La Fundación del Español Urgente (Fundéu) ha publicado ya sus doce candidatas para disputarse el cetro de la palabra de este 2021. La competencia es dura porque el año ha dejado hondas emociones en millones de personas que hablan este bello idioma y porque durante doce meses el debate social se ha encendido alrededor de vocablos que definen hallazgos científicos, conflictos políticos o estrecheces económicas. La elección podría dejar una estela de insatisfacciones entre los hispanohablantes, un coro plural que se extiende más allá de la veintena de naciones que tienen al castellano como lengua oficial.
Vacuna, criptomoneda, desabastecimiento, variante, metaverso y talibán se hallan entre los términos que se disputan la corona que la Fundéu otorga desde 2013. Sin embargo, aunque todos ellos han sido escritos, difundidos y pronunciados en innumerables ocasiones, considero que ha sido el acto de la despedida –mental y física– el que más hemos tenido que llevar a cabo en este durísimo año que termina. La expresión “adiós” ha marcado mucho de nuestros días, redefinido nuestro camino y obligado a replantearnos las prioridades de nuestra existencia.
Dijimos “adiós” a los miles de muertos que nos dejaron la segunda y la tercera ola de la pandemia, cuando creíamos que lo peor ya había pasado. Apelamos también a esa interjección cuando comprendimos que la manera en que habíamos experimentado el contacto social, la interacción con los otros y la vida profesional ya no iban a regresar, teníamos que construirnos otras formas. Tuvimos que volver a echar mano de esa palabra aguda al darnos cuenta de que la pandemia no era algo pasajero sino el nuevo estado en el que viviríamos por un largo tiempo. Este año dijimos “adiós” cada dos por tres.
Pero cada vez que sacudimos nuestra mano o nuestra cabeza para cerrar un capítulo o despedir a un difunto, también dijimos un “hola” o un “bienvenido”, porque este 2021 nos obligó a despertar cada mañana y agradecer que todavía nuestros pulmones funcionaban, a saltar como niños ante el resultado negativo de un test de antígenos, a abrazarnos solo con la punta del codo y aún así sentir como si hubiera sido con todo el cuerpo, a guardar los trajes de baño porque las playas estaban cerradas y luego a no colocar las guirnaldas porque la Navidad tampoco estaba como para celebrar. Nos llevó a barrer lo superfluo y a quedarnos con lo esencial.
Tras haber sobrevivido a todo eso, nos arranca una media sonrisa recordar que en 2014 la Fundéu seleccionó a la voz “selfie”, tan narcisista y despreocupada; o que en 2019 le tocó el turno a los simpáticos “emojis”. La lengua cargaba entonces con una ya lejana y festinada despreocupación porque, claro está, no sabíamos lo que se nos venía encima con la pandemia del coronavirus.
El próximo 29 de diciembre la fundación promovida por la Agencia EFE y la Real Academia Española anunciará la palabra de este año, pero muchos de nosotros ya la sabemos. Son dos breves sílabas que nos hemos repetido todo este tiempo: Adiós.