Una oposición que se autodestruyò. ¿De quièn es la culpa?
Nota: Este trabajo fue redactado antes de las elecciones de Barinas. El lector sabrà incorporar ese hecho al análisis que aquí hacemos de la coyuntura.
Esto es cierto, no hay duda, tanto que el camino ha quedado despejado para que EEUU y el gobierno, sin intermediarios, entren a dialogar y llegar a acuerdos, aprovechando además la circunstancia que, de parte y parte, pareciera haber interés en ello.
Por ahora, nos interesa poner énfasis como esa oposición, o mejor, su grupo dirigente, ese que todo el mundo conoce, condujo a una derrota vergonzosa para ellos y por demás desilusionante para sus partidarios. Y no se puede pasar por alto que, todavía entre ellos, hay quienes quieren seguir en lo mismo. ¡Ni a los golpes aprenden!
Lo de la dictadura en Venezuela fue el argumento de los golpistas del 2002, aquellos que, poniendo al frente a un payaso, como lo fue Carmona Estanga y con unos generales sin tropa, dieron un singular golpe de Estado que se revirtió en horas. Antes, habían declarado una huelga patronal, sin obreros, con portones cerrados por los dueños de las fábricas, para que aquellos no accediesen a sus sitios de trabajo como quisieron hacerlo y una huelga petrolera de puros gerentes, lo que llamaron la meritocracia. Todo eso, para darle sustento y entusiasmo a los generales que vacilaban entre seguir apoyando al gobierno o irse con la derecha, el empresariado y por la orden emanada desde EEUU, sabiendo que debajo de ellos no estaba el piso necesario.
No tenían motivos para justificar aquel golpe y no les era fácil, sobre todo por el carácter del ejército venezolano. Entonces, había que buscar una excusa, aceptable en el seno de este, entre la gente toda y hasta la comunidad internacional que, bien sabía que aquello sólo era un invento, pero serviría para cubrirles el rostro y “limpiarles” la conciencia.
De aquella payasada Chávez salió fortalecido, más cuando miró más lejos, hacia los demás pueblos de América, fundamentado en un momento que, los precios del petróleo alzaron vuelo y trazó la meta de la unidad y la concurrencia de todos para enfrentar al imperialismo. Se hizo imbatible electoralmente y una figura prominente a nivel continental. Se dio el lujo de llamar a un proceso revocatorio y, el pueblo, de manera desbordante, contundente, le apoyó, con lo que no sólo derrotó a sus opositores, sino que les expuso a la vergüenza en el continente todo.
Como dijo Vladimir Acosta, muy en contrario de lo que algunos hasta en la propia izquierda han venido pensando, con respecto al liderazgo en América Latina, “En la primera década del siglo XXI Chávez es ya líder continental amado por los pueblos y su alcance es mundial en varios campos. La Venezuela que dirige es próspera, posee recursos, está dispuesta a ayudar a países hermanos, y la capacidad suya de decisión como gobernante es grande”.
https://www.aporrea.org/tiburon/a305305.html
Lejos de admitir su derrota, temerosa de lo que los acontecimientos, bajo la conducción de aquel carismático líder, cargado de una serie de propuestas novedosas, la clase dominante, con todos los grupos políticos de derecha que le sirven, optó por renunciar definitivamente a la legalidad e insistir en lo del 2002, la salida golpista. Sólo que, de allí en adelante, sabiendo muy cuesta arriba hallar apoyo sustancial en el ejército y viendo algunos de los acontecimientos que se habían producido en Europa, decidió incursionar en acciones de calles, para crear malestar, incomodidad interior que vendiesen al mundo la imagen de caos e ingobernabilidad para sustentar una invasión de fuerzas extranjeras. Así combinaron aquella ridiculez de las manitas blancas con las salvajes guarimbas que llegaron hasta quemar inocentes personas vivas.
Por supuesto, todo lo anterior obedecía a un plan diseñado, financiado y apoyado con todos los recursos por parte del gobierno de EEUU y su embajada en Venezuela.
Eso les imponía crear la falsa imagen que Chávez carecía de apoyo popular y lejos de ganar elecciones cómodamente, se valía de chanchullos del CNE y, en consecuencia, no había forma de ganarle o este reconociese la derrota y no pudiéndo ganar el respaldo popular, optaron por asirse a la opción, siempre sobre la mesa de la Casa Blanca, lo de invadir a Venezuela. Para eso, asumieron la violencia como forma de lucha, para crear el ambiente y la lectura internacional para la opción que buscaban.
Muerto Chávez, llegada la era de Maduro, quien ganó las elecciones con un resultado estrecho, siendo beneficiado por los efectos de las políticas, apoyo popular y la bonanza habida en tiempos de aquel presidente, la dirigencia opositora no tuvo el talento, la humildad para reconocer sus errores, pese lo cerca que estuvieron de ganar las elecciones y tampoco la paciencia para esperar nuevas oportunidades y volvió, con la misma fuerza de antes, a pegarse al infeliz diagnóstico del fraude y la dictadura. Por supuesto, al gobierno gringo entonces le convenía tal diagnóstico, pues hallaba en venezolanos partidarios para ejecutar una empresa que, por años han soñado, apropiarse de Venezuela como si fuese Puerto Rico o la Colombia de “por ahora”.
