Rafael Quiroz: La OPEP Plus ante la nueva cepa del coronavirus

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La vigésima tercera reunión no presencial de la OPEP Plus, oficialmente conocida como Declaración de Cooperación,  celebrada a comienzo de diciembre, no ha terminado aún, ya que de acuerdo al comunicado publicado en el portal de la OPEP dicha Reunión sigue abierta. Vale recordar que  esto no es la primera vez que sucede; ello ocurre cuando ante la falta de un consenso de los países participantes se mantiene en curso la sesión. Cuando se realizó en julio de este año la décimo novena reunión de la OPEP Plus el 05 de ese mes, la reunión debió ser suspendida, y luego concluida el día 18 siguiente, trece días después, cuando se pudo culminar al llegarse a un acuerdo sobre la propuesta de los Emiratos Árabes Unidos de modificación del nivel de producción, que sirve de base para el cálculo de los compromisos suscritos en cada reunión de la Declaración de Cooperación.

En esta oportunidad, sin embargo, se acordó mantener la medida aprobada en julio pasado de continuar agregando 400.000 B/D al mercado, en la ruta de restablecimiento del recorte de 9.7 MMB/D aprobado en abril de 2020 en medio del colapso de la demanda mundial de petróleo, debido al impacto en el consumo de la pandemia provocada por el Covid-19.

Siendo así, la razón para no dejar cerrada la sesión ha obedecido a la incertidumbre sobre el efecto que pueda tener en la demanda la nueva cepa del Covid-19, llamada Ómicron por la Organización Mundial de la Salud (OMS), descubierta en Suráfrica recientemente, y cuyo contagio alcanza ya varios países.

Esta cautela está justificada ya que los primeros reportes sobre el alcance de esta nueva cepa, refieren un mayor nivel de contagio que la anterior cepa conocida, Delta, como la llamó la OMS. Sin embargo, no está claro el alcance de sus efectos, y la capacidad de reacción de las personas contagiadas, habida cuenta el alto número de personas que han sido vacunadas contra la pandemia. Igualmente, influye en esta decisión inconclusa sobre la reunión, el efecto que podría tener sobre la propagación del coronavirus la llegada del invierno en el Hemisferio Boreal al haber más concentraciones de personas en ambientes cerrados, mucho más propicios para la propagación del contagio.

Frente a un escenario de acentuación de la pandemia que golpee la demanda, al reponer los gobiernos las medidas de confinamiento, como  ya se ha empezado a ver en algunos países europeos, caso de Austria, Alemania, Bélgica y Holanda, e igualmente retornar los controles sobre los pasajeros de vuelos internacionales, las perspectivas de reanimación de la demanda ponen en duda la continuidad de la política de la OPEP Plus, de seguir sumando mensualmente nuevos barriles de petróleo al mercado, e incurrir en un abultamiento de los inventarios de petróleo. Esto, de acuerdo al organismo técnico de la OPEP, apunta a un balance superavitario en el mercado a partir del primer trimestre de 2022.

Exceso de oferta

De tal forma, que en previsión de un exceso de oferta mayor a lo estimado previamente, la OPEP Plus podría reconsiderar y ajustar la decisión tomada el 2 de diciembre, y hacer una pausa en el restablecimiento mensual de la oferta aprobado en julio. Por cierto, que esto era lo que esperaba la mayoría de los analistas, en las evaluaciones previas a la reunión de comienzos de diciembre, sentimiento reforzado al desvanecerse la presión alcista que había llevado los precios a niveles cercanos a 80 dólares el barril (U$B), y alimentado proyecciones de precios por encima de 100 U$B a partir de diciembre e incluso niveles mucho más elevados, 120 U$B y hasta 150 U$B en 2022. Empero, la fuerte corrección en los mercados de futuro en la víspera de la reunión de la OPEP Plus, al ajustarse hasta niveles de 65 U$B los contratos más cortos negociados, revelaba fuertes temores por la aparición de un exceso de oferta mucho antes de lo previsto.

Evidentemente que para la OPEP Plus tomar una decisión en un ambiente de mucha volatilidad en los precios no es lo más aconsejable, y menos ante el albur del impacto sobre la demanda de la nueva cepa de Covid-19, aun cuando lo más aceptado ha sido que los países han ido retornando a la normalidad, en la medida que las medidas de alivio económico han reanimado el ciclo expansivo y las políticas sanitarias han logrado controlar la pandemia, y, además, la cobertura de personas vacunadas es cada vez más alta. En cualquier caso, pareciera que detrás de la ratificación, provisional, de la medida de seguir reponiendo la oferta reducida en abril de 2020, subyace la creencia de que el ritmo de reactivación de la demanda va a continuar.

Aparte de las razones mencionadas que pudieran razonablemente explicar la decisión de la OPEP Plus y el mantenimiento en suspenso de su sesión del 2 de diciembre, concurren otros factores que pueden arrojar luces sobre lo que pudo pasar. Lo que más suena en los medios especializados en materia petrolera, son argumentos de naturaleza política, calificados en esta oportunidad como diplomáticos, lo cual nunca ha escapado de una materia tan sensible a la economía mundial, como lo son las decisiones que afectan los precios de la materia prima más comerciada en el mundo, como lo es el petróleo.

