En lo personal y lo público, en la racionalidad y lo afectivo, en la salud y la enfermedad con el 2022 hemos topado. Enfrentamos tormentas, tornados, rayos y centellas; surfeamos las olas de un mar embravecido y sobrevivimos a terremotos en todos los ámbitos de la vida, tanto privada como pública. Confrontamos perdidas de toda índole e intentamos no flaquear. Luchamos, nos sobrepusimos y hemos vencido.
A punto de cerrar el año y con el propósito de ser fieles a la mirada crítica, aquí estamos diciendo presente, casi sin poder deslastrarnos del guion afectivo que acompaña, tiñe, penetra y contamina la observación y la intención que, en circunstancias, cede ante la tentación de la emocionalidad. Las dimensiones éticas y políticas dialogan y, en ocasiones, se confrontan con la afectividad desbordada. Todo se funde y confunde.
Un año en el que hemos debido sobreponernos a circunstancias sobrevenidas, en las que es casi imposible reprimir o esconder los sentimientos y la sensibilidad. Situaciones que nos confirman la imposibilidad de desconocer la relevancia política de la afectividad en la vida pública, en tanto forma de resistencia. Tiempos en los que es un reto separar emocionalidad, sensibilidad y política; conocimiento y análisis crítico. Un desafío mantener una postura política, analizar desde nuestro rol en el espacio público y lidiar con la dimensión afectiva.
Ante las despedidas, atrapados y atrapadas en la dimensión afectiva, personal y amorosa, ¿Cómo no sentir rabia, llorar las perdidas, lidiar con los adioses? Hay que reconocer la relevancia política de los afectos y emociones en la vida pública. No arrepentirse por permitir que esa emocionalidad se nos escape por las rendijas de la frágil racionalidad. En determinadas coyunturas políticas y circunstancias personales el lugar de los afectos arropa el propósito crítico. Y como estamos pisando terrenos privados recordaré a un tío que, con un gran sentido del humor, cada fin de año exclamaba “Empaqué para el…2022”.
La intención crítica y la emocionalidad se funden en un abrazo para despedir el 2021 y recibir el nuevo año. En esta atmosfera critico-afectiva, cuando los sentimientos se despliegan y protegen, me despido hasta el domingo 9 de enero 2022.