La oposición toda, derrotada estrechamente por Maduro, en lugar de alentarse, volvió al falso diagnóstico y lo ilegal. Eso permitió que, todos los organismos del Estado, sujetos a elección, quedasen en manos del gobierno, circunstancia esta que usaron para fundamentar su discurso según el cual aquí hay una dictadura.
La oposición ejercida contra Maduro hasta no hace mucho, fue realmente violenta. Y no vamos hablar de los intentos de magnicidio e invasión, como la “Operación Gedeón”, para lo que aquella ya ha establecido el discurso según el cual esos son inventos del gobierno. Hablemos de lo público, demasiado obvio, como los actos terroristas, esas guarimbas incendiarias y por demás agresivas, violadoras de los derechos de las comunidades donde se realizaban hechos de manera pública, sin ocultamientos, al frente de los cuales se exhibían las figuras más connotadas del bando opositor, hasta llegar al intento o incitación del golpe de Estado, donde López y Guaidó aparecieron como sus promotores.
Por supuesto, hechos como esos han provocado la reacción gubernamental para defender la legalidad y hasta la integridad de las personas al frente de las instituciones y la ciudadanía. Fue una simple cosa de acción y reacción. Es posible, eso no lo ponemos en duda, que, en esas circunstancias, de parte del gobierno se haya incurrido en excesos, injusticias, errores y hasta más de uno haya aprovechado para “pasar” alguna factura personal. Pero nada de eso es suficiente para sustentar la idea que en Venezuela hay una dictadura, están cerradas todas las salidas legales y lo es menos si, quienes eso dicen, atribuyen a los gobiernos de Betancourt y Leoni dotes de civismo y respeto absoluto de los derechos humanos. Frente esos gobiernos, también asediados por prácticas fuera de la legalidad, que no sólo castigaron a quienes hallaron responsables de “delitos”, sino todo a aquel que se manifestase contra ellos, de una manera u otra, sin violar regla alguna, como sólo elogiar a la Revolución cubana, sus partidarios no han dudado en reconocerles como democráticos y pasar por alto toda aquella aberración.
Al escribir esto, entre tantas cosas, se me viene a la memoria, el joven Enrique Rodríguez, de apenas 17 años, quien fue acribillado a balazos por la espalda, en una calle de Puerto La Cruz, por la policía política, en tiempos de la IV, cuando escribía en una pared, una consigna de protesta y, por aquel vil delito, ni siquiera se abrió una averiguación, sino se dio como la ejecución de una sentencia dentro de la legalidad.
Quienes pese todo, definen al gobierno de Maduro como dictadura, sin importar quienes lo hacen por ligereza o rabia, sintiéndose víctimas de alguna injusticia o una cometida con un amigo a alguien conocido, sino aquellos que en eso fundamentan al proceder de sus partidos, grupos o frentes, pero banalizan lo acontecido con Enrique Rodríguez, estarían aparte de hacer un muy mal diagnóstico, que llevará a más errores que pagaría mucha gente hasta inocente, escupiendo para arriba.
Pero también recuerdo e incluyo en este análisis, el elevado grado de violencia que cunde en Colombia, acerca de lo que no vale la pena decir aquí nada, sería innecesario y en Chile, donde los carabineros han reprimido con sadismo.
Pero en Chile, partiendo de una diagnóstico acertado, el movimiento progresista acaba de derrotar a las fuerzas de Piñera, lo que equivale decir de EEUU y en Colombia, como en Brasil, se esperan resultados similares.
El mayor ataque, agresión y golpe contra la oposición venezolana se lo ha causado ella misma o mejor su dirigencia, por sus malos diagnósticos y haber asumido la opción puesta en la mano por los intereses contrarios a todo lo que envuelve la nacionalidad. Por haberse enceguecido en la violencia y creado entre los suyos la infame y desacertada idea de la ilegalidad. Y esa opción, habiendo sido derrotada “en el campo de batalla”, también lo ha sido en la mente de sus potenciales votantes, a quienes les llevará mucho tiempo comprender que la valedera es aquella que abandonaron por creerla inútil y aceptar como pertinentes y confiables dirigentes a quienes les llevaron al fracaso y la pérdida de fuerzas, oportunidades, recursos, sueños y mucho tiempo. Los responsables deben pagar y esto significa, escoger una nueva dirigencia.
Según cifras emanadas del CNE, que deben ser tomadas en cuenta, negarlas o decir que fueron inventadas para dañar a la oposición, en nada favorece a ésta, el número de candidatos presentados por el Psuv fue infinitamente inferior al de la oposición, se habla de cientos contra miles. Y esto habla de una enorme dispersión en la oposición que causó que la gente del gobierno, aun siendo minoría, saliera triunfadora. ¿Se puede justificar esa derrota apelando a procederes ilegales, al carácter dictatorial del gobierno? ¿Es pertinente entonces volver a aquello de gritar fraude y seguir llamando a la guerra?
¿Acaso no ha llegado el momento que, dentro de la oposición, se arme un revuelo, una rebelión y se haga un llamado democrático a deponer a los inútiles e incapaces, extremistas de derecha, que se escudan detrás del argumento de la dictadura y respaldo de los gobiernos estadounidenses para quienes nuestros intereses poco importan?