La fase final de la campaña electoral para las elecciones del 21 de noviembre entra con candidatos rezagados en el Estado Táchira, a la espera de que les ocurra milagro para levantar su menguada presencia. Los 400mil dólares que destinaron para ir en contra de la gobernadora y candidata a la reelección Laidy Gómez, les han servido para contratar el manejo de bots (robots), y publicar en las redes mensajes negativos en contra de la dama. El laboratorio perverso no tuvo acogida en los ciudadanos. Apelaron a publicación de encuestas chimbas, tampoco lo lograron. La ausencia de apoyo de los ciudadanos, les llevó al desespero y entraron en decadencia.
La sociedad tachirense se ve hoy polarizada entre el sector de la alianza democrática (AD, COPEI y otros partidos políticos), y el PSUV. El deseo del régimen de hacerse del control del Táchira los ha llevado a salir a pintar calles, frentes de escuelas (violentando la norma legal), disfrazando sus verdaderas intenciones a través de algo llamado amemos Táchira, que en definitiva es la fachada de un partido político. Grandes fortunas se ven dilapidadas en publicidad por el candidato del PSUV. Llama la atención la opulencia allí demostrada, mientras miles de familias viven inmersas en la miseria a la que los revolucionarios del siglo XXI la indujeron. Esconden su grito de guerra “patria, socialismo o muerte”, para dejar pasar el momento electoral, y posteriormente seguir con la humillación hacia las personas y el abuso institucional.
La frontera tachirense es una muestra de la desidia generada por el gobierno nacional, al pretender con su ideología de atraso, ir contra la propiedad privada, el desarrollo y progreso de las personas, comunidades y familias. Es la evidencia de la aplicación del hambre para el control social. Así está el país entero. Las necesidades pululan y la salida de venezolanos hacia otros países hermanos sigue siendo por centenares. Hombres, mujeres y niños están viviendo de la limosna o de actividades ilegales. Las trochas son la alternativa para ganarse la vida, y a su vez, es la industria que beneficia los bolsillos de quienes las controlan. La oferta que hace el candidato del PSUV es crear la empresa del “bicitaxi” para el transporte interno de los ciudadanos. Representan la burla ante la debacle que ellos crearon. La indolencia les aflora.
La candidata de la alianza democrática a la reelección, Laidy Gómez, ha tenido que enfrentar la estrategia acordada por el PSUV y la del gasto de los representantes de los 400 mil dólares. Lo ha hecho con hidalguía, responsabilidad y compromiso. Nunca ha dejado de sentirse y actuar como ser humano. Debilidades, las tiene, pero sin duda está clara en lo que hace, y su lucha por el Táchira es la defensa de la dignidad y derechos de los ciudadanos, sin esquivar o esconder deberes y compromisos. La decisión de los electores está tomada. Entramos en la ruta final al 21 de noviembre, para concretar la reelección, y seguir aportando beneficio a los Tachirenses.
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