El pasado miércoles 10 de noviembre, Nicolás Maduro, flanqueado por dos de sus ministros más conspicuos, anunció “con bombos y platillos”, que estaba naciendo “un nuevo modelo económico”, y que el país no dependería más del petróleo. Listo. ¡Resuelto el problema!
Así, Maduro trata de darle “forma” a su desastre económico, luego de destruir PDVSA, privando al país del ingreso petrolero, sumergiéndolo en una crisis económica de dimensiones de tragedia. Lo anuncia ahora, luego que destrozó el Arco Minero y se ha dedicado a entregar las empresas del Estado a sus agentes y amigos, eso que llaman la “burguesía revolucionaria”. La realidad es que, el proclamado “nuevo modelo económico”, ni es modelo, ni tiene nada de nuevo: es un simple y vulgar saqueo del país.
Hoy día, no existe más la soberanía económica, se ha producido una regresión violenta y traumática a un modelo económico capitalista, más dependiente que nunca, basado en la depredación de nuestros recursos naturales, el ambiente y la entrega de los activos del Estado. Hoy, los factores más agresivos y especulativos del mercado son los que conducen la economía; el Estado y el gobierno no solo han cedido la conducción de la economía a los privados, sino que, por supuesto, gobiernan para ellos.
El último Reporte de la OPEP, publicado el pasado 11 de noviembre, refleja que la producción de petróleo en Venezuela, se ubica en tan solo 590 mil barriles dia, por cierto, muy por debajo del juramento de Tareck El Aissami, de que pondría la producción en 1,5 millones de barriles dia para finales de este año. La producción actual de petróleo en el país, es la misma que teníamos en 1930, sólo que, entonces, éramos un país rural, con escasos 3.300.000 habitantes, y francamente atrasado, que todavía se encontraba en el siglo XVIII.
Cuando Maduro proclama que el país “abandonó” su dependencia del petróleo, trata de convertir en un éxito para el tuiter el mayor desastre de su gestión: acabar con las capacidades productivas de PDVSA. En enero de 2013, cuando cerramos nuestro ciclo al frente del sector petrolero, entregamos una PDVSA fuerte, recuperada del sabotaje petrolero, la quinta empresa petrolera más importante del mundo, con 231 mil de millones de dólares en activos, una producción promedio anual de 3,015 millones de barriles de petróleo al día, capaz de abastecer plenamente el mercado interno de combustible y con exportaciones de 2,5 millones barriles día, lo cual significaban ingresos de 100 mil millones de dólares cada año.
Durante el gobierno de Maduro, PDVSA ha perdido 2,4 millones de barriles día de capacidad de producción de petróleo y nuestro sistema refinador, con una capacidad instalada de 1,2 millones de barriles día, no es capaz de abastecer el mercado interno: no hay gasolina, diesel, ni gas.
Entonces, no es que Maduro está “dejando atrás el modelo petrolero”, sino que él destruyó PDVSA y, en consecuencia, no cuenta con los recursos que representaban el 96% del ingreso en divisas del país en 2013. Hoy, Venezuela sufre las consecuencias de la destrucción de PDVSA y de la desastrosa gestión económica y financiera del gobierno.
Ésta ha sido la principal razón de la espantosa crisis económica, social y humanitaria, que ha azotado nuestro país, plagando el día a día de los venezolanos de carencias, dificultades y el famoso “por lo menos” que acompaña a la resignación de muchos.
Pero el resultado del “nuevo modelo económico” de Maduro, también se puede medir en términos científicos, porque como decía el Presidente Chávez, parafraseando a Pitágoras, “Dios habla por las matemáticas”:
De acuerdo a los últimos Informes de las Naciones Unidas, la ACNUR, la CEPAL, el FMI y la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) de la UCAB, tenemos que durante el gobierno de Maduro el PIB del país ha tenido una caída acumulada en 30 trimestres consecutivos del 83% de su valor (es decir, la economía actual, es solo el 20% de la que teníamos en 2013). Desde 2017 se sufre un proceso hiperinflacionario (para este año se proyecta una inflación del 2.700%) y el Bolívar, el cual solo se usa para pagar los salarios a los trabajadores, ha tenido una devaluación del 500 millones % en el periodo mencionado.
Las consecuencias sociales han sido desastrosas: el salario mínimo de 1,5 dólares al mes, ha colocado al 94,5% de la población venezolana -de acuerdo a datos de ENCOVI- bajo la línea de la pobreza establecida por la ONU, de 45 dólares mensuales (1,5 dólares diarios). El país del “nuevo modelo” del madurismo es, hoy día, uno de los más desiguales del hemisferio, cuyo ingreso per cápita es más bajo que el de Haití, todo lo cual, ha provocado, el drama del éxodo de 6 millones de venezolanos en el periodo de Nicolás Maduro.
El haber privado al pueblo venezolano del ingreso petrolero, producto de la destrucción de PDVSA por parte del madurismo, es como meter la cabeza de todo el país dentro de un tobo lleno de barro, es asfixiar a toda Venezuela.
Se ha provocado el colapso de nuestra economía; aquello que Chávez denunciaba que quería hacer la “gente del petróleo” con el “sabotaje petrolero”: “darle una puñalada al corazón de la patria”, acabar con PDVSA, que es acabar con las posibilidades de desarrollar nuestros recursos naturales, en este caso, las mayores reservas de petróleo del planeta, a través de nuestra propia empresa nacional, en beneficio de nuestro pueblo y de todo el país.
Lo que no dice Maduro cuando proclama que “abandona el modelo petrolero”, es que su política es abrir “las oportunidades” para que sean las transnacionales las que se lleven nuestro petróleo que, debo recordar, son las reservas más grandes del planeta: 316 mil millones de barriles de crudo que Maduro ofrece a los “inversionistas”.
Entonces, no es que Maduro “prescinde” del petróleo como consecuencia de un “nuevo modelo económico”, sino que lo que pretende es entregar el petróleo al capital transnacional, para mantenerse en el poder. Las intenciones de Maduro, se evidencian cuando de manera vergonzosa y desesperada, él y su gobierno, han anunciado que están dispuestos a “ceder en todo”, con tal de que las transnacionales entren a llevarse nuestro petróleo, esto mientras FEDECÁMARAS aplaude.
De hecho, la extinta Asamblea Nacional Constituyente, derogó de facto las leyes de Chávez, aprobando las exigidas por el capital transnacional, incluida la ley Antibloqueo, donde el mayor desfalco del país se produce en secreto.
Nuevamente, esto no es ni un modelo, ni es nada nuevo. Repite Maduro lo que hizo el dictador Juan Vicente Gómez a inicios del siglo XX, cuando entregó el país a las transnacionales. Lo del “nuevo modelo económico” es el mismo discurso de la IV República y la “Apertura Petrolera”, cuando se pregonaba que el venezolano debía pagar más impuestos mientras las transnacionales se llevaban nuestro petróleo, pagando solo 1% de regalía. Luego vendría el caracazo y el 4 de Febrero.
La realidad es que el país se sostiene -si es que puede llamarse de alguna manera- gracias, fundamentalmente, a las remesas que reciben los padres y familiares de los millones de jóvenes que han tenido que abandonar nuestra patria; pero, también, por el “florecimiento” de una economía criminal que se nutre del saqueo al oro y otros recursos minerales en el Arco Minero, de las escasas exportaciones petroleras, y de la venta y el remate de activos y empresas del Estado.
Maduro gobierna para la nueva “burguesía revolucionaria”, les autoriza que se exporten los pocos alimentos que se producen, mientras el pueblo sufre de hambre; les concede el precio internacional de la gasolina, les permite vender el oro y el petróleo; les otorga licencias para abrir casinos, bodegones, hoteles y restaurantes de fantasía, incluso “resorts” exclusivos en Parques Nacionales, todo mientras el país se encuentra sumido en la peor crisis de la historia. Cualquier negocio o servicio público, ahora es gestionado por una camada de “empresarios” maduristas, peor que aquello que llamaba Joselo “la marabunta adeca”.
La imagen de Maduro, asistiendo al Hipódromo La Rinconada, “estudiando” la Gaceta Hípica y haciendo un “parapeto” de acto, en medio de su “calendario selectivo nacional”, con ocasión de un clásico hípico, no solamente es una vergüenza, sino que es, exactamente, la muestra de la conciencia y la conducta que Maduro, estimula: el azar, el juego, la apuesta, la flojera, el individualismo, el “sálvese quien pueda”, el “pan y circo”.
El madurismo necesita que el venezolano se resigne a la tragedia y que sean capaces de cualquier cosa, por tener un puñado de dólares, buscan corromper a todo el país, que se instale la desesperanza y el conformismo, para ellos mantenerse en el poder.
Por cierto, la figura de los militares en una parodia de parada militar en la pista del hipódromo, debe llamar a la reflexión a los mandos y oficiales, sobre todo, a los más jóvenes, con respecto a la degradación de la institución.
Los que aplauden el “nuevo modelo de Maduro”, son los aventureros y oportunistas que están dispuestos a participar del saqueo de todo un país. Son los que ven como “oportunidades” de negocios, el robo de los activos y recursos del Estado. El capital que acecha, los “sicarios económicos”.
Pero también aplaude la izquierda enajenada, esa que compara a su nuevo héroe Álex Saab con Gramsci y sus “cartas desde la prisión”; los mandos militares que se han corrompido; la burocracia de antiguos revolucionarios que hacen lo que sea para mantenerse en un puesto; los que, por alguna razón, pueden tener dólares y dicen que la cosa “está más o menos”, porque pueden darse uno que otro gusto o comprar en un bodegón.
Pero el resto, la inmensa mayoría del pueblo, los que ganan en bolívares, los que se han empobrecido, los trabajadores, jubilados, los del barrio, los jóvenes, los que han debido dejar la patria, los que ven como sus familiares mueren de pobres, los que sufren el caos del día a día, son las grandes víctimas del “nuevo modelo económico” de Maduro.
Todos los que amamos a la patria, lo que todavía soñamos con un país, aquel que está plasmado en el Plan de la Patria, los que todavía tenemos fe en el pueblo y las extraordinarias posibilidades de nuestro país, los que tenemos la convicción de que saldremos de este abismo, no podemos ceder ni un milímetro, ante el miedo, las amenazas y el desconcierto; no podemos enviar cartas bobas al verdugo de nuestro pueblo, al Herodes de nuestra Revolución.
Tenemos que luchar, una y otra vez, insistir en nuestras ideas, en nuestra verdad, nuestros principios, remover la conciencia de todos. Más temprano que tarde, surgirá, de las mismas entrañas del pueblo, un relámpago, una luz, como aquel 4 de febrero del Comandante ¡Hay que luchar para volver al camino de Chávez!