dejó una herida que dejó dos bandos: «nuñistas» y «cruyffistas». Es decir, difícilmente el José Luis Núñez puede ser considerado cruyffista, pese a que fue él quien lo puso en el cargo de técnico en primer lugar. Hay que creer en el ADN Barça.
Otro caso emblemático es Ronald Koeman, quien en su trayectoria como entrenador nunca ha mostrado ese ethos tan característico que sí tienen Guardiola y Luis Enrique.
Volviendo a la historia del ADN Barça, tras la destitución de Cruyff se produjo también una moción de censura contra José Luis Núñez que promovió Joan Laporta y el exentrenador neerlandés. La plataforma que la lanzó, conocida como Elefant Blau, perdió la moción de censura, pero se configuró como oposición real que, más tarde, en el año 2000, forzó la renuncia de Núñez.
Joan Gaspart, vicepresidente en todo ese tiempo, ganó esas elecciones y su gestión fue conocida por lo nefasta que terminó siendo. Tres años más tarde, Laporta llega a la presidencia y es capaz de dar nueva vida al equipo catalán, asesorado muy de cerca por Johan Cruyff, con Txiki Begiristain en la dirección deportiva (exjugador del Barça a las órdenes de Cruyff), lo cual trajo las Champions League conseguidas por Rijkaard y Guardiola.
Como la historia es cíclica, otra vez Laporta viene a intentar el rescate de un equipo que ha perdido el norte. Asesorado por el hijo de Cruyff, Jordi, se prescinde de un Ronald Koeman que nunca fue cruyffista pese a haber sido parte del Dream Team que ganó la Champions League en Wembley.
Y se produce la vuelta de alguien que lo único que conoce es precisamente el ADN Barça. Que entiende la importancia de la cultura para el equipo, y los éxitos que ha traído. No todos los equipos exitosos tienen una cultura de organización. Pero los que la tienen, deben ser capaces de cuidarla y, sobre todo, dejarse guiar por ella.
Existirá la necesidad de renovarla y modernizarla, pero los números son demoledores a favor de la cultura del cruffismo.
Los primeros 89 años de existencia del equipo tuvieron 62 trofeos para los catalanes. A partir de la llegada de Johan Cruyff como entrenador (1988) hasta nuestros días son 53 títulos obtenidos en 33 años.
A lo mejor, Guardiola fue un genio, y Messi resolvió muchos partidos. A lo mejor es que el mediocampo de Iniesta, Busquets y Xavi era todopoderoso. Y con Xavi en los banquillos y no en el terreno de juego, a lo mejor se complica la cosa. Pero hay algo que es cierto. Este equipo está hecho para jugar como Cruyff y Guardiola les gustaría. Es la cultura del ADN Barça.
Periodista deportivo y editor del portal web Línea de Tres – @GusFrancoH