Luis Rafael Camero: Acemocleo tiene razón pero…

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En su libro ¿Por qué fracasan las naciones? Acemocleo-Robinson plantean que las instituciones políticas determinan el tipo instituciones económicas en las que vivirán los habitantes de una sociedad, asegurando que serán las instituciones políticamente inclusivas y pluralistas aquellas que garanticen la creación de instituciones económicamente inclusivas, y por último determinan el desarrollo y riqueza de las sociedades.

Las instituciones políticamente inclusivas son aquellas que otorgan de manera igualitaria oportunidades de participación en el poder, siendo celosas en la defensa de la propiedad privada; fundamental para la conformación de las instituciones económicamente inclusivas. En su libro aseguran que no dependen de la cultura de la población: colocan como ejemplo las ciudades de Nogales (Texas) y Nogales (Sonora), las cuales estando en la misma ubicación geográfica, dividida por una valla fronteriza, con los mismos rasgos culturales y étnicos de sus poblaciones; del lado tejano se observa un notorio desarrollo en comparación con el lado mejicano. Con éste y otros ejemplos Acemocleo-Robinson defienden su tesis; las instituciones políticas pluralistas e inclusivas son las responsables de crear las condiciones para el desarrollo.

Aquellas sociedades que optaron con formas de organización políticamente excluyentes, concentrarán el poder en un grupo monopólico y excluirán al resto de la sociedad de la participación política, construyendo instituciones económicas extractivas que se centrarán en la explotación de las riquezas para su exclusivo beneficio.

Plantean que sociedades como Inglaterra y Estados Unidos lograron desplazar del poder a los grupos políticos excluyentes para concentrarse en crear formas de gobierno pluralistas e inclusivas, en el caso de Inglaterra a partir de 1688 con la Revolución Gloriosa y los Estados Unidos en 1776 con la Guerra de Independencia. Aun cuando plantean que revoluciones similares han ocurrido en países que hoy día continúan siendo pobres, no explican por qué estas terminaron en la sustitución de una elite gobernante monopolista por otra, que solo se preocupó por incrementar su bienestar en lugar de procurar el bienestar de la mayoría de la población.

Colocan como ejemplo el caso de Egipto, país que estuvo dominado primero por el Imperio Otomano durante siglos. Conocido es que los gobernantes turcos nunca mostraron interés en el desarrollo y bienestar del pueblo egipcio, interés que tampoco mostraron los británicos y la posterior elite formada por Mubarak tras su independencia y que se mantuvo en el poder hasta hace apenas unos años cuando la llamada Primavera Árabe los desplaza del poder. Hoy día Egipto, a una década de estos sucesos se encuentra dentro de una inestabilidad política que en nada ayuda al inicio de su camino hacia el desarrollo.

Basado en las experiencia de los Nogales y Boswuana aseguran que la cultura no es factor determinante para la riqueza de los pueblos, agregan a los ejemplos anteriores el caso de las dos Coreas, según el cual dentro de la misma península separados por un frontera determinada por el paralelo 38, dos países con básicamente el mismo idioma y cultura, incluso la misma historia, hasta 1953 al menos cuando se acordó acuerda el armisticio entre norte y sur, las diferencias entre ambas son notorias y abismales. Tales afirmaciones y ejemplos, no dan respuesta a otros que históricamente se presentan en el caso hispanoamericano, como las notorias diferencias entre República Dominicana y Haití.

Hasta el inicio de la revolución industrial en Inglaterra en el silgo XVIII, las condiciones socioeconómicas de la mayoría de la población de España e Inglaterra eran similares, no así las instituciones políticas; pues mientras en Inglaterra luego de la Revolución de Cromwell, que creo la Mancomunidad de Inglaterra, pasando por la Revolución Gloriosa de 1688, cada vez los monarcas cedían poder a favor del Parlamento. España por su parte conservaba instituciones absolutistas con un monopolio monárquico sobre las riquezas ofrecidas por sus extensos territorios, lo que impidió el surgimiento de una burguesía nacional que fomentara el valor del trabajo como base para la riqueza, pero sin embargo fortaleció y generalizo el clientelismo y el rentismo en la sociedad. Como lo dice Cervantes en el Quijote “…el camino a la riqueza está en las armas, el clero y el servicio al Rey”.

