El hecho de que Táchira y Trujillo son regiones de producción agrícola, hace que sean las entidades con mayor número de accidentes ofídicos del país, pero sucede que muchas personas tienen la falsa creencia de que con matar a las serpientes reducen los accidentes.
“Como matan de manera indiscriminada, muchas veces se van serpientes que se alimentan de otras serpientes y que para el ser humano son inofensivas. En el estado Táchira hay una serpiente que se llama tuquí o ratonera negra, que es inofensiva, pero ocurre que al matarla, están perjudicando el control biológico de especies venenosas”, expuso Leandro Pirela, herpetista y profesor de la Universidad Experimental del Táchira del Táchira (UNET), que integra a la Fundación Equilibrium Terra.
La coral macho en estado adulto se come a las mapanares, pero al matarlas se reduce a una serpiente que puede comerse entre 5 y 10 mapanares en un mes, indicó. “La serpiente cazadora rabo negro que se encuentra hacia la zona del Tamá, es cazadora de mapanares, pero hay personas que las matan, porque simplemente ven que es más brava, cuando en realidad este tipo de serpiente puede llegar a comerse tres mapanares adultas o hasta 10 pequeñas, en un mes”, expuso Pirela.
Leandro Pirela, comenzó a sus 10 años a formar parte de una agrupación de rescate de ofidios en Valencia, en donde se formó en la parte de educación ambiental y ahora está conformando la Fundación Equilibrium Terra, a fin de instruir a la población tachirense sobre estas especies.
La organización también tiene como propósito crear un banco de antivenina o, como mejor se le conoce, suero antiofídico.
Táchira ocupa el segundo lugar a nivel nacional de accidentes ofídicos, detrás del estado Trujillo que ocupa el primer lugar en número de siniestros con serpientes. No obstante, en la región andina el suero antiofídico es escaso y en muchas ocasiones llega tarde a los pacientes, lo que ocasiona que algunos afectados terminen con sus miembros amputados, con lesiones graves, problemas renales y hasta hayan muerto.
Dependiendo de la mordida que las personas reciban, puede llegar a requerir hasta cinco dosis de suero antiofídico, de allí la necesidad de crear un banco de suero antiofídico, a fin de poder brindar ayuda a quienes lo requieran, con la idea de que el suero sea repuesto, agregó el herpetista.
El especialista en serpientes señaló que gracias a varios cursos dictados a campesinos del Táchira por la Fundación Equilibrium Tierra en zonas de montaña, se han logrado salvar a varias serpientes que no son venenosas, pues los participantes de los cursos avisan qué tipo de especies consiguen y luego las liberan.
Anggy Polanco – Lapatilla.com