La OPEP Plus y presiones de EE.UU

En efecto, la reunión de la OPEP Plus estuvo antecedida de fuertes presiones por parte del gobierno estadounidense para que mantuviera o, en el mejor caso, se aumentara el ritmo de inyección de barriles adicionales de petróleo al mercado, en tanto que era evidente que la fuerte dirección de los precios, en ruta hacia valores cercanos a 100 U$B, estaba reflejando una insuficiencia de oferta y una demanda en fuerte recuperación, lo cual podía poner en peligro a la economía mundial y acentuar niveles de inflación no visto en una década en los países del G-20, y que dispararía acciones restrictivas por parte de los bancos centrales. De más está decir que ya estos arranques de la inflación venían siendo nutridos por los problemas causados en la cadena global de suministros, al afectarse las economías por la pandemia del coronavirus.

En esta oportunidad Estados Unidos (EE.UU.) lideró una acción de defensa de los consumidores y para lo cual contó con la participación de Japón, India, Corea del Sur, Reino Unido y China, al decidir liberalizar reservas provenientes de sus inventarios estratégicos. Aunque los barriles involucrados, 50 millones para EE.UU. y 30 millones, el resto de países, es una cantidad poco significativa frente a un consumo mundial de 3.000 millones mensuales, lo que importa en esta ocasión es la señal de preocupación por parte de los principales consumidores mundiales, y que son los que determinan la dinámica del crecimiento global de la demanda, como es el caso de China e India.

Estos últimos, por cierto, no forman parte de la Agencia Internacional de Energía, quien, por otro lado, no acompañó la medida anunciada por EE.UU. al no estar involucrada una escasez de suministro por problemas de interrupción de oferta, sino que la misma obedece a un problema de precios, y las presiones inflacionarias que ha provocado en países como EE.UU., sin que ello deje de tener connotaciones políticas debido al alto impacto en la popularidad del presidente estadounidense.

Hay que señalar que sobre la reunión de la OPEP Plus gravitaron las presiones directas de distintos funcionarios del gobierno de Biden sobre Arabia Saudita que, en conjunción con Rusia lidera la OPEP Plus, y que, por razones estratégicas debido a sus fuertes lazos militares con EE.UU., no deja de considerarlas al aprobar decisiones que puedan afectar sus lazos diplomáticos con el país del norte.

La reacción de los precios, luego de la decisión de la OPEP Plus, al haber vuelto el barril Brent a valores en torno a 75 U$B, pareciera significar una normalización de un comportamiento del mercado a tono con fundamentos encuadrados en la continuación de una demanda en recuperación, y una corrección de los inventarios en niveles más que justificados para un suministro creciente, pero gradual que evite una sobrerreacción de los precios al alza.

Antes que una acción coordinada por parte de los consumidores, como la que implique dejar abierta la posibilidad de una nueva liberalización de las reservas estratégicas por parte de EE.UU. y otros países, el principal revés al mercado petrolero podría venir por el freno que impondría al actual ritmo expansivo de la economía global, una decisión más firme de los bancos centrales de restricción monetaria que desacelere los ritmos actuales de avance de las economías, tal como ya lo han estado a empezando a consignar los organismos multilaterales, en sus previsiones para 2022, al apuntar a una mayor desaceleración a la ya prevista con anterioridad.

Venezuela

En Venezuela, la alianza de intercambio de crudo por nafta con el gobierno iraní ha permitido que se recupere la actividad petrolera en la Faja y aumente la producción hasta el punto de vislumbrarse como factible llegar a 800.000 B/D promedio en diciembre, de hecho extraoficialmente Reuters reveló una producción diaria promedio de 830.000 B/D en noviembre, con un pico de 904.000 B/D, lo cual elevaría, la cifra de producción directa reportada por el gobierno a la OPEP en más de 73.000 B/D con respecto a lo consignado en octubre.

Ello también ha favorecido las exportaciones hasta alcanzar un pico de 711.000 B/D en octubre, aunque no deja de haber altibajos por un problema de calidad en el crudo que se está diluyendo, y se reporte un exceso de agua, lo cual impide una comercialización expedita, repercutiendo ello en la cadena total de producción desde el pozo hasta el tanque de almacenamiento y su posterior embarque para su venta al exterior. Hay que agregar que la descarga constante de condensado importado, según reporta Reuters, está privando a PDVSA de infraestructura clave para las exportaciones, lo que lleva también a una acumulación de inventario.

Es decir, se copan los inventarios de crudo en los tanques de almacenaje sin que haya una salida oportuna que permita que se mantenga el ritmo de producción de los yacimientos de la Faja, que luego se diluirá con las cargas iraníes. En el fondo, de lo que se trata es del efecto en la cadena productiva, generado por el deterioro de los mejoradores y su conversión, en plantas mezcladoras que no resuelven los problemas implícitos con el crudo de naturaleza extra pesado de la Faja, que contiene un importante contenido de metales. La Faja sigue siendo de escaso interés para los grandes capitales de inversión petrolera.

 

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