Como fundamento de la estructura idiosincrática de la cultura hispana quedó sembrado que para obtener riqueza el hombre debía ocuparse de los oficios clericales, militares o la burocracia gubernamental, los cuales cuentan con su escaso valor agregado. Poco se valora desde entonces el trabajo y el emprendimiento individual como generador de beneficios. La sociedad inglesa por su parte valoraba el trabajo y el emprendimiento individual y colectivo, ejerciendo presión constante para que desde la Carta Magna, en los tiempos de Juan sin tierras, se asegurarán los derechos de propiedad de cada individuo, base fundamental para el trabajo generador de valor. Para ello impulsaron los cambios políticos que facilitaron la formación de instituciones políticamente inclusivas y favorecedoras del desarrollo.

En el caso de las dos Coreas, la presencia militar norteamericana luego de la guerra favoreció la duración de dictaduras de derecha que estimularon y propiciaron la industrialización del país, el desarrollo de la burguesía industrial nacional que conocemos hoy día, por el contrario en el norte, el establecimiento de una dictadura socialista fomento el control monopólico de las instituciones en manos de la dinastía Kim, nutriendo las ideas de sujeción y sometimiento que desde décadas experimentaron las masas populares de parte del Imperio Japonés, creando mitos y leyendas en torno al origen de su líderes. Estos aspectos establecen una clara diferencia cultural entre las dos Coreas.

¿Podrá una sociedad hispana llegar a generar esos valores como Corea del Sur, Inglaterra y Estados Unidos? En teoría si, de surgir de parte de un sector de la sociedad un proceso que lleve a la toma del poder político a un grupo que de manera sostenida propicie los cambios culturales e ideológicos que reemplacen los valores del clientelismo y el rentismo por el valor del trabajo y el mérito del estudio. La dificultad la encontramos en que semejante empresa tardaría varias décadas y en los actuales momentos de la historia es difícil para un grupo social lograr mantenerse en el poder sin tener que recurrir al uso de la fuerzas coercitiva, pues muchos de estos procesos históricos de cambio y trasformación de las sociedades han sido violentos, lo fue la Revolución Gloriosa llamada por algunos historiadores como “la sangrienta”, violenta fue la revolución americana, la expansión al oeste y la unificación posterior a la Guerra Civil, violenta fueron las dictaduras de Corea del Sur, incluso los más aventajados de Hispanoamérica; Chile y Brasil cimentaron dicho avance bajo el auspicio de fuertes dictaduras que fomentaron la industrialización en manos de sectores nacionales favoreciendo el surgimiento de solidas burguesías nacionales que auspiciaron la acumulación de capital.

El ejemplo que más ilustra la dificultad de estos cambios, es Afganistán, donde por décadas dominaron instituciones políticas excluyentes atomizadas en grupos tribales, sirviendo de fomento para actividades ilícitas y base para grupos terroristas. Luego del 11 de Septiembre, Afganistán estuvo durante 20 años bajo la ocupación y administración norteamericana, quienes luego de inútiles esfuerzos no lograron eregir instituciones políticas democráticas pluralistas, pues a nuestro parecer la idiosincrasia local con fuertes valores feudales de sumisión a estructuras piramidales de poder no lograron ser sustituidos por nuevos valores democráticos de igualdad y pluralismo. Esto llevo a que una políticamente agotada administración norteamericana se retirara y en menos de una semana el país entero volviera a estar bajo control del Talibán; lo que demuestra una escasa o nula institucionalidad afin a la democracia y a los valores del pluralismo político y económico, que nunca calaron en el pueblo Afgano, no por falta de empeño por parte de los norteamericanos.

Creemos también, para explicar el caso de las Nogales de Texas y Sonora, que el caso de la Nogales tejana, esta se encuentra del lado de la frontera donde la soberanía es ejercida por una sociedad mayoritariamente democrática y pluralista como lo es la sociedad norteamericana, la cual impone con la fuerza institucional necesaria a la ciudad culturalmente hispana un modelo de conducta. Mientras que del lado mejicano, la soberanía es ejercida por una sociedad donde el clientelismo y el rentismo son valores básicos.

Emprender el camino hacia de desarrollo para Hispanoamérica dependerá de cuando iniciemos la erradicación de ese clientelismo y rentismo parasitario fuertemente enquistado dentro de la cultura y pensamiento y que sean reemplazados por la meritocracia y el valor del trabajo como únicas premisas para lograr las aspiraciones individuales. Cuando seamos capaces de superar la creencia que el Estado debe otorgarnos vivienda y comida solo por ser quienes somos e internalicemos que solo con nuestro propio esfuerzo podremos adquirir lo que necesitemos, de no ser así todo será inútil.

 

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