La sociedad venezolana se mueve en la desconfianza hacia sus dirigentes políticos. Los errores sin aceptación, han creado el piso para que el ciudadano deje de creer en quienes dicen son sus representantes. La calculada actuación de los promotores de la anti política, golpearon con fuerza a los partidos políticos, y sus líderes al no tener respuesta ante los acontecimientos generados, entraron en el terreno de la inacción. El sistema de libertades sufrió duro revés con la llegada al poder de los llamados revolucionarios del siglo XXI, y quienes apostaron en su momento a tan lamentable obra, hoy pretenden seguir cacareando detrás de excusas sustentadas en la inmoralidad de sus actuaciones.
Esos inmorales, criticaron la llamada cuarta República y se lanzaron como fieras descontroladas a su destrucción. Despotricaron de los dirigentes y sus partidos a rabiar, y se reían con cinismo al ver las casas de esas organizaciones partidistas vacías. Partidos como AD y COPEI, fueron cuna de esas desviaciones. Se escondieron detrás del amiguismo de los dirigentes para pasar agachados, insertarse en los cuadros de poder, y desde allí socavar las bases de la democracia. Planearon con serenidad esa acción, y se lucraron de lo que odiaban. Muchos llegaron a ostentar hasta dos cargos, y disfrutar de dos jubilaciones. En auge de la “revolución”, defendían su trasnochada ideología, y eran ayudantes de primera para imponer la miseria. Hoy sufren lo que crearon, y pretenden volver al ritual anterior para seguir con sus guisos.
La propiedad privada es amenazada permanentemente por el régimen. Los empresarios han sufrido en rigor la política de la expropiación y el peaje de los piratas de la carretera. La inclemencia de la especulación es inagotable con la estrategia del hambre generada por el oficialismo. La desarticulación de la familia ya no se puede esconder, y los millones de venezolanos que han abandonado el país, reflejan la supervivencia por la que se transita en la patria de Simón Bolívar. La lucha por alcanzar calidad y modo de vida en condiciones dignas no ha cesado en los ciudadanos con sentido de pertenencia y responsabilidad.
La desidia e ignorancia no van a poder con la voluntad de cambio emprendida por la mayoría de los venezolanos. La confianza perdida de la sociedad en sus representantes políticos va a ser recuperada. La organización social de abajo hacia arriba con las elecciones regionales y municipales, viene con la fuerza que implica actuar con compromiso y aprehensión. La luz del nuevo día comienza a mostrar el renacer de la esperanza